4 factores que alteran la arquitectura y la calidad del sueño
El sueño es un proceso fisiológico crucial para nuestro bienestar. Cada vez son más los profesionales que se hacen eco de la importancia de cuidar nuestro descanso, promoviendo estilos de vida que lo protejan. Sin embargo, más allá de que exista este tiempo, hemos de asegurarnos de que el descanso sea de calidad, y para esto necesitamos conocer qué es la arquitectura del sueño y qué factores pueden alterarla.
La relevancia de este aspecto radica en que el sueño no es igual en todo momento, sino que atraviesa diversas fases. Cada una de ellas cumple unas funciones específicas que deben tener lugar si queremos que nuestro organismo funcione correctamente.
De este modo, cuando la arquitectura del sueño se altera, la calidad del descanso se ve afectada y podemos privarnos de procesos sumamente necesarios. Si quieres conocer más al respecto, te invitamos a seguir leyendo.
¿Qué es la arquitectura del sueño?
La arquitectura del sueño recoge cómo está construido este fenómeno, qué fases atraviesa y qué características componen cada una de ellas. Y es que no podemos conceptualizar el sueño como un estado único y homogéneo diferente a la vigilia. En realidad, es necesario atender a su forma y a cómo se estructura en cada momento.
En un adulto sano, el sueño se organiza en ciclos de unos 90-120 minutos que están conformados por diferentes fases. Así, cada ciclo completo incluye el siguiente recorrido:
- Fase 1: esta es una etapa de adormecimiento caracterizada por la presencia de ondas cerebrales theta. Comenzamos a sentir somnolencia, pero aún somos capaces de percibir la mayoría de estímulos ambientales.
- Fase 2: en esta etapa la actividad cerebral se ralentiza, disminuye el ritmo cardiaco y respiratorio y se reduce el tono muscular. A nivel cerebral, se aprecia la presencia de ondas delta en pequeñas cantidades.
- Fase 3: para este momento, el sueño se ha vuelto más profundo y somos menos capaces de percibir los estímulos del entorno. Esta etapa está dominada por ondas delta y dura un par de minutos.
- Fase 4: en la fase 4 entramos en un estado de relajación profunda y tanto la presión arterial como el ritmo cardiaco se mantienen bajos. No hay tono muscular y debido a lo profundo del sueño, es difícil despertarnos en este momento. Además, es una fase crucial en cuanto a lo reparador del descanso.
- Sueño REM: en las etapas anteriores predomina el sueño no REM, el cual se diferencia de esta última etapa conocida como sueño REM. En esta fase el cerebro está muy activo y aparecen los característicos movimientos oculares rápidos; también es el momento en que soñamos. Por tratarse de la fase final, es común experimentar pequeños microdespertares al finalizarla.
Factores que afectan la arquitectura del sueño
Cada momento del sueño tiene sus propias características y particularidades, y todos ellos son necesarios. Esta es una de las razones por las que es tan importante que el sueño sea continuado; lo saludable es que se completen los ciclos.
Si esta arquitectura se altera, los procesos de recuperación y restauración biológica y psicológica que tienen lugar mientras descansamos no se producen de manera adecuada, y esto puede afectar a la calidad de vida.
Pero, ¿qué factores pueden alterar la arquitectura del sueño?:
La edad
La edad es el principal elemento a considerar, y es que la arquitectura del sueño varía notablemente a o largo de la vida. Por un lado, se sabe que los bebés presentan ciclos de sueño de unos 50 minutos compuestos únicamente por dos fases: sueño REM y sueño lento. Además, los recién nacidos pasan más tiempo en sueño REM.
Por otro lado, se ha observado que la cantidad de sueño de ondas lentas sigue una progresión no lineal a medida que crecemos. Alcanza su pico máximo en la adolescencia, ya partir de ese momento comienza a descender, siendo realmente escaso en personas de edad avanzada.
Estas diferencias en la arquitectura del sueño que tienen lugar con la edad son naturales y no patológicas, pero nos informan de cómo cambian nuestras necesidades y cómo la estructura del sueño se adapta a ellas. Por ejemplo, el que los bebés pasen más tiempo en fase REM les permite consolidar la gran cantidad de información y aprendizajes nuevos que adquieren del entorno, ya que es en esta etapa cuando ocurre dicho proceso.
El ambiente
El entorno en el que descansamos también puede perjudicar la calidad del sueño, alterando su estructura. Por ejemplo, el ruido ambiental, la exposición a la luz durante la noche o las interrupciones causadas por otras personas pueden llevarnos a tener un sueño fragmentado y, por tanto, poco reparador.
Sí, es posible que durmamos todas las horas necesarias, pero los despertares frecuentes (por pequeños que sean) nos impiden completar los ciclos naturales de sueño. Por lo mismo, es crucial asegurarnos de tener unas buenas condiciones al momento de descansar.
Factores internos
Hay elementos relacionados con la propia persona que también pueden influir. Uno de los más comunes es el estrés, el cual, al presentarse en niveles elevados, no solo produce insomnio, sino también un sueño de mala calidad. Esto es debido a que se estimula la producción de cortisol e hipocretinas (sustancias que promueven el estado de vigilia), lo cual hace que el sueño sea eminentemente ligero y fragmentado y conduce a despertares precoces.
Por otro lado, han de considerarse los problemas de salud tanto física como psicológica. Y es que el dolor (agudo o crónico) y otros síntomas de enfermedad que causan malestar afectan indudablemente a la capacidad de descansar de forma correcta. Igualmente, diversos trastornos psicológicos han mostrado alterar la arquitectura del sueño en quienes los padecen.
Por ejemplo, el TDAH parece generar un mayor porcentaje en los cambios de estadio del sueño y una menor eficiencia del sueño en comparación con controles sanos. Igualmente, las personas con trastorno bipolar parecen presentar una mayor actividad REM.
Fármacos y sustancias
No podemos olvidar que ciertas sustancias pueden tener un efecto en la estructura del sueño.
Por ejemplo, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina se han asociado con un posible efecto supresor del sueño REM; mientras, el metilfenidato utilizado para tratar el TDAH parece aumentar la latencia de sueño. Igualmente, el consumo de drogas afecta la arquitectura del sueño, tanto en periodos de consumo como en los de abstinencia.
Cuidar la arquitectura del sueño es cuidar la salud
En definitiva, hay varios factores que pueden alterar la estructura o forma del sueño y repercutir negativamente en la persona. Un sueño de mala calidad se ha relacionado con somnolencia diurna, irritabilidad, problemas de concentración y un deterioro del bienestar afectivo y físico. Por lo mismo, es importante que cuidemos la calidad de nuestro descanso y no solo la cantidad de horas que dormimos.
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