Entrevista a Eduardo Fonseca Pedrero
La salud mental está recibiendo mucha atención en los últimos años. La sociedad parece ser cada vez más consciente de su importancia y así se lo está transmitiendo a los responsables de su gestión a través de jornadas y manifestaciones a pie de calle.
La alta incidencia de trastornos mentales y el auge de la medicalización exigen una reflexión sosegada y científica entorno a esta cuestión.
Como profesión, la psicología se enfrenta a una situación dinámica, compleja y multifactorial. Puesto que los contextos son cada vez más complejos y estamos poco cohesionados. Como población, la situación podría adjetivarse como «dramática», puesto que las listas de espera en los centros especializados y públicos son lamentablemente extensas, lo que produce una cronificación del sufrimiento a todas luces innecesaria.
Además, existen dificultades añadidas, puesto que los casos de personas con conductas suicidas, así como los casos de suicidio consumado están, tristemente, al alza. Estos motivos nos impulsan a querer conocer, de la mano del experto investigador Eduardo Fonseca Pedrero, su visión sobre el panorama de la psicología en la actualidad, así como su futuro y la visión que tiene sobre la prevención del suicidio.
«La conducta suicida es un fenómeno complejo, poliédrico y multicausal».
-Eduardo Fonseca Pedrero-
Entrevista a Eduardo Fonseca Pedrero
Eduardo Fonseca Pedrero es uno de los psicólogos e investigadores españoles más prestigioso. Es Profesor titular de Psicología en la Universidad de la Rioja. Actualmente es Vicerrector de Investigación e Internacionalización de la Universidad de la Rioja. Es investigador Principal del equipo de investigación PRISMA (Programa Riojano de Investigación en Salud Mental) y miembro del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), en el departamento de psiquiatría de la Universidad de Oviedo.
Ha publicado más de 200 trabajos de investigación en revistas científicas de impacto. Ha publicado diferentes libros sobre tratamientos psicológicos y salud mental, entre los que cabe destacar los manuales de tratamientos psicológicos publicados en Pirámide. Ha participado en múltiples capítulos de libros en editoriales nacionales y extranjeras, así como congresos nacionales e internacionales. Igualmente, ha recibido diferentes premios y reconocimientos científicos.
Sus líneas de investigación se centran en la promoción del bienestar emocional y el estudio de la salud mental (p.ej., conducta suicida, psicosis), en prevención de problemas psicológicos, en la incorporación de nuevos modelos psicopatológicos y en la validación de tratamientos psicológicos.
Veamos qué opina sobre la situación actual de la salud mental en estos momentos.
P. Antes de nada, nos gustaría saber: ¿qué te impulsó a escoger la psicología como profesión?
En primer lugar, quiero agradecer sinceramente que me hayáis considerado como persona digna de ser entrevistada en vuestra excelente revista digital. Os sigo muy de cerca desde hace tiempo (no se lo digas a nadie, a veces hasta os pongo de ejemplo en mis clases) al igual que muchísimas personas de todas las partes del mundo. Enhorabuena por este proyecto que lleváis a cabo. Agradezco de corazón la invitación, de verdad.
Es una historia curiosa la de mi relación con la Psicología. De entrada podría decir algo que sí tengo claro: la psicología es mi pasión; es un amor que encontré por el camino. No os voy a engañar, pues no era de esos adolescentes que tienen claro qué quieren hacer, ni con su vida, ni con sus estudios ¡Fíjate que casi hasta se me olvida inscribirme en la selectividad!
Mis (pre)ocupaciones eran otras relacionadas con las típicas de la adolescencia (deporte, salir, etc.). Tengo que reconocer que lo decidí en cuestión de minutos. Fíjate que seleccioné como segunda opción educación física, y como tercera y cuarta, pedagogía y derecho.
Tal vez por ingenuidad o tal vez porque de forma inconsciente, mi maestro de Judo, Joaquín Valdés (psicólogo del Barcelona y de la Selección de fútbol con Luis Enrique) dejó su impronta desde que comencé con él a los 4 años en un colegio de la ciudad Oviedo. Es de esas cuestiones en la vida en las que se mezcla la causalidad con la casualidad.
Sea como fuere, si echo la vista atrás, me siento afortunado del camino tomado y de las personas que he conocido en la travesía. Pero sobre todo ilusionado por lo que me deparará el viaje en los próximos años o las nuevas rutas a tomar hacia parajes aún inexplorados.
P. Por otro lado, parece que estamos asistiendo a un aumento en la prevalencia de trastornos mentales como la depresión o la ansiedad en nuestro país: ¿es cierto? ¿por qué puede estar ocurriendo?
Es una pregunta interesante, no cabe duda. Aquí tengo mis propias resistencias internas que se debaten entre un discurso más focalizado en las fortalezas del ser humano y su capacidad de resiliencia (por aquello del «antifrágil» del autor Nassim Nicholas Taleb y cómo obtener beneficios del desorden y el caos) y otro más de psicopatologización de la vida cotidiana (con sus derivadas).
Me gustaría encontrar un punto medio, sin caer en reduccionismos insulsos. Por un lado, sabemos que el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación; y al mismo tiempo, por otro, parece ser que los problemas de salud mental han ido aumentando (no sé si de la mano del incremento de trastornos del DSM, la sociedad y la cosmética de la felicidad, la bajada de los niveles de tolerancia al malestar y sufrimiento, etc.).
Sea como fuere, es un tema que está en la palestra pública al que los profesionales de la psicología le tenemos que dar respuesta. No obstante, hay muchas otras cuestiones que me preocupan y que están en el tintero, por citar, una la conducta suicida.
P. Como profesión ¿qué deberíamos ser capaces de hacer para afrontar los desafíos en materia de salud hoy en día?
Podría hablar largo y tendido sobre los avances en psicología, los entresijos de la mente y los vericuetos de la salud mental, pero para eso ya están los libros. Por mi parte, y lo digo de corazón, tenemos que ser capaces de ser una profesión mucho más unida y cohesionada, trabajar de forma coral, luchando por unos intereses comunes, y no partidistas, que no deberían ser negociables.
A veces tengo la sensación de desfragmentación, de falta de objetivos comunes o de falta de sentimiento de pertenencia. Tenemos que cuidar con mucho cariño, y de forma consciente e intencional, la imagen de nuestro gremio. Es curioso eso de lo que los profesionales de la psicología participamos de los mismos sesgos, juicios, prejuicios, etc., que estudiamos y no por ello podemos escapar de ellos.
Respecto a la mencionada desfragmentación, y por poner un símil, es como que hay millones de islas, islillas, isletas, e islotes. Llámese Asociación A, Asociación B, conferencia C, congreso D, Jornada E, Fundación F, etc.
No se puede perder de vista aquello de que «en la unión está la fuerza». Para llegar a este punto, algo que veo complicado aunque no imposible (por el modelo de sociedad imperante, las redes sociales, los valores sociales, etc.), es que todos «perdamos un poco», para ganar como profesión, como gremio. Traigo a colación el refranero: «nadie es más que nadie, nadie es menos que nadie y todos somos alguien».
Si tuviera que soñar despierto… Ojalá un día un congreso nacional o internacional de la psicología española que mueva pasiones e ilusiones , que sea un foro real de inflexión, un faro para mirar al horizonte, un espacio donde estén todos los profesionales de la psicología española e hispanoamericana, y se empujen las fronteras del conocimiento. A mi me gusta llamarlo (robo esta idea de mi faceta como Vicepresidente de la fundación Dialnet) espacio iberoamericano del conocimiento psicológico. Como siempre, el tiempo será el mejor juez.
Aparte de este deseo, hay millones de vetas en las que trabajar y todas son igualmente importantes. Por ejemplo:
- Desarrollar y validar programas de prevención psicológica basados en la evidencia empírica.
- Determinar qué tratamientos son efectivos (sus componenetes) y para quién.
- Proporcionar pautas prácticas de actuación a educadores, familiares y profesionales sanitarios, sociales, etc.
- Difundir información veraz, científica, disminuyendo el tabú y el estigma asociados a la salud mental.
- Mejorar la accesibilidad de los tratamientos psicológicos y los programas de prevención para los contextos educativos, sociales y clínico-asistenciales.
- Mejorar el estudio y comprensión de los factores protectores.
- Incorporar nuevas metodologías, procedimientos y modelos (p.ej., evaluación ambulatoria, modelos de redes).
- Desarrollar políticas, planes y actuaciones conjuntas: coordinación, cooperación y corresponsabilidad (unus pro omnibus, omnes pro uno que en castellano significa ‘uno para todos y todos para uno’).
Actualmente, creo que es importante que toda la Atención Primaria española tenga profesionales de la psicología, al igual que todos los centros educativos españoles tengan también su psicólogo educativo (además del orientador). Estas actuaciones suponen un verdadero cambio cuanti y cualitativo.
Además, siendo directo y, tal vez, diciendo un secreto a voces, tenemos que ocupar puestos institucionales. Es así de sencillo y de complejo al mismo tiempo. Estar en el lugar y en el momento donde se toman las decisiones.
P. ¿Crees que contamos con los suficientes recursos para ello?
Ya sabemos que no somos boyantes en recursos y todo parece que así vamos a seguir. Un dato: en España el suicidio es la principal causa de muerte no natural, y aún no tenemos un plan nacional de prevención.
Mi impresión es que no podemos esperar, no podemos ser pasivos, sino más bien proactivos; tenemos que generar espacios a través de la acción. Por ejemplo, si queremos trabajar por la implantación de profesionales de la psicología en la atención primaria, pues tenemos que desarrollar un proyecto (PSICAP) para mostrar algo que es obvio para nosotros: «la intervención psicológica de los problemas emocionales, en comparación con el tratamiento farmacológico es eficaz, efectiva y eficiente».
Esto genera nuevos espacios, nuevos horizontes y nuevas oportunidades para la psicología y nuestros egresados (presentes y futuros). Aunque nosotros ya lo sabemos, tenemos que demostrar que la psicología es necesaria para mejorar la calidad de vida y el bienestar social.
Obviamente, hay muchas otras actuaciones, en un plano multinivel, pero no podemos perder el norte, tenemos que separar el grano de la paja, saber qué acciones son más importantes y prioritarias no solo para la profesión, sino para el conjunto de la sociedad presente y futura. Tenemos un compromiso social ineludible, ese debe ser nuestro motor para transformar la realidad.
P. En la sanidad pública española existe la figura del Psicólogo Especialista en Psicología Clínicas, ¿crees que se deberían crear otras especialidades? ¿Por qué?
Por supuesto, hay muchas otras como la psicología clínica de la infancia y la adolescencia, neuropsicología, psicooncología, etc. Pero también la psicología educativa en los centros educativos.
P. Eres el autor de manuales tan relevantes como Tratamientos psicológicos para la psicosis, Tratamientos psicológicos: adultos, Tratamientos psicológicos: infancia y adolescencia y el recientemente publicado junto con Susana Al-Halabí Manual de psicología de la conducta suicida. ¿Qué ha supuesto para ti coordinar, participar y escribir en estas obras?
Muchas gracias por tu pregunta. Para mi ha supuesto todo un reto personal y un privilegio y honor. Ten en cuenta que recogemos el testigo de grandes espadas de la psicología española. He podido participar y colaborar con profesionales a los que admiro.
A este respecto y considerando el plantel de autores firmantes de estos libros, creo que cada uno de ellos, de los colaboradores de los libros, se podrían catalogar en el mundo del vino como de autores «gran reserva». Son manuales que entienden la ciencia como una empresa colectiva.
Pudiera parecer iluso, pero me gustaría creer que estos manuales van a ayudar a las personas y a la sociedad en su conjunto, en pro de una mejora en salud mental, más accesible, de calidad y más inclusiva.
Como bien sentencia la Constitución Española, es necesario «reconocer el derecho a la protección de la salud, así como organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios». Sin querer recaer en el tópico, no podemos de afirmar que «no hay salud, sin salud mental».
Los manuales suponen todo un viaje a Ítaca. Había algunas cuestiones que no estaban al abrigo de la psicología española y que marcaban inevitablemente el rumbo a tomar. Por un lado, la falta de libros actualizados, en español, sobre tratamientos psicológicos empíricamente apoyados. Por otro, la ausencia de una obra de referencia sobre las intervenciones en psicosis o la psicología de la conducta suicida (también en español). Como ves, una empresa nada fácil.
También estas obras vienen a responder a algunos de los derroteros que estaba (y está) tomando la psicología (clínica) por la falta de vigilancia epistemológica de ciertos reduccionismos insulsos que campan a sus anchas en este vasto océano del mundo (no vaya a ser que las personas se acaben creyendo que un problema psicológico se deba a un neurotransmisor o una alteración cerebral o que el código genético explique más que el código postal).
Igualmente, nos preocupaba la ausencia de obras actuales sobre temas cardinales para la psicología española que permitirían no solo formar a las generaciones presentes y futuras, sino también ayudar a responder, desde nuestro gremio, a un desafío social y problema sanitario de tanto calado como son los problemas psicológicos o la conducta suicida.
En suma, este trabajo de muchos excelentes profesionales es el fruto de un compromiso, un compromiso con nuestra profesión, un compromiso con la excelencia y la ciencia, un compromiso con las familias, un compromiso social. La psicología no va a mirar para otro lado.
P. Por otro lado, el año pasado batimos un triste récord en España: 4003 suicidios. Es la primera causa de muerte no natural en España. ¿Qué crees que está detrás de este aumento?
Es evidente que el suicidio es el drama vital más silencioso y es el drama vital más silenciado. Sabemos que cada año se lleva la vida de más de un millón de personas en el mundo, dejando a otros cientos de miles de familias rotas de dolor. Muertes que, en muchos casos, pueden prevenirse.
Ya sabes que la conducta suicida es un fenómeno complejo, poliédrico y multicausal. No hay una única causa por la cual una persona decide acabar con su vida. La conducta suicida forma parte de la vida humana.
Nosotros sostenemos que la conducta suicida abarca diferentes manifestaciones que van desde la ideación y la planificación, pasando por la comunicación suicida hasta los intentos de suicidio y la muerte por suicidio. Es un concepto poliédrico cuyas manifestaciones, de diferente naturaleza y gravedad, pueden variar a lo largo de un continuum fenotípico.
Para nosotros, se precisa, en consecuencia, una nueva mirada del fenómeno del suicidio, solidaria con la condición humana y la vulnerabilidad existencial, según la cual pueda apreciarse que la conducta suicida es, precisamente, eso: una conducta anclada a un contexto biográfico que pone límite a la vida de una persona. No se trataría de un síntoma ni de un trastorno, ni tampoco de la consecuencia, complicación o evolución «natural» de los trastornos mentales.
Pensar el suicidio más allá de la psicopatología y del modelo «diagnosticocéntrico» es un imperativo científico y moral, y una tarea pendiente para todos los agentes sociales. Se sostiene que la conducta suicida ni es la consecuencia de una «supuesta enfermedad mental», como la fiebre lo es de una infección, ni es causada por un supuesto problema cerebral, déficit neuroquímico, alteraciones genéticas o de otro típico. Tampoco existe, ni se le espera, el denominado «cerebro suicida».
Se entiende, desde un enfoque contextual-existencial que en el estudio y comprensión de las conductas suicidas se debe considerar el contexto vital-biográfico de las personas y su quehacer con los problemas de la vida, las situaciones límite y las preocupaciones existenciales (véase capítulo 1 del Manual de psicología de la conducta suicida).
Este acercamiento trata de situar la comprensión del suicidio en la biografía de la persona y sus circunstancias. Esto es, comprender las razones más que las causas, «poner más cabeza y menos cerebro».
P. Respecto al suicidio, ¿se puede prevenir?
Sí, sin lugar a dudas. Hay que decirlo tan alto como se pueda. El lector debe recordar que:
- La conducta suicida se puede prevenir con intervenciones oportunas, basadas en evidencia y, a menudo, de bajo costo.
- La respuesta debe ser integral, inclusiva, holística, multisectorial, multidisciplinar y basada en la persona.
- La solución pasa por la corresponsabilidad. La implicación de todos los agentes de la sociedad es esencial.
Para nosotros, es esencial formar, informar, sensibilizar y concienciar a los profesionales de la psicología y de cualquier otro ámbito sobre la conducta suicida (es cardinal, «conocer para actuar»). Su solución, obviamente, no tiene una fácil respuesta. Muchas cuestiones continúan sin respuesta, siendo, tal vez, la más acuciante la inexistencia de un plan nacional para la prevención de la conducta suicida en España.
En esencia, el suicidio se puede prevenir. Solo hacen falta políticas y programas de prevención; eso sí, hay que hacerlos. Por ejemplo, nuestro grupo ha trabajado en los últimos años en el programa de prevención denominado Positivamente y este año publicaremos la eficacia del programa a 6 meses, que ha tenido beneficios en las chicas. Ahora estamos trabajando en una segunda versión más corta (5 sesiones) para su implantación como programa de prevención universal en los centros de educación secundaria.
P. Por otro lado ¿considera que se está invirtiendo lo suficiente en el desarrollo de nuevos tratamientos psicológicos para que sean eficaces y eficientes?
A todas luces no. Si quieres te hago un par de preguntas, ¿cuántos tratamientos psicológicos empíricamente validados hay para el tratamiento de la conducta suicida en el Sistema Nacional de Salud español? ¿Cuántos programas hay de prevención de la conducta suicida o los problemas emocionales en contextos educativos? Posiblemente la respuesta sea cercana a cero en los dos casos.
P. En este sentido, ¿cuál crees que será el futuro de la psicoterapia?
Se han escrito ríos de tinta sobre la cuestión. Poco tendría que aportar yo aquí a este menester. Un deseo, yendo más allá de las innovaciones TIC, AVATAR y aspectos relacionados… Parar a pensar y reflexionar, ¿qué queremos, como profesión, en el plano de la psicoterapia? ¿cuáles son nuestras lagunas o gaps de conocimiento? ¿cuáles son, en este área, las debilidades, las amenazas y las oportunidades (DAFO).
Me gustaría que hubiese un contexto de expertos (o consorcio, llámalo como quieras) que dijeran qué temas son prioritarios, debidamente justificados, y qué actuaciones habría que diseñar e implementar en un determinado periodo temporal. Luego que cada uno haga lo que quiera, pero por lo menos tendríamos una especie de plan estratégico.
Por otro lado, tengo la sensación de que vamos en un transatlántico a toda velocidad, con un timón muy rígido (que es muy difícil de mover algunos grados); aspecto que no nos permite una reflexión profunda (ya he comentado que no todos los vientos son favorables ni todas las corrientes marinas). Además, cada segundo salen nuevas terapias, modelos, etc., sin que previamente se haya cimentado la evidencia anterior.
Y, como he dicho, me preocupa que se dejen fuera del abrigo de la psicología española temas relevantes (sin desmerecer ninguno), como la falta de intervención empíricamente apoyadas para la psicosis, el trastorno bipolar, etc., en ausencia de programas para la prevención del suicidio o implementar una verdadera estrategia de salud mental nacional en contextos educativos y socio-sanitarios. No nos podemos permitir el lujo de dejar fuera de nuestro radar buques insignia como los que he mentado.
P. En los círculos de estudiantes que están preparándose el acceso a la formación PIR (Psicólogo Interno Residente) se comenta que eres el sucesor del prestigioso psicólogo Marino Pérez Álvarez en cuanto a los grandes manuales de cabecera en psicología clínica: ¿qué opinas y cómo te sientes al respecto?
[Se ríe a carcajadas] Marino es irrepetible, único; bajo mi modesto punto de vista, no creo que se pueda repetir una figura tan importante y relevante para la psicología española, en su sentido amplio, en mucho tiempo. Sabiendo la pasión de Marino por el fútbol, para mi es equiparable a Messi, Pelé, Maradona. Lo que dice, cómo lo dice, por qué lo dice, cómo valida cuando hablas con él, etc., es simplemente fascinante.
Como ves, siento admiración por Marino, y que se me compare es todo un halago, no obstante Marino juega en una liga diferente. No te voy a engañar, mucha de mi pasión por la psicología viene de él, y también de mis queridos mentores José Muñiz y Serafín Lemos. Y muchos otros.
Que se hayan desarrollado esos manuales que comentas es porque ellos, tiempo atrás, me permitieron soñar mundos no escritos o me abrieron horizontes que hoy son ya realidades. Aunque suene a típica frase, al hilo de lo que estoy comentado, es cierto cuando se dice aquello de «caminamos a hombros de gigantes».
Ya lo he comentado en otros lares, he sido afortunado por los maestros que he tenido en la licenciatura y luego en el doctorado y en mi carrera clínica y académica. Llegar hasta aquí, mucha de la varianza explicada, depende de ellos. Recuerdo a la perfección a Marino hablar de la psicopatología del Quijote, a Muñiz hablando de la fiabilidad con la metáfora del grano y la paja (puntuación verdadera y error) o a Serafín hablando de personas que experimentan alucinaciones.
Para mí son todas ellas experiencias que me han marcado para siempre y que determinan mucho quien soy ahora, y que dibujan con claridad quien quiero ser, y quien seré. En el camino, también me han acompañado muchas de otras personas maravillosas que tienen que ser mentadas como mis queridas Alicia Pérez de Albéniz y Susana Al Halabí. Ya sabes, «es de bien nacidos ser agradecidos».
Respecto a los libros, poco tengo que decir, únicamente me gustaría que sirvieran a formarse a las generaciones presente y futura, deseando desplazar fronteras, abrir horizontes, romper moldes, mover la veleta emocional, o como quieras decirlo, que ayude a mejorar la psicología española. No tengo duda alguna de que los manuales, en los que colaboraban muchos profesionales, cumplirán su cometido.
P. Por último, ¿qué consejos puedes darnos para tener una mayor salud mental?
Es una pregunta excelente. Nosotros hace años desarrollamos un decálogo de bienestar emocional y una guía que creo que recoge muy bien una serie de directrices para promocionar el bienestar emocional. Las comento brevemente a continuación:
- Aprende a hablar de ti mismo a los demás. Intenta identificar y expresar tus sentimientos. Es una forma de conocerse y de que te conozcan.
- Conócete. Reconoce tus fallos y limitaciones, pero también sé consciente de tus fortalezas y potencialidades. Nadie es perfecto.
- Regula tus emociones. Canaliza tu rabia y agresividad. No te dejes llevar por el momento ni guardes rencor; sé respetuoso y ponte en el lugar de otro. No permitas que el estrés te bloquee.
- Quiérete. Valora diariamente tus logros y los aspectos positivos. Desarrolla una imagen positiva de ti mismo. Sé optimista en la medida de lo posible.
- Busca actividades con las que disfrutes. Haz deporte, escucha música, ayuda a los demás o participa en ONGs. Abre tu mente y muestra ilusión por aprender.
- Fíjate propósitos en la vida. Proponte metas realistas y trata de llevarlas a cabo, te hará sentir bien.
- Relaciónate. Estate conectado. No te aísles. Enriquece con nuevas amistades. Protégete delas personas que creas que son dañinas para ti.
- Ten un estilo de vida saludable. Cuida la salud física. Haz deporte, aliméntate bien, duerme suficiente y evita dañar tu salud con el consumo de sustancias tóxicas.
- Acepta los reveses de la vida. El sufrimiento forma parte de la condición humana. Rectifica y aprende de tus errores o de las lecciones de la vida, eso te hará fuerte. Sé flexible con los contratiempos y cambios que te surjan. Busca alternativas y toma perspectiva. Los problemas no tienen una única solución.
- Si la situación te supera y te encuentras desbordado: ¡pide ayuda! A un familiar, amigo, orientador, psicólogo, médico o en una asociación.
Queremos agradecer desde este medio la fantástica oportunidad que nos ha brindado Eduardo para poder llevar a cabo esta entrevista. Los lectores habrán podido observar que el mundo de la psicología es extenso y complejo, a la par que intensamente bello.
Queremos, sin duda, recomendarles el decálogo que Eduardo nos ha brindado puesto que, como bien es sabido «no hay salud sin salud mental» y ésta última puede verse enormemente favorecida por estos extraordinarios consejos.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
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Fonseca-Pedrero, E., Díez-Gómez, A., de la Barrera, U., Sebastian-Enesco, C., Ortuño-Sierra, J., Montoya-Castilla, I., ... & Pérez-Albéniz, A. (2020). Conducta suicida en adolescentes: un análisis de redes. Revista de Psiquiatría y Salud Mental.
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Anaya, G. (s. f.). Manual de psicología de la conducta suicida. Ediciones Pirámide. https://www.edicionespiramide.es/libro.php?id=6891901
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Pedrero, F. E. (2021). Manual de tratamientos psicológicos: Infancia y adolescencia (Psicología) (1.a ed.). Ediciones Pirámide.
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Pedrero, F. E. (2021a). Manual de tratamientos psicológicos: Adultos (Psicología) (1.a ed.). Ediciones Pirámide.