Elementos explicativos de la depresión
La génesis de la depresión es un fenómeno estudiado por la psicología, pero que muchas veces no parece tan claro a la hora de interpretar. De hecho, se atribuyen muchos orígenes a este trastorno del ánimo, algunos erróneos y otros incluso basados en estereotipos, que pueden influir de manera negativa en su comprensión.
Por ello, y por la prevalencia que la depresión tiene, es importante conocer los elementos explicativos de este trastorno del estado del ánimo, en los que las dimensiones biológicas o las características estructurales de la persona parecen tener un papel fundamental.
Aproximadamente, entre el 10 y 16 % de las personas sufrirán un episodio depresivo en su vida, mientras que un 3,6 % recibirá un diagnóstico de distimia, un tipo de depresión que se mantiene en el tiempo. Además, algunos estudios cifran en un 30 % el aumento de riesgo de suicidio en personas con depresión.
¿La depresión se hereda?
Escuchar que la depresión se hereda y que tener un padre o una madre con depresión es suficiente para sufrir depresión en el futuro es algo muy común. No obstante, algunos estudios sugieren lo contrario.
Sullivan (2002) estudió los diferentes subtipos de depresión en gemelos. Encontró que hasta cierto punto la depresión es heredable. Atribuyó a la genética entre el 31 y 42 % de génesis de la depresión.
Así, se puede observar como casi hasta el 70 % de la explicación no es genética. El valor de esta es moderado. Por último, cuando se han buscado locus específicos, es decir, genes específicos que pudieran tener información depresiva, no se encontró ninguno claro.
Lewinsohn y la falta de refuerzo contingente
Herederos de Skinner, Lewinsohn y Ferster atribuyen la depresión, entre otras cosas, a la pérdida o a la falta de refuerzos positivos contigentes a la conducta. Por ello, sus elementos explicativos de la depresión se basan en una reducción generalizada de la frecuencia de conductas, consecuencia del no refuerzo.
El ambiente de las personas puede cambiar. No hace falta que sea un suceso vital estresante, como la pérdida de un ser querido. Por ejemplo, la llegada de un hijo, un cambio de puesto de trabajo, el éxodo de los amigos a otro país o cambios corporales pueden influirnos.
Cuando ciertas conductas no son reforzadas por el medio, algunas de ellas pueden desaparecer. Al no obtener el refuerzo usual que se obtenía, estas se dejan de emitir y disminuye la actividad general.
Es en ese momento cuando podemos hablar de la espiral de la depresión: se disminuye la actividad, se deja de hacer cosas, no hay exposición al refuerzo y uno comienza a sentirse peor. El resto de consecuencias se deben a la espiral de la depresión, según Lewinshon.
Por último, hay que tener en cuenta las características estructurales de la persona. Si su medio ha cambiado y además su fuerte no son las habilidades sociales o suele tener dificultades para solucionar problemas, entrar en la espiral de la depresión puede ser más fácil y salir, más intrincado.
Modelo general de la depresión: la adaptación
Este modelo pone el foco en la historia de aprendizaje de la persona que ha aprendido a responder a las situaciones difíciles de forma poco adaptativa. Esto no significa que sus mecanismos no sean buenos, sino que no están funcionando para responder a las demandas del ambiente cambiante.
Pueden ser personas con dificultades en la resolución de problemas, con déficits en su autocontrol o que tienen un alto neuroticismo.
Estas dificultades de su historia de aprendizaje actúan como elementos explicativos de la depresión, puesto que constituyen una vulnerabilidad. Así, cuando hay estresores en el medio y existe esa base de vulnerabilidad puede aparecer la depresión.
Por ejemplo, puede producirse un suceso puntual y agudo -más común en el inicio de un cuadro depresivo-, que junto a esa vulnerabilidad y sin relaciones sociales que apoyen a la persona o cambios positivos en su vida, esta puede entrar de nuevo en la espiral de la depresión.
Si, por el contrario, el individuo contara con apoyo familiar y un gran entendimiento social, quizás no caería en esa espiral, aunque fuera vulnerable en algún momento de su vida.
Cuando el ambiente no es un apoyo
Si el ambiente no apoya a la persona que empieza a encontrarse en esa espiral depresiva, los problemas interpersonales pueden agravarse. Los pensamientos irracionales comienzan a ser más intrusivos, las personas dejan de llevar a cabo más actividades, los sentimientos de culpa afloran, la baja autoestima corroe…
En ese momento, pueden aparecer sentimientos de indefensión. La persona está triste, llora, no sale de casa… Estas estrategias disfuncionales, pero estrategias que buscan obtener una respuesta del medio, no parecen ser útiles.
Por ello, la persona, que no conoce más que ese tipo de estrategias o que es incapaz de llevar otras a cabo en ese momento, puede sentir que no es capaz de controlar su medio. Y así, el medio, el ambiente, el entorno y la familia se vuelven hostiles, incontrolables, impredecibles.
Los estilos atribucionales y la indefensión
Es más fácil que la depresión tenga lugar cuando la persona tiene estilos atribucionales internos. Esto significa que si el individuo asocia los fracasos a nivel interno y los éxitos a nivel externo, es más fácil que se produzcan sentimientos de indefensión e incontrabilidad.
La incontrabilidad se extrapola a cualquier situación. La persona pensará que nada puede hacer para que la cena con sus amigos salga bien, para pasarlo bien en una fiesta o para tener un buen día.
En este caso, se experimenta indefensión aprendida. Se trata de un estado en el que los resultados negativos se atribuyen a uno mismo, además de los sucesos futuros negativos, lo que afecta a la autoestima y el autoconcepto de la persona (“soy un desastre“, “no valgo para nada“).
Conclusiones: ¿es útil explicar la depresión?
Estos elementos explicativos de la depresión nos conducen a focalizar el tratamiento en los puntos claves de su génesis.
Enfocar el tratamiento en la activación conductual y las actividades agradables puede ser efectivo, ya que su objetivo es sacar a la persona de la espiral de la depresión.
Desde el modelo general de la depresión, podemos observar como el estilo atribucional interno no es el adecuado para aproximar la resolución de problemas.
Por ello, se puede incidir en tener un estilo atribucional equilibrado, en el que la persona tiene hasta cierto punto algo que decir en relación a sus éxitos, pero donde también se tiene en cuenta al medio como un medio que influye en los resultados.