Las fases del alzhéimer
La literatura médica actual considera que las causas de aparición de la enfermedad de Alzheimer son múltiples y complejas. De ellas, el principal factor de riesgo que no se puede modificar es la edad. Lo positivo es que la investigación sobre esta patología no ha cesado en décadas, lo que ha permitido afirmar que existen una serie de fases del Alzheimer en lo que respecta a su diagnóstico y evolución.
En esta enfermedad neurodegenerativa es característico el deterioro cognitivo y conductual de quien la padece. Su comienzo suele ser insidioso, es decir, es una patología que avanza lentamente y de forma gradual, por lo que sus síntomas no son obvios desde un principio. Su curso es progresivo y suele darse en adultos, principalmente en la etapa de la vejez.
Fase preclínica
Esta fase se sustenta en la evidencia de que el proceso patológico de esta enfermedad comienza años antes de su manifestación clínica. De ahí el inicio insidioso al que hacíamos referencia en el párrafo anterior. Pensemos en la importancia de esta etapa de cara a descubrir tratamientos que puedan prevenir un deterioro mayor o incluso frenar su evolución.
Aunque es la fase hasta ahora menos estudiada, se sabe que es un estado en el que empiezan a producirse alteraciones moleculares que derivan en un proceso de degeneración de las neuronas. No obstante, esas alteraciones aún resultan insuficientes para causar síntomas. Por tanto, con alzhéimer preclínico nos referimos a una fase en la que la persona se encuentra todavía asintomática.
Fases del alzhéimer
Las etapas por las que atraviesa un paciente con esta enfermedad se deben considerar como una guía genérica. Esto es debido a que el alzhéimer puede afectar a cada persona de manera distinta.
Algunas pueden experimentar síntomas de manera más o menos intensa o simplemente atravesar estas fases de forma diferente. Así, una vez diagnosticada la enfermedad, se distinguen tres fases del alzhéimer:
Etapa temprana (leve)
En esta fase, la persona puede desenvolverse de manera autónoma e independiente: puede hacer recados, participar en eventos sociales o trabajar. Sin embargo, puede empezar a sentir que pierde la memoria, porque se olvida de algunas palabras que usa de manera habitual o pasa tiempo buscando objetos cotidianos por no recordar dónde los dejó la última vez.
En este momento, su entorno más cercano puede empezar a notar sus dificultades de memoria o concentración. Y el médico es capaz de, atendiendo a criterios clínicos, concluir que puede estar empezando a manifestarse la enfermedad.
Etapa media (moderada)
Esta fase del alzhéimer es la de mayor duración, ya que puede prolongarse muchos años. A medida que avanzan esos años, es probable que la persona que lo padezca necesite mayor atención. Esto se debe a que las alteraciones neuronales dificultan que la persona manifieste de manera adecuada sus pensamientos o emociones y que realice tareas del día a día.
Es frecuente que estén de mal humor, que se frustren o se enfaden sin razón aparente. También que les cambie la personalidad o el comportamiento, de manera que se comporten de manera inesperada (no querer ducharse, por ejemplo). En esta fase es habitual que la persona confunda palabras o no recuerde detalles de su vida que han sido especialmente importantes para él. Por ejemplo, su número de teléfono, la fecha de su boda, la universidad en la que estudió, dónde se encuentra o el día y año que es.
Todo ello aumenta el riesgo de que pueda perder la noción del tiempo y del espacio y, por tanto, desorientarse o perderse. Esto repercute en su necesidad de un nivel mayor de atención por parte de cuidadores.
Etapa final (grave)
La fase más grave de la enfermedad dificulta enormemente la capacidad de estas personas para comunicarse con su entorno. Es posible que no sean capaces de seguir una conversación, articular palabras, tragar o controlar los movimientos de su cuerpo.
Esto hace que necesiten asistencia continuada para poder realizar sus actividades de la vida diaria, así como de aseo y cuidado personal. De la misma manera, sus habilidades cognitivas empeoran y aumenta su vulnerabilidad a ciertas infecciones como la neumonía.
Importancia del diagnóstico precoz
La esperanza de vida ha aumentado en España en los últimos años, así como la calidad de la atención asistencial. Por eso, es esperable que en un futuro cercano haya una mayor prevalencia de este tipo de enfermedades neurodegenerativas.
En este sentido, dado que ya se conocen cuáles son las fases del alzhéimer, una de las líneas de trabajo de investigación actuales es la del diagnóstico precoz. Los beneficios que generaría esto en el paciente se verían reflejados en múltiples niveles. Y repercutirían directamente en su calidad de vida, puesto se ralentizaría el deterioro cognitivo característico de esta patología.
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