8 estrategias psicológicas para gestionar el fracaso

8 estrategias psicológicas para gestionar el fracaso
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 04 octubre, 2018

Gestionar el fracaso o ese poso emocional que nos dejan aquellas actuaciones que no tienen el resultado esperado  es una tarea cotidiana. Ante un nuevo proyecto, bien sea económico, académico o personal, se nos plantea siempre la misma pregunta: ¿y si fallo? No hay pregunta que nos atemorice más, y es que el éxito es lo que más nos importa. Sin embargo, ¿nos hemos preocupado por tener una buena estrategia para saber levantarnos cuando nos caemos? Porque muchas veces este es precisamente el principio del éxito…

Ser capaz de superar los fallos, los problemas, la frustración o incluso el estrés puede suponer la diferencia entre tener éxito o hundirnos en un pozo de difícil salida. Por ello, debemos trabajar no solo para obtener nuestras metas, sino también para saber gestionar el fracaso.

¿Qué entendemos por éxito?

El éxito depende de cada situación y de cada persona. Por lo general, se asocia al ámbito económico y laboral. Un buen sueldo, derivado de tener un buen trabajo. Sin embargo, el éxito se encuentra materializado en numerosos planos de nuestra vida. La deseabilidad social, la calidad de las relaciones sociales que establecemos, encontrar a esa persona que nos complementa…

No siempre vamos a obtener todo aquello que queremos, y saber manejar estas situaciones nos ayudará a sobrellevarlo mejor e incluso a salir reforzados.

Mujer celebrando el éxito

¿Qué entendemos por afrontamiento?

El afrontamiento implica una serie de pensamientos, de procesos cognitivos que orientan nuestra conducta a la resolución del problema. Continuamente estamos cambiando la forma de proceder, dependiendo de los recursos que tengamos o de las demandas que el entorno, o nosotros mismos, generemos.

¿Y cuáles son esas estrategias? A lo mejor estamos pensando en procesos específicos y de gran elaboración. Sin embargo, cualquier tipo de respuesta que demos inmediata a un suceso (ya sea bueno o malo), va a suponer un método de afrontamiento. Así, llorar por la ruptura de una relación supone ya en sí una estrategia de afrontamiento. Pero también lo es salir esa noche de fiesta con tus amigos, ir al gimnasio “para desconectar” o quedarte viendo una maratón de tus películas favoritas. Todas son diferentes entre sí, pero igualmente válidas para gestionar esa sensación de malestar.

Estrategias generales

Podemos distinguir en un primer momento, y de forma muy general, dos tipos de estrategias:

  • Estrategias de resolución de problemas: aquellas que están dirigidas a focalizar el cambio en el problema. Este último ha sido la causa de generación de malestar, por lo que, modificándolo, se busca transformar la situación.
  • Estrategias de regulación emocional: adaptación de la respuesta emocional que damos al problema. Es decir, se podría entender como un mecanismo de autocontrol. Adecuamos al estímulo la solución dada.

“Si el plan no funciona, cambia el plan, no cambies la meta”

-Anónimo-

No todas las estrategias resuelven positivamente el conflicto. Podemos responder en un momento dado de una determinada manera, pero las consecuencias emocionales posteriores pueden no ayudar a mejorar la situación. Al contrario, pueden incluso empeorarla. Por ejemplo, si respondemos con un grito (regulación emocional) a una persona que nos ha generado un daño, la situación sigue sin variar. Pero es que, además, perpetuamos ese daño, enquistando el conflicto que ya existía.

Hombre con gafas pensando

Formas de gestionar el fracaso

Lazarus y Folkman fueron los precursores en fijarse en nuestra manera de gestionar el fracaso y sus repercusiones. Evaluaron y clasificaron los pensamientos y las acciones que llevamos a cabo para lidiar con diversos problemas a los que nos podemos enfrentar a lo largo de nuestra vida y que puede resultar estresantes.

En total son ocho estrategias que engloban tanto a aquellas que aluden a la resolución de problemas como a la regulación emocional. A su vez, cada una de ellas consta de una serie de ítems reflejados en diferentes formas de comportamiento o de pensar; formas que engloban a las distintas maneras que tenemos las personas de solucionar los problemas a los que nos podemos enfrentar. Ello se recogió en un cuestionario, el famoso Ways of Coping.

Tipos de estrategias para gestionar el fracaso

  • Confrontación: la persona vuelve a la realidad para intentar modificarla, de alguna manera busca levantar ese fracaso, volverlo a intentar. En ocasiones, esta estrategia entraña grandes riesgos ya que implica que la persona tiene que invertir más recursos; ya sea para conseguir esa nueva oportunidad, ya sea para asegurarse el éxito.
  • Distanciamiento: contrario al anterior. En este caso, el sujeto intenta distanciarse de lo que ha ocurrido. Especialmente en cuanto a las atribuciones que hace, intentando minimizar su papel en lo ocurrido.
  • Autocontrol: los esfuerzos de la persona se centran en regular las emociones. No significa no hacer nada, sino que se trata de una acción mental.
  • Apoyo social: esta estrategia se basa en encontrar apoyo en el entorno en que nos rodea. En ocasiones, la exteriorización de lo que sentimos puede ayudarnos a enfocar mejor el problema. Hablar con otras personas, que nos escuchen y que nos aconsejen, puede ayudarnos a ver las cosas desde otra perspectiva.
  • Aceptación de responsabilidad: reconocer el papel que cada uno haya jugado en el desarrollo de lo que haya sucedido. El aceptar el hecho de que hayamos podido tener parte de culpa (locus de control interno), focaliza la resolución del problema en nosotros mismos.
  • Escape o evitación: se fantasea con posibles soluciones que podríamos llevar a cabo, pero no se pone en marcha ninguna. Otras estrategias que entran dentro de este grupo pueden ser más activas, pero igualmente responden a este esquema de evitación: comer, beber, fumar, etc.
  • Planificación: se piensan y desarrollan posibles estrategias para solucionar el problema como método de afrontamiento. La planificación también puede aludir a trazar un mapa de acción para minimizar las pérdidas asociadas a ese fracaso.
  • Reevaluación positiva: percibir los aspectos positivos que podamos obtener de ello. Se entiende popularmente como “ver el lado bueno de las cosas”.

En definitiva, la vida es un aprendizaje constante. Pocas veces ese cauce del que participamos toma el curso deseado, así y en este sentido puede aparecer la sensación de fracaso o un sentimiento de frustración. Algo normal, nada hay de patológico en ello. Ahora bien, nuestra oportunidad para crecer y sacar rendimiento a lo invertido aparece cuando ponemos en marcha nuestros recursos emocionales para gestionar ese fracaso. Es entonces cuando aparecen esas lecciones vitales que uno solo puede recoger en carne propia y que nos hacen más sabios todavía.

Mujer caminando por la vía del tren

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.