La carreta de las emociones
“Una niña caminaba con su padre cuando éste, de repente, se detuvo en la curva de un camino.
Después de un breve silencio le preguntó:
-¿Qué es lo que oyes, hija?
La niña prestó atención aguzando sus oídos. Tras unos segundos, respondió:
-Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.
-Muy bien, respondió su padre. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.
Ella, asombrada le preguntó:
-¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la has visto?
Entonces el padre respondió:
-Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está la carreta, mayor ruido hace.
La niña se convirtió en adulta y siempre que veía a una persona presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo:
-Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.”
(Cuento popular)
Ahora, intentad visualizar la carreta.
Podemos asumir que mientras más vacía va la carreta, probablemente más bonito y ostentoso sea su diseño.
Yo me la imagino con unos cascabeles que tintinean, con unos vistosos colores, grandes, y perfectamente limpia, sin un ápice de polvo o barro del camino. Como si realmente se le hubiese olvidado su verdadero propósito, o para qué fue creada. La veo altanera, repiqueteando por el camino. Y haciendo mucho ruido.
Con las personas sucede igual. Cuanto más vacías están por dentro, más retumbará su presencia, como si fuesen unos cascabeles sonando a lo lejos.
Las personas con el alma vacía, que no tienen ninguna riqueza interior, adornan sus carencias con discursos vacíos, se llenan las manos de objetos valiosos, utilizan su tiempo en banalidades, porque anhelan sentirse válidos por dentro.
Te avisan de que vienen, como el séptimo de caballería, puesto que su mayor miedo es que estén presentes y no nos demos cuenta.
Puede que su carreta esté tan vacía que quieran llenarla a costa de la tuya. Y esos hurtos energéticos son muy sutiles, pero pueden llegar a deteriorar tu cargamento gravemente.
Protégete de las personas cascabel. Aprende a identificarlas. Como el padre del cuento, reconócelas por su sonido. El equilibrio es esencial.
Partiendo de la base de que no queremos ser personas con la carreta vacía, el siguiente paso es decidir qué queremos incluir en ella. Pero cuidado, porque si la llenamos mucho puede que el peso fuerce los ejes y la rompa.
Puedes elegir de qué llenar tu carreta, pero recuerda, que en la armonía del conjunto está el éxito.
No lleves demasiado en ella, piensa en el espacio. Lleva las emociones justas y necesarias. En el equilibrio reside el bienestar.
Preocúpate de llevar amor, alegría, tristeza, sorpresa y dolor. Las emociones básicas son necesarias. Todas ellas no pueden existir sin las demás. Para que desarrolles una es necesario incluir las otras cuatro.
-Amor para ser grande
-Alegría para compartirla
-Tristeza para apreciar la alegría
-Sorpresa para ilusionarte
-Dolor para seguir adelante
Las emociones esenciales pesan mucho, así que tu carreta reducirá el ruido notablemente.
Cuídate de incluir emociones que malgasten tu energía, como los celos, la envidia o el rencor. Su presencia te empañará la autenticidad de las verdaderas emociones. Si quieres aligerar peso, no dudes en deshacerte de éstas.
Lo más importante de todo, lleva siempre humildad . La humildad es lo que distingue a una carreta llena de una vacía y ruidosa. Nunca dejes que la soberbia se haga un hueco en la tuya, porque la humildad construye, pero la soberbia destruye.
No lleves a quince amigos a bordo, lleva a uno que te valga como veinte. Alguien que esté contigo ayudándote a experimentar ese amor, alegría y sorpresa, y te de su mano cuando sientas tristeza y dolor. No malgastes espacio.
Los trofeos o medallas que hayas ganado, suéltalos. Despréndete de ellos. Piensa que un exceso de peso puede hacerte trastabillar e incluso descarrilar del camino.
Los verdaderos logros se llevan en el corazón, así que déjate de copas de hojalata.
De esta manera, llevarás la carreta más completa posible. Al ser tan silenciosa, es probable que crees un halo de misterio y los caminantes quieran averiguar qué es lo que llevas tan calladamente, cuál será el tesoro que se oculta en ella.
Dejarles descubrir tus secretos es donde reside la verdadera humildad. Paradójicamente, tu carreta será la más bella de todas.
No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta.