La cardiofobia o miedo a los infartos
Al miedo a los infartos cardíacos –y a la posible y supuesta muerte resultante- se le conoce como cardiofobia. Aunque, como bastantes personas llegan a comprobar en algún momento, asustarse ante la percepción de un latido cardíaco acelerado no es del todo infrecuente, este temor se convierte en un problema en el momento en que llega a interferir en el normal desarrollo de la rutina diaria de una persona.
Se trata, por sus distintivos rasgos, y tal y como recoge el manual DSM-V, de un trastorno de ansiedad que tiende a cursar, entre otras sensaciones asociadas al corazón, con quejas –que pueden llegar a hacerse crónicas- de palpitaciones y dolor en el pecho, que pueden no corresponderse con la realidad. Cuando el acceso ansioso se dispara, resulta altamente displacentero para la persona que lo padece.
Típicamente, una persona aquejada de cardiofobia tenderá, en ciertos momentos, a percibir como anormal una elevación fisiológica -y por tanto, natural- del ritmo cardíaco debida a un estado de excitación, estrés o activación física.
También suele ser característico de estas personas presentar pensamientos rumiativos respecto a una posible cardiopatía y acudir, repetidamente, a especialistas médicos por miedo a un posible infarto y, por tanto, a un posible fallecimiento. Normalmente, solicitan un sinfín de pruebas médicas que suelen arrojar resultados negativos.
“Quien tiene miedo tiene desgracia”.
-Proverbio kurdo-
Como ocurre con otras fobias, el miedo a los infartos es de base esencialmente ansiosa, suele presentar características algo irracionales y desconectadas de la realidad de los hechos. Además, produce un considerable malestar psicológico que puede derivar en una relativa discapacidad para la persona afectada.
Pero, al igual que ocurre también con otros miedos y elementos ansiógenos, la cardiofobia es susceptible de ser abordada terapéuticamente con alta probabilidad de éxito. La terapia cognitivo-conductual, como la literatura científica recoge, suele ser eficiente en dicho abordaje, al igual que lo es para otros tipos de fobia, como la agorafobia o la fobia social.
Síntomas del miedo a los infartos
Una persona que padece cardiofobia podrá mostrar, en el momento de aparición de este miedo específico, algunos de los siguientes síntomas, que incluyen variaciones tanto físicas como cognitivas y psicológicas:
- Elevados niveles de ansiedad.
- Evitación de actividad física.
- Aparición de patrones de respiración dificultosa (disnea) o excesivamente rápida (taquipnea).
- Taquicardia o palpitaciones.
- Mareo y/o vómitos.
- Sudoración excesiva.
- Sequedad bucal.
- Problemas de concentración.
- Incoherencia discursiva.
- Temblores.
- Irritabilidad.
- Sensación de pérdida de control.
- Cefaleas.
- Conductas de evitación.
Posibles causas de la cardiofobia
Como fobia específica o ‘aislada’ que es, el miedo a los infartos puede derivar en ocasiones de algún tipo de trauma previo, especialmente, los infantiles y aquellos que implican daño físico. Generalmente, los factores claves de la cardiofobia no suelen ser de tipo social.
En el campo psicológico se tiende a opinar que las fobias específicas pueden, al menos algunas de ellas, comportar factores hereditarios. La respuesta de lucha o huida que caracteriza a la aparición de una fobia podría, por ejemplo, darse con mayor facilidad en personas genéticamente más predispuestas a ello.
Cabe reseñar que las personas que han sufrido algún suceso cardíaco en su vida presentan mayor tendencia a desarrollar cardiofobia; si este es el caso, podría, ocasionalmente, existir una correlación real entre el disparador de la fobia y una verdadera situación cardíaca anormal.
La educación parental puede, en algunos casos, desempeñar un importante papel en la generación de la fobia. En estos casos, los padres pueden haber criado al niño o niña en la creencia de que irregularidades percibidas en el ritmo cardíaco podrían ser indicadoras de una fatal anormalidad en el funcionamiento del corazón.
Algunos tratamientos para el miedo a los infartos
Entre los abordajes terapéuticos de mayor eficacia centrados en la extinción de esta fobia, destacan:
- La TCC o terapia cognitivo-conductual.
- El aprendizaje de estrategias de relajación.
- La terapia cognitiva.
- La psicoterapia.
- La terapia grupal.
- La hipnoterapia.
- La meditación.
- La psicofarmacología.
Por muy incómoda que pueda resultar la presencia de este temor, cualquier persona que caiga víctima de esta fobia -perfectamente descrita clínicamente y con existencia real demostrada- podría sentirse esperanzada ante el conocimiento del gran abanico de opciones terapéuticas existentes.
Todo tratamiento de un miedo irracional o fobia implica, normalmente, un proceso de trabajo relativamente duro e intenso por parte de la persona. Pero, en general, como se ha venido demostrando repetidamente en la práctica clínica, los resultados suelen ser positivos y permanentes.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Eifert, GH. Cardiophobia: a paradigmatic behavioral model of heart-focused anxiety and non-anginal chest pain. Behav Res and Ther. 1992; 30 (4): 329-45.