5 factores que nos protegen frente a la adversidad
La resiliencia es producto de la genética, pero también de nuestras experiencias y de nuestro buen hacer. Se trata de una virtud que puede perderse o no desarrollarse porque las circunstancias lo impiden.
Si pudiéramos hacernos un análisis mental de la misma manera en la que nos hacemos un análisis de sangre, nuestros niveles de resiliencia hablarían de la fortaleza de nuestra salud mental frente a acontecimientos, tanto internos como externos, que pudieran amenazarla.
Por otro lado, al igual que la resiliencia, existen otros factores o variables que nos hacen más fuertes mentalmente, de una manera saludable. Precisamente por su importancia, queremos hablar de ellos en este artículo.
La prosperidad no existe sin temores ni disgustos, ni la adversidad sin consuelos y esperanzas.
1. Personalidad flexible
Uno de los factores que protegen ante la adversidad es una personalidad flexible. Este es uno de tantos casos en los que todo es muy armónico en el papel, pero no tan preciso en la realidad. En principio, ser o no flexible no es una decisión deliberada. La formación y las experiencias determinan esto en gran medida.
Una personalidad flexible se caracteriza por la adaptabilidad. Existe la suficiente apertura como para acomodarse mental y emocionalmente a situaciones que chocan de alguna manera con lo que se desea. Es una gran virtud que tampoco nace de manera silvestre.
Algunas personas han contado con patrones de educación y con experiencias que les permiten ser más abiertas y adaptables frente a la vida. Otros se han cerrado y han adoptado rigideces en su carácter porque defenderse a rajatabla les ha ayudado a superar problemas. Hacer el cambio no es fácil, pero sí es posible.
2. Red de soporte social
Una red social de soporte es otro de los factores que protegen ante la adversidad. Las probabilidades de superar una situación difícil y convertirla en un aprendizaje valioso también dependen del apoyo con el que se cuente.
Es más fácil estancarse y no encontrar salidas cuando buscas superar solo una circunstancia compleja. La familia, los amigos y la comunidad tienen la capacidad para potenciar los recursos personales frente a la adversidad.
El grupo social tiene la posibilidad de ayudar a incrementar la autoconfianza. También de hacer más livianas las cargas que imponen las privaciones o el sufrimiento. Si se cuenta con el soporte de otros, es más fácil atravesar una etapa oscura.
3. Inteligencia
Más que el coeficiente intelectual o la cantidad de títulos con que se cuente, lo que importa en este caso es la inteligencia práctica. Cuanto más inteligente sea una persona, más posibilidades tiene de enfrentar la adversidad con éxito.
Hasta hace un tiempo, se creía que veníamos al mundo con una dosis de inteligencia ya definida. Se suponía que podríamos llegar hasta cierto punto en ese terreno, pero no pasar de ahí. Hoy se sabe que esto no es cierto.
Si bien existen límites genéticos, lo cierto es que todos podemos ser más inteligentes si cultivamos y ejercitamos el cerebro. En realidad, no importa cuál es el nivel de inteligencia que tengamos, sino la manera en que la aplicamos a situaciones concretas. Ante la adversidad, es importante consultar con la razón y hacer uso de la reflexión.
4. Empatía
¿Por qué la empatía es uno de los factores que protegen ante la adversidad? La empatía es la capacidad para comprender al otro desde su propio punto de vista. Esto solo puede hacerse de manera auténtica, si previamente comprendemos nuestros propios sentimientos.
La empatía hace que el flujo de afecto sea más dinámico. Asimismo, es una virtud que previene el conflicto y ayuda a sortear las situaciones de contradicción con más eficiencia. Ante una adversidad, la persona empática tiene un recurso adicional para administrar sus propias emociones y sortear mejor las de los demás.
5. En los niños, al menos un adulto con fuerte interés
En el caso de los niños, uno de los factores que más protegen su salud mental frente a la adversidad es tener la seguridad de que al menos pueden contar de manera incondicional con un adulto.
Los niños que crecen en medio de una gran orfandad suelen tener menos estrategias para hacer frente a las circunstancias negativas. Esta desventaja se basa en muchos hechos derivados de la ausencia o de la falta, pero quizás el más significativo sea el de no haber contado con un modelo al que pudiesen imitar.
En este caso, no importa que ese adulto no sea el padre o la madre. En sí, el mundo adulto representa para el niño un referente de realidad. Lo ideal es que sean los padres quienes ofrezcan ese punto de referencia, pero si no es así, un adulto coherente tiene gran impacto en la mente del niño.
Para cerrar…
Los factores que protegen ante la adversidad pueden y deben desarrollarse o implementarse de forma continua. Si están presentes cuando surge una situación difícil, se convertirán en aspectos decisivos para superar la dificultad y salir avante de la situación.
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