Jane Austen, la escritora de la empatía
Quienes conozcan la obra y el canon de Jane Austen siempre tendrán una misma sensación cuando inician sus lecturas. La de calzarse en la vida de otras personas y mirar por la cerradura de una puerta para conocer las intimidades de una serie de personajes. No importa que su autora falleciera hace 206 años y que ese mundo de damas y caballeros nos traslade a otras épocas lejanas.
Aunque los contextos históricos y sociales fueran otros, las necesidades humanas siguen siendo las mismas. Es muy fácil empatizar con buena parte de los hombres y mujeres que Austen nos presenta en sus libros. Nos identificamos, por ejemplo, con Elinor Dashwood, habituada a contener sus emociones por priorizar siempre las de su hermana Marianne, en Sentido y sensibilidad.
Tampoco podemos olvidar a la que, quizá, es la figura femenina más querida de sus obras, la aguda y vanguardista Elizabeth Bennet. Nos atrae por su fuerte personalidad y cómo no, por debatirse entre la pasión y el orgullo hacia el señor Darcy. Destacables son también los personajes masculinos como Jorge Knightley quien, en la novela de Emma, fascina por su delicada bondad.
Podríamos decir sin equivocarnos que Jane Austen fue la escritora de la psicología humana y también de ese mapa de emociones y necesidades que todos podemos identificar a través de personajes muy convincentes.
“Hay pocas personas a las que amo de verdad, y aún menos de las que pienso bien. Cuanto más veo del mundo, más insatisfecho estoy con él; y cada día confirma mi creencia de la inconsistencia de todos los caracteres humanos”.
-Orgullo y prejuicio, 1813-
Jane Austen y el juego de la empatía
Aunque Jane Austen dotó a la mayoría de sus novelas de un idílico final feliz, su vida no tuvo gozó de ese desenlace. Estuvo a punto de casarse, pero aquella historia no terminó bien. Falleció a los 41 años y su muerte sigue velada por cierto misterio. Se dice que falleció por envenenamiento con arsénico.
Lindsay Ashford, novelista y periodista policíaca británica, escribió un libro de ficción intentando dar su hipótesis sobre el trágico final de la célebre autora. En aquella época el arsénico estaba prácticamente en todas partes: en el agua, el vino, la ropa y en muchas medicinas. Sin embargo, un estudio reciente estipula que pudiera padecer la enfermedad de Addison, un tipo de trastorno endocrino.
Sea como sea, sus últimos años no fueron precisamente fáciles. A pesar de ello, cuando dejó este mundo en 1817 y su hermano mayor estaba organizando su novela póstuma (Persuasión) para llevarla a la imprenta, decidió escribir unas memorias sobre ella para honrarla. La describió como un espíritu alegre, sensible y benevolente.
Sin embargo, Jane Austen, que tuvo que publicar todos sus libros como pseudónimo (como hicieron las Brontë), tenía una habilidad innegable para capturar la compleja psicología humana…
“Hay personas, que cuanto más hagas por ellos, menos harán por sí mismos”.
-Emma-
Personajes perfectamente imperfectos
Muchos podrían pensar que las novelas de Austen son un mero folletín de novelas rosas. Es cierto que el amor es ese elemento central que confluye y mueve a la mayoría de los personajes. Sin embargo, basta con hacer un análisis de los protagonistas que orlan sus libros para detectar la riqueza de sus caracteres.
Es muy fácil percibir el esnobismo y el servilismo que dominan a muchos de los hombres y mujeres que rodean a los héroes y heroínas de sus libros. Nos sorprendemos y deleitamos ante la hipocresía, siempre tan latente, así como la avaricia y esos eternos prejuicios que, en muchos casos, crean distancias entre los enamorados.
Realidades que nos sirven de espejo
Las historias que Jane Austen nos regaló son un maravilloso ejercicio para despertar la empatía. Nos sirven de reflejo para conectar con nuestras propias necesidades, emociones, defectos y anhelos. Recordemos, por ejemplo, a Fanny Price, la heroína de Mansfield Park. Es una chica menuda y poco atractiva que arrastra consigo más de algún trauma a causa de su tía Norris.
Ese familiar la educó haciéndole creer que no merecía ninguna consideración, puesto que sus primos eran mejores que ella. Sin embargo, Fanny revela un carácter fuerte, es honesta, nada la doblega y siempre es fiel a su conciencia. Conectamos con este rico y fascinante personaje desde las primeras páginas, al igual que con buena parte de las figuras femeninas de Austen.
Jane Austen nos enseñó que la calidad de las relaciones aparece cuando podemos ver las cosas en perspectiva, dejando caer prejuicios y descubriendo a los demás tal y como son.
El valor del amor en todas sus formas
Elizabeth Bennet y Darcy, Emma Woodhouse y el señor Knightley, Fanny Price y Edmund Bertram. Las novelas de Jane Austen nos hacen creer en el amor verdadero, no hay duda. Sin embargo, en sus libros no solo se ensalza el amor romántico, conectamos también con el amor entre los amigos, las hermanas y el de los padres hacia sus hijos.
En Sentido y sensibilidad, empatizamos con ese cariño entre las hermanas Dashwood. En Elionor, tan sensata, en Marianne, tan apasionada y a veces superficial. Interesante es también que la autora nos trace, de manera tan exquisita y encantadora, esa amistad entre hombres y mujeres, como la que terminan construyendo Emma y Frank Churchill.
Es así, a través de la vida de otros, como exploramos sentimientos que nos son conocidos, que nos son propios y que siempre nos gusta reconocer.
Es evidente que las novelas de Jane Austen nos sitúan en convenciones y contextos sociales muy diferentes. Sin embargo, muchas de las luchas en las que se debaten los protagonistas siguen siendo, en muchos casos, las mismas luchas que tenemos ahora. Todos necesitamos revistar nuestros sesgos y prejuicios, los límites que ponen muros a nuestro coraje y que nos impiden amar de verdad.
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- Austen-Leigh, James Edward. A Memoir of Jane Austen. Richard Bentley & Son, 1871. Project Gutenberg. Web. 8 April 2016.
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- Upfal A. Jane Austen's lifelong health problems and final illness: New evidence points to a fatal Hodgkin's disease and excludes the widely accepted Addison's. Med Humanit. 2005 Jun;31(1):3-11. doi: 10.1136/jmh.2004.000193. PMID: 23674643.