¿Por qué nos equivocamos tanto al razonar y al resolver problemas?
Parece que cada vez más personas se dejan llevar por sus emociones en lugar de utilizar la lógica para tomar decisiones. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto razonar? Esta pregunta ha sido causa de muchos debates, investigaciones y teorías científicas. En este artículo examinaremos algunas de las claves de este asunto.
Nos proponemos demostrar que las personas son mucho menos racionales de lo que se suele creer y exponer de forma sistemática las razones. Nadie, ni que decir tiene que incluida yo misma, está exento de esta falta de lógica. Todos somos irracionales parte del tiempo, y cuanto más complejas son las decisiones que hay que tomar, más tendemos a serlo.
La irracionalidad solo se puede definir como contraste a la racionalidad, por lo que primero debemos preguntarnos qué es ser racional. La racionalidad adopta dos formas:
- En la primera de ellas, el pensamiento racional lleva a la conclusión más probablemente correcta, teniendo en cuenta el conocimiento del que se dispone. Las decisiones tomadas de esta manera son más complicadas, puesto que una decisión solo puede evaluarse si conocemos todas las variables.
- La otra forma de racionalidad es al actuar de tal manera que la persona, teniendo en cuenta el conocimiento del que dispone, tenga las mayores probabilidades de alcanzar su objetivo.
“La racionalidad no es uno de los puntos fuertes de la humanidad”.
-John Scalzi-
¿Por qué nos es tan difícil razonar?
El libro Irracionalidad, el enemigo interior responde a la pregunta de por qué nos equivocamos tan a menudo al razonar y resolver problemas. Nos aporta una visión escéptica, pero esperanzadora, sobre nuestra capacidad de pensar de manera lógica y actuar en consecuencia. Además, nos enseña varios procedimientos que podemos seguir para mejorar esta habilidad.
Puede que no todos nuestros errores se solucionen mediante los procedimientos que sugiere el autor, Stuart Sutherland. Sin embargo, sí es muy probable que, de haber conocido antes el contenido de este libro, la mayoría de nosotros no habríamos tomado muchas de las decisiones equivocadas que han afectado directa o indirectamente a nuestras vidas.
Estudiar los mecanismos de la irracionalidad es un camino al autoconocimiento y, de paso, al conocimiento del funcionamiento de la sociedad. La obediencia, el conformismo, el error de disponibilidad, la locura organizativa, la coherencia fuera de lugar, el efecto halo, el efecto espectador, los estereotipos… son algunas de las características de nuestro pensamiento que se estudian como posibles fuentes de nuestra forma errónea de razonar.
Por otro lado, la racionalidad también tiene que ver con la toma de decisiones. En este sentido, se suele entender que si nuestras elecciones nos dirigen a nuestros fines, seremos personas racionales; si no, no. Son varios los factores psicológicos que nos llevan a tomar decisiones adecuadas. Los principales son los siguientes: la capacidad de posponer el juicio, la complejidad de la decisión y la influencia de las emociones.
“El razonamiento activo se aprende con la práctica; debería ser practicado durante mucho tiempo y de muchas maneras variadas”.
¿Somos conscientes de que caemos en las trampas de nuestra propia irracionalidad?
Las creencias no provienen siempre de la realidad, sino que a veces surgen de la necesidad que tenemos de mantener nuestra autoimagen. Por ejemplo, si creemos que los demás son poco fiables, puede que sea porque necesitamos vernos como personas honestas en comparación.
Así, en algunas ocasiones, nuestras creencias más férreas solo esconden un miedo muy profundo. Incluso, pueden ser la proyección de características propias que no queremos aceptar porque entrarían en conflicto con la imagen idealizada que tenemos de nosotros mismos.
A veces, somos demasiado cómodos y no queremos cambiar. Cuando creemos en algo, adoptamos una posición que nos resulta confortable porque de esta manera no nos vemos obligados a cambiar o a seguir buscando. Da igual el contenido que adopte una creencia, una vez que la damos por cierta, nuestra búsqueda ha terminado. Pero en ocasiones, esto puede llevar a errores en nuestra lógica.
“Poca observación y mucho razonamiento puede inducir a error; muchas observaciones y un poco de razonamiento a la verdad”.
-Alexis Carrel-
¿Podemos entrenar nuestro razonamiento?
Nuestra forma de pensar puede y debe ser entrenada. Desde pequeños nos enseñan todo tipo de conductas de cuidado personal respecto al físico: lavarnos los dientes, bañarnos, arreglarnos las uñas, comer, aprender a vestirnos. Pero, ¿qué hay del cuidado psicológico y la higiene mental?
Tenemos que partir de la base de que, en ocasiones, nuestra mente nos engaña. La realidad que observamos pasa primero por unos determinados filtros. Éstos hacen que ante un mismo acontecimiento (como cambios, rupturas, situaciones inesperadas…), éste sea contemplado como una maravillosa oportunidad o como un hecho negativo.
Estos filtros de pensamiento son tan potentes que pueden llegar a actuar como trampas, que nos atrapan y nos provocan emociones no siempre agradables. Además, pueden hacernos tomar decisiones o llegar a conclusiones que no sean del todo correctas.
En definitiva, cuidando nuestra higiene mental podemos escaparnos de nuestras propias trampas intelectuales. ¿Cómo hacerlo? Siguiendo estos principios racionales, nos será más fácil razonar y resolver nuestros problemas.
- Buscando pruebas o argumentos que se opongan a nuestras creencias.
- No creyendo una afirmación como verdadera porque creamos que parte de ella lo es.
- Recordando que cambiar de opinión a la luz de nuevas pruebas es señal de fortaleza, no de debilidad.
- Tratando de no dejarnos llevar poco a poco hacia una acción que, en un principio, no habríamos elegido.
- No dejándonos arrastrar por una multitud para llevar a cabo acciones que no haríamos estando solos.
Puede que no todos nuestros errores de pensamiento se solucionen mediante los principios racionales que sugerimos en este artículo; pero sí que es muy probable que, con un poco de esfuerzo, seamos capaces de mejorar enormemente a la hora de tomar decisiones y entender cómo funciona el mundo realmente.
“El género humano tiene, para saber conducirse, el arte y el razonamiento”.
-Aristóteles-