¿Estamos programados para enseñar?
Decía el poeta y pensador Emerson que “los años enseñan muchas cosas que los días jamás llegan a conocer”. Durante generaciones, los aprendizajes han sido el mayor legado que los padres han dejado en los hijos. ¿Significa esto que estamos programados para enseñar, para colaborar en el aprendizaje?
Hay mucho que reflexionar sobre nuestra predisposición a enseñar. ¿Nacemos como libros en blanco sobre los que plasmar la obra de una vida? ¿Tenemos una herencia genética que nos predispone a ser más o menos reacios a aprender? Todas ellas son preguntas que muchos pensadores, filósofos y psicólogos se hacen o han hecho en algún momento de su carrera.
La forma de enseñar de pigmeos Aka
Uno de los pensadores que se preguntó si existe una enseñanza innata fue el antropólogo Barry Hewlett. Este profesor de la Universidad de Washington State de Estados Unidos se fijó en la tribu de los pigmeos Aka, hace unos 40 años, al observar que los padres entregaban hachas y cuchillos a sus hijos durante los descansos en las cacerías en grupo.
La curiosidad de Hewlett fue mayúscula al observar que ninguno de los niños Aka se cortaba con las armas. Lo que para una persona occidental es irresponsable, para los padres de aquella tribu simplemente es una forma de enseñar que ha perdurado durante siglos.
Así pues, Hewlett ha seguido investigando a lo largo de estos 40 años, y ha concluido que la enseñanza sí es innata en el hombre. Para llegar a esta conclusión, Hewlett ha estudiado tanto grupos sociales pequeños, como los propios Aka, así como la educación formal que cualquiera de nosotros puede recibir en su hogar o en una escuela. Para él, estamos programados para enseñar.
Enseñar jugando
El caso del pueblo Aka, por sorprendente que parezca, es muy importante, pues es una de las últimas tribus de cazadores y recolectores que quedan en el mundo. Si observamos nuestra historia, la civilización tal como la conocemos hoy día apenas tiene unos pocos miles de años, sin embargo, el hombre lleva viviendo en grupos muchos más.
De ahí que Hewlett considere vital la importancia de los Aka, pues lo que enseñan y cómo lo hacen es una representación gráfica e histórica de nuestra propia especie y de la evolución humana a lo largo de los siglos.
Así pues, los Aka, al ofrecer pequeños cuchillos y hachas a sus niños, consideran que estos están jugando. Ellos no les coaccionan ni les obligan, simplemente les ofrecen libertad individual, sin más tipo de intromisión o intervención.
Al ofrecerle las armas como método para jugar, sin mayor intención intervencionista, pero siendo este un medio para el aprendizaje, Hewlett deduce que la enseñanza es una primitiva de nuestra naturaleza: el hecho de facilitar medios, de facilitar herramientas.
Enseñar para que el otro aprenda
Hewlett se ha basado en estudios sobre teorías cognitivas previas de psicólogos como Gergely, quien considera la enseñanza como una actividad universal, lo que se se llama hoy día pedagogía natural, consistente en que los niños reaccionan con sensibilidad a señales informativas importantes imitando comportamientos.
En este sentido, el antropólogo considera que tanto maestro como alumno aprenden y evolucionan juntos de forma natural. El joven interpreta señales que recibe del adulto, mientras el progenitor aprende a usar dichas señales de forma que llamen la atención de su interlocutor.
“Si quieres aprender, enseña”
-Cicerón-
Así pues, al igual que hacían los Aka, los maestros dedican cierto tiempo a mostrar nuevas habilidades a los alumnos, quienes mediante imitación comienzan con su proceso de aprendizaje aún tratándose de bebés de pocos meses.
Sea como fuere, pequeñas intervenciones en el juego del niño ofrece un gran valor para el chico. El joven hace uso de su aprendizaje innato y se siente motivado e intrigado, por lo que con total autonomía interioriza los conceptos, habilidades y enseñanzas.
“Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”
-Séneca-
No cabe duda de que Hewlett lo tiene claro. La enseñanza innata está implícita en el código genético de cada uno de nosotros. Su estudio parece convincente. Así pues, tanto el trasvase de conocimientos como el aprendizaje es heredado y natural. ¿Qué opinas tú?