La cocina, un arte íntimo

La cocina, un arte íntimo
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 03 junio, 2016

La cocina, como espacio físico, ocupa un lugar fundamental en el alma de una casa. No es exagerado decir que se puede saber mucho acerca de una persona, de una pareja o de una familia cuando se visita su cocina. Para Gastón Bacherlard, la cocina es una representación simbólica del útero materno en una casa. Más que de la madre, la cocina es el lugar por excelencia de todo aquello que se gesta en un hogar.

A su vez, la cocina como arte remite a la nutrición en el sentido más amplio del término. Esto quiere decir que no se refiere simplemente a las vitaminas y proteínas que se transforman en energía y vitalidad, sino que principalmente alude al sentido de vida que se transmite a través de la comida. De ahí que la cocina no sea simplemente una técnica, sino todo un arte.

“Una comida bien equilibrada es como una especie de poema al desarrollo de la vida”

Anthony Burgess

Alrededor de una cena se tejen nuevos amores, se concretan grandes negocios o se celebran ocasiones especiales. Invitar a comer a alguien es el símbolo de paz y de hospitalidad por excelencia. Sentarse a la mesa con otra persona implica establecer un vínculo de amistad. Por eso es un evento que está en todos los protocolos y en los grandes hechos históricos.

La cocina, una expresión de la cultura

Lo que cada pueblo cocina es básicamente su propio paisaje. Transforma lo que hay en sus huertos, en sus bosques, en sus ríos, en sus mares. A la mesa llega todo ese entorno, gracias a un largo proceso que va desde el origen mismo de cada producto, hasta las formas como, a veces a través de milenios, se procesan para que sean agradables al gusto de un comensal.

cocinar

En la forma en que se cocina algo hay siempre una tradición, que se transmite y se perfecciona generación tras generación. Así que cada comida nos habla tanto de un paisaje, como de una historia. En otras palabras, nos proporciona señales de identidad.

A su vez, lo que se cocina llega hasta los comensales a través de diferentes rituales. No todos ponen la mesa de la misma manera, ni todos comen a la misma hora, ni los alimentos se presentan de igual forma. Mientras que algunos le dan mucha importancia al ritual que acompaña a la comida, otros sencillamente no lo toman en cuenta.

El mundo actual impulsa hacia la rapidez en todas las acciones. Hasta la comida ya lleva el apellido de “rápida” para indicar que se prepara en poco tiempo y no requiere mayor elaboración. Casi nadie tiene tiempo para cocinar y, si lo hacen, aplican la fórmula de la mayor simplicidad posible. Difícilmente las familias comen juntas y si lo hacen es solamente de manera excepcional. Así, la cocina se ha convertido en un elemento funcional.

La cocina, una expresión del mundo interior

En la novela “Como agua para chocolate”, de Laura Esquivel, se establece claramente un nexo entre la cocina y las emociones. La protagonista de la historia refleja sus sentimientos en todo aquello que prepara. La comida se convierte en un lenguaje a través del cual ella puede decir todo lo que en su vida cotidiana tiene que callar. Y quienes prueban sus preparaciones se contagian del mismo sentimiento que pone ella en cada plato.

fruta

Aunque se trate de un reflexión con tintes abstractos, lo cierto es que a través de la comida se transmiten un gran número de emociones que no dejan de tener otro tipo de reflejos en la vida real. Es muy diferente que alguien cocine para ti especialmente algún plato a que lo compre en una tienda. Lo cierto es que se emiten y se reciben mensajes emocionales a través de la comida.

Estos mensajes hablan de cuidado, de protección, de esmero, de interés por el otro. Son comunicaciones sutiles en las que sobran las palabras. Una comida preparada con esmero y servida con delicadeza es un gesto de elegancia, pero también un acto de amor. Remite a ese mundo femenino y maternal en el que complacer al otro es un resultado de la paciencia y la dedicación.

El gusto, así como el olfato, son sentidos que parecen etéreos, pero que dejan una honda huella en la memoria. Se recuerda el gusto del dulce que le dio sabor a nuestra infancia, en nuestra casa, en la tienda a la que íbamos de niños. Se recuerdan también esos momentos en donde una comida marca la diferencia y te hace sentir especial. A través de la cocina se establece un vínculo íntimo y más perdurable de lo que, en un principio, pudiera parecer.


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