Esta Nochebuena móviles y rencores fuera de la mesa
La Navidad ha llegado un año más, una fecha esperada con ansia para muchos y temida por otros. En cualquier caso, de nosotros depende que verdaderamente mantenga su nombre y sea digna de llamarse “Nochebuena”.
Hay diferentes maneras de vivir estas fechas, tantas casi como personas viven en el globo terráqueo. Están los que ponen un decorado de luces que ocupa toda la fachada, los que son más discretos y prefieren el belén pequeñito o un árbol en formato mini y los que, desde luego, odian los adornos navideños.
Están los del turrón duro y los del turrón blando, los que prefieren mazapanes o los que no incluyen un dulce en su mesa. Sea como sea, cada uno trata de pasar esa noche como verdaderamente desea y tratando de ser fiel a sus costumbres. También están los que no les gusta la navidad, y ojo, están en su derecho. Estas personas ven absurdo el hecho de tener que estar feliz o ser generoso de una manera forzada, solo porque la fecha así lo demanda desde tiempos inmemoriales.
Nochebuena: una noche de sentimientos encontrados
Todos sabemos que son fechas entrañables, pero también difíciles: emociones muy diversas se encierran en un mismo escenario y pueden generar conflictos. Entre ellas, nostalgia por los que no están, tensión por la asistencia de un familiar poco apreciado o irritabilidad por un consumismo excesivo.
Es solo una fecha, sí, pero podemos verlo a través de otra óptica: como una oportunidad que tenemos para ser mejores. No esperes que tengan un detalle contigo, adelántate tú y hazlo. Regala miradas de complicidad y aprovecha para rememorar.
Tomemos ejemplo de los más pequeños, pues ellos están verdaderamente entusiasmados con la magia de la navidad, y no solo por los regalos. Están excitados porque pueden irse tarde a la cama e iniciarse en juegos de mesa, porque se rompe la rutina y pueden desenvolverse en situaciones nuevas. Lo justo sería devolver el favor a los niños educándoles en valores, y dando ejemplo de cordialidad dentro de la familia.
Pasado pisado
Guardemos los temas conflictivos y dejemos los reproches aparcados, no es el momento. Hacer sentir bien al que tenemos al lado es una fuente de bienestar enorme que contagia a todo el entorno de un estado de confort. Se trata de unir lazos e ir más allá de esas rencillas que, de una manera u otra, en mayor grado o menor grado, parecen existir en todas las familias.
Sea donde sea, habrá una mesa preparada, con más o menos gente, pero una mesa con su propia historia. Tratemos de disfrutar de una noche, si no mágica, agradable. Piensa que a veces es mejor encontrar la paz interior que tratar de llevar razón.
Es en este momento del año en que empezamos a hacer balance de lo bueno y malo y elaboramos una la larga lista de propósitos de los cuales quizá cumplamos la mitad. Y hablando de propósitos… ¿por qué esperar a ponerlos en marcha si podemos empezar esta misma noche a ser mejores?
Presta atención a los buenos momentos que has pasado con aquellos que te rodean esa noche. A mí me gusta hablar de flashazos, de esos recuerdos esenciales guardados en nuestro disco duro a lo largo de este año. Amplía la imagen si es necesario para hacer una captura de pantalla de lo más importante, y accede a esos lugares seguros para ti y que te trasladen a un estado de tranquilidad.
Una oportunidad para ser mejores
Cualquier día del año es bueno para celebrar, pero ya que casualmente es día 24, vamos a aprovecharlo. Ten en cuenta que ninguna familia es perfecta, pero es la tuya, y puedes aprender algo de todos aquellos que la componen.
No se trata de que sea la mejor noche del año, ni de que los regalos sean perfectos o de hacer que no existan los problemas…se trata de intentar ser mejores y dejar de recrearnos en lo negativo que nos predispone a un estado de malestar.
A ti que no te conozco (o sí), deja los móviles y los rencores fuera de la mesa. Hoy los “te quieros” no están demás, tampoco las sonrisas ni los besos. Desea una buena noche a todos los que pasen por tu cabeza, y sobre todo, FELIZ NAVIDAD.