La calle de los sueños perdidos
Existe un callejón, en las profundidades de nuestra mente, donde van a alojarse los sueños no logrados. Esos que han revoloteado como polillas alrededor de una luz henchidos de ilusiones y ansias, para al final, quedar convertidos en polvo de tristeza tras quemarse las alas.
Los sueños perdidos son las espinas clavadas en nuestro corazón y el espejo de nuestras pequeñas frustraciones, ahí donde devolver la mirada de vez en cuando lamentado lo perdido o lo no alcanzado. Pero ¿qué nos hizo perder el cabo de la cometa de dichos sueños? ¿Un fracaso? ¿El no atrevernos y no encender la fuerza de nuestra valentía para alcanzar dicho deseo? En ocasiones, son muchos los factores que determinan la formación de nuestra calle particular de sueños perdidos. Problemas económicos o personales, el no sentirnos seguros, o eventos de última hora que nos impidieron dar ese paso.
Lo que sí es seguro, es que la calle de los sueños perdidos, es única y exclusiva para cada uno. Ninguna es igual. Pero no dejes que esa calle sea muy larga o muy extensa. No dejes que tu vida entera sea, toda ella, un único sueño perdido.
SUEÑOS PERDIDOS Y SEGUNDAS OPORTUNIDADES
Hay cosas que, evidentemente, quedan para siempre en la esquina de lo imposible. Hechos que ni una máquina del tiempo podría resolver con éxito. Pérdidas personales, fracasos que ya no se pueden remediar… lo sabemos. Pero hemos de aprender a enfrentarnos a ellos de dos formas: asumiendo y afrontando.
Hay personas que viven ancladas en su pasado y en aquello que no pudo ser. La nostalgia tiene un perfume muy tentador y cabe la posibilidad de que nuestra realidad, y lo que somos ahora, se vaya deshilachando al compás de una tristeza irremediable y una posible depresión. Es peligroso. Lamentar de modo continuado aquello que hemos dejado escapar, puede convertirse en un estado perpetuo que nos coloque al borde de un precipicio. De un abismo de insondable sufrimiento.
Debemos aprender a poner en una balanza el pasado y el presente. Conseguir un equilibrio. Lo perdido y lo no alcanzado, debe compensar a lo conseguido. Puede que renunciaras en su momento a estudiar esa carrera porque te casaste. Porque tuvieras un hijo. Porque eligieras aquel trabajo que te dio independencia y unas perspectivas de futuro. Unas pérdidas dan paso a otras oportunidades. Porque en esencia, la vida es esto. Elegir, renunciar y avanzar.
Disponer de un callejón de sueños perdidos es algo casi esperable. Todos volvemos la vista atrás de vez en cuando a ese espacio perfecto de cosas que un día, nos ilusionaron, pero que no pudimos conseguir. Ese amor perdido, ese viaje renunciado, ese logro profesional… nuestra vida se bifurca dotándonos de múltiples caminos. Puede que un día no tuvieras la seguridad suficiente para dar ese paso, pero ¿y hoy? ¿En qué escalón de tu vida personal te encuentras ahora?
En ocasiones, las calles de los sueños perdidos nos abren nuevas puertas de acceso. No tenemos más que asomarnos a la mirilla de nuestro corazón para preguntarnos qué es lo que deseamos. Qué es lo que necesitamos. Después, no tienes más que vestirte con la capa de la valentía y la armadura de la decisión. Si es bueno para ti, todo esfuerzo merece la pena.
Una llamada, un viaje, o nuestra propia decisión, pueden ser la mecha para ese despegue. La calle de los sueños perdidos tiene siempre sus puertas abiertas para las segundas oportunidades. Para los espíritus valientes como tú que saben encontrar un equilibrio entre el pasado y el presente.