Los tres filtros de la conciencia: freudiano, rogeriano y atencional

La conciencia es como una película que acontece en nuestra mente y que nos permite dar sentido a lo que vemos y sentimos. Los tres filtros que aplicamos a este proceso nos permiten organizar y entender cada experiencia.
Los tres filtros de la conciencia: freudiano, rogeriano y atencional
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 10 marzo, 2022

Mientras leemos este artículo, somos conscientes de las palabras y sus significados. Puede que también lo seamos del móvil, la tableta o el ordenador que estamos manejando con las manos.

Sin embargo, no seremos conscientes de la sensación de la ropa en nuestro cuerpo, de la luz del sol que roza nuestra piel o de cómo nuestras neuronas están trabajando para relacionar lo que dice este texto con nuestros conocimientos previos ya adquiridos. La percepción de lo que sucede en nuestro interior responde a mecanismos que aún no están claros del todo.

De hecho, hasta la propia definición de lo que es la conciencia resulta todavía algo elusiva y confusa para los expertos. Llevamos varios siglos estudiándola y cuesta ponerse de acuerdo. John Locke la entendió como la percepción de lo que sucede en nuestra mente. David J. Chalmers, filósofo del procesamiento cerebral, nos habló de la experiencia personal desde el interior.

William James (1890), comparó la conciencia con un río o un arroyo: es el pensamiento que discurre, es lo que estamos experimentando aquí y ahora. Y lo más importante de todo, cómo lo procesamos o le damos significado.

“La conciencia es una película increíble que parece estar desarrollándose en nuestras mentes”.

-David Chalmers-

cerebro iluminado representando los tres filtros de la conciencia
Las experiencias conscientes definen nuestras vidas, pero la naturaleza subjetiva, privada y cualitativa de estas experiencias y el modo en que las procesa la mente es un misterio.

Los tres filtros de la conciencia

Gregg R. Henriques ​​es profesor adjunto en la Universidad James Madison, en Virginia. Hace diez años diseñó un enfoque para comprender un poco más el funcionamiento de la conciencia. La finalidad era poder intervenir mejor en sus pacientes, comprender sus actitudes, conductas y emociones. Al fin y al cabo, comprender cómo funciona la mente nos permite tener una visión más ajustada sobre el comportamiento humano.

Para ello, enunció la teoría de los tres filtros de la conciencia, siguiendo esa línea tan actual que no pretende otra cosa más que intentar desgranar de manera científica esta dimensión tan relevante. Tal y como explica en un estudio la doctora Anil Seth de la Universidad de Sussex, la conciencia es el mayor misterio de nuestra existencia y es momento de dar respuesta a todos sus enigmas.

El filtro atencional

La atención es el proceso más importante de la experiencia consciente. Aquello en lo que situamos la atención es lo que se hace real para nosotros, lo que orienta nuestra conducta en todos los sentidos.

Dábamos un ejemplo al inicio, para leer este artículo y entenderlo, necesitas poner tu atención en él, priorizar sus palabras sobre otros estímulos que pueda haber en el entorno. Es lo que acontece aquí y ahora; aquello en lo que la mente invierte todos sus recursos en un instante puntual.

Sin embargo, durante este acto llevamos a cabo un poderoso filtrado del que no somos conscientes. Porque en realidad en el cerebro están aconteciendo infinidad de procesos neurocognitivos básicos de los que no somos conscientes. Lo curioso es que el hecho de que no nos demos cuenta es esencial para el rendimiento y el bienestar.

Sería altamente estresante ser consciente de cómo trabajan nuestras neuronas y de cada acontecimiento que se sucede tanto en nuestro interior como en el exterior.

El filtro freudiano

Los tres filtros de la conciencia nos explican no solo cómo funciona nuestra atención, sino también el modo en que ejercemos el autocontrol.

Imaginemos por un momento lo que implicaría decir a las personas todo lo que sentimos y pensamos con fría sinceridad. Revelaríamos de manera cruda y sin anestesia nuestros odios, desprecios y también deseos. Saldrían a la luz nuestras pulsiones y hasta nuestros instintos. Sin embargo, como bien sabemos, esto no sucede, y no ocurre porque la conciencia aplica un filtro que imposibilita estas reacciones.

El filtro freudiano permite que los impulsos se reinterpreten para que sean consistentes con nuestro sistema de principios éticos o de valores. Esto evita, por ejemplo, que llevemos a cabo actos socialmente inaceptables o poco respetuosos. Se trata de realizar un proceso de racionalización interna para crear unas narrativas mentales que nos generen armonía y autocontrol.

Mente con luces representando la técnica del flowtime
El filtro freudiano regula y ejerce un control sobre nuestros impulsos.

El filtro rogeriano

Carl Rogers fue uno de los principales impulsores de la psicología humanista. Su propósito fue ayudar a las personas a lograr su desarrollo, favorecer su evolución y dar forma a un estilo de vida acorde a sus valores y necesidades. Por ello, de entre los tres filtros de la conciencia, podríamos decir que el “rogeriano” es el más interesante.

La razón estriba en que la conciencia también tiene como propósito ayudarnos a construir nuestra identidad. Eso significa que hay un filtro que se sitúa justo entre el “yo social y externo” y el “yo interno e instintivo”. Más allá de lo que mostramos a los demás y lo que reprimimos, hay una tercera dimensión que construimos poco a poco.

Es esa que se atreve a ir más allá de lo socialmente aceptable para ser él mismo, pero sin actuar de manera instintiva. Es quien deja de orientarse a complacer a los demás para pensar en su propio bienestar. Quien atiende sus necesidades sin preocuparse por los juicios ajenos. Porque el “yo” también es importante y ser consciente de ello, también media en nuestro bienestar.


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  • Seth, Anil. (2010). The Grand Challenge of Consciousness. Frontiers in psychology. 1. 5. 10.3389/fpsyg.2010.00005.

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