Inteligencia y sentido del humor: la risa como creatividad del ser
El buen sentido del humor, el que sabe sacar ese punto de afinada ironía e ingenio a una realidad a menudo un tanto gris y con aristas, es casi siempre un signo de inteligencia. Es el arte de quien perfila lo que ve con elegante sátira para hacernos reflexionar, de quien consigue sacarnos sonoras carcajadas al hacernos tomar conciencia de una realidad menos rígida, clara y original.
Si volvemos ahora nuestra mirada al pasado y retomamos por un momento los textos de Platón nos llevaremos sin duda una pequeña sorpresa al respecto de este mismo tema. El célebre filósofo griego y maestro de Aristóteles advertía que el sentido del humor y la risa eran poco más que un atributo del mal hacer. Según él, toda persona que hacía uso de las bromas y el chiste demostraba un comportamiento orgulloso, era alguien que se vanagloriaba de sí mismo y se atrevía a ridiculizar a los demás.
“Una persona sin sentido del humor es como un vagón sin resortes. Es sacudido por todas las piedritas del camino”.
-Henry Ward-
Si Platón mantenía esa visión era porque de algún modo, el arte de hacer reír a los demás pasa a veces por hacer uso del agravio, por desafiar códigos morales y ridiculizar así a ciertos colectivos de la sociedad, cosificando a las personas, sus creencias, atributos físicos, etc. Ahora bien, cabe decir que pocas artes pueden llegar a ser más elevados como el de aquellos que usan el sentido del humor de un modo sofisticado, creativo, huyendo de lo ordinario y del encasillamiento.
El sentido del humor y su relación con la inteligencia
El sentido del humor en una persona es sin lugar a dudas su mejor carta de presentación. Esto es algo que todos habremos advertido en más de una ocasión. Así, nada dice tanto de alguien como descubrir qué es aquello que le hace reír (o no), su capacidad para entender las más sibilinas ironías o su habilidad para relajar momentos de tensión o preocupación haciendo uso del más ingenioso sentido del humor, ese que casi sin querer potencia aún más la conexión interpersonal.
De este modo, lo creamos o no, aquellos que tienen la habilidad de hacer uso de un sentido del humor más afinado y creativo de lo normal suelen presentar por término medio un coeficiente intelectual elevado. Ahora bien, sabemos a su vez que hay perfiles con un CI muy alto que no son precisamente muy dados al chiste, a la ironía o a esa ingeniera donde nombres como Oscar Wilde, George Bernard Shaw o Groucho Marx son sin duda los exponentes más clásicos.
Cabe decir que hay matices, detalles que hacen este tema aún más interesante. Así, tal y como se reveló en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Wien, Austria, las personas con un gran sentido del humor obtenían puntuaciones muy elevadas en inteligencia verbal y en inteligencia emocional.
La evidencia de estas investigaciones demuestra además que existe una asociación directa entre el sentido del humor, las habilidades cognitivas, la inteligencia emocional y la autoestima.
- Por lo general, son perfiles extrovertidos que hacen uso de su humor como estrategia de afrontamiento ante el estrés, las preocupaciones o la adversidad del día a día.
- Los psicólogos evolutivos, por su parte, describen el sentido del humor como un “rasgo hereditario”, ese que podrá determinar en nosotros una mayor agilidad y flexibilidad mental o, por el contrario, un enfoque más rígido.
- Asimismo, se descubrió que estilos de humor más negativos basados en el sarcasmo, el ataque el uso de la ridiculización o la burla se asocia, por el contrario, con ánimos más decaídos y tendentes a la depresión.
El sentido del humor y la creatividad
Cuando se le preguntó en una ocasión a Albert Einstein de dónde surgía su ingenio, creatividad e inteligencia, él respondió -con total naturalidad- que el secreto estaba en su sentido del humor, el mismo que le venía acompañando desde su infancia. Porque por dentro, seguía siendo ese niño capaz de mirar el mundo con curiosidad e inocencia, alguien que nunca había perdido su capacidad de asombro, su capacidad de reír.
Lejos de ser una anécdota trivial, Einstein sabía muy bien lo que decía cuando enfatizaba la importancia del sentido del humor en su relación con la inteligencia humana. De hecho, muchos estudios neuropsicológicos respaldan la idea de una asociación entre nuestros estados emocionales positivos y la creatividad, así como con la inteligencia. No podemos olvidar que la risa aumenta la producción de dopamina en el cerebro, y este neurotransmisor “enciende” también esos mecanismos neurales que median en el aprendizaje.
Como resultado, nos volvemos más flexibles y creativos, mejora nuestra memoria de trabajo y se potencia incluso nuestro enfoque mental, nuestra atención. La risa es vida y el sentido del humor nos conecta mucho más entre nosotros, se reduce el estrés, fortalecemos el sistema inmunitario y siendo además mucho más productivos en nuestros trabajos.
Al final, resulta muy cierto eso que se comenta tan a menudo de que la vida es cuestión de amor y humor. Amor para comprenderla mucho mejor y humor para soportarla cada día. Por tanto, no despreciemos los beneficios de este gran afrodisíaco para el corazón y el cerebro. Porque si el sentido del humor nos hace más inteligentes, vale la pena hacer uso de él de forma ingeniosa y hábil para relativizar una realidad que a veces merece ser vista de otro modo más distendido.