La cocina como herramienta terapéutica
La cocina es una de esas actividades en las que se combinan arte , técnica y conocimiento. Se trata de un ámbito en el que se ponen en juego la cultura y los afectos en una sola labor. Básicamente nos comemos el paisaje que nos rodea. Lo preparamos con base en unas tradiciones y conocimientos adquiridos. Y lo hacemos en función de la relación con los demás.
Hay varias maneras de ver la cocina. Una de ellas es la más práctica, la de la jornada cotidiana. Se cocina lo que hay, como se pueda, para suplir las necesidades alimenticias. Otra manera de verla es la que deviene de su uso comercial. La preparación de los alimentos es también un negocio.
“La cocina es la alquimia del amor”.
-Guy de Maupassant-
Sin embargo, la forma más afectiva, creativa y social de ver la cocina es la que se orienta a disfrutar de ella y lograr que otros disfruten de sus resultados. Cuando la comida se prepara sin prisa y con el objetivo de comunicar afectos y de hacer que un momento se vuelva especial para los que amamos. En ese caso deja de ser una tarea profesional para convertirse en una expresión personal. También se vuelve una herramienta terapéutica.
La conciencia sensorial, primer aporte de la cocina
La cocina es una de esas actividades que involucra todos los sentidos. Estos se activan durante todo el proceso, hasta el final. La vista, el oído, el tacto y, por supuesto, el olfato y el gusto deben ponerse en marcha durante esta labor. Al comer, también ocurre lo mismo.
De este modo, la cocina se convierte en un verdadero arco iris de sensaciones. Por lo tanto, implica una experiencia integral. Es una de las pocas actividades en la actualidad que permite ese desfile de impresiones sensoriales, que siempre es muy gratificante.
La cocina es una experiencia creativa
Uno de los aspectos más interesantes de la cocina es que se trata de una actividad en la que nunca el resultado es el mismo. La misma persona puede cocinar un plato dos veces y no le quedará igual. Dos personas pueden replicar una misma receta y el sabor va a ser diferente. En esa medida, es una actividad muy personal y, por lo tanto, creativa.
Así mismo, se trata de una de esas labores que admite infinidad de variaciones. En todos los pasos del proceso admite cambios. A veces en la forma de preparar un alimento, a veces en la manera de presentarlo. También en los ingredientes que se ponen, en la cocción o en los acompañamientos que se agregan. La cocina es creatividad pura.
Paciencia y concentración
La cocina es una de esas actividades en la que se adelanta un proceso que incluye pasos sucesivos. Más que en otras actividades, se experimenta claramente que es necesario completar una etapa antes de continuar con la siguiente. Exige paciencia. Los tiempos de la comida no dependen de nuestra voluntad.
De la misma manera, al cocinar se realizan muchas tareas, a veces simultáneamente. Mientras se pone a reposar la masa, por ejemplo, se adelanta su relleno. O mientras algo se cuece, se alista todo para el paso siguiente. Esto exige que enfoquemos la atención hacia lo que estamos haciendo, y solo hacia eso. Con ello se estimula la capacidad de concentración.
Resolución de problemas y toma de decisiones
La cocina es impredecible. Estás preparando algo y una pequeña distracción hace que se pase de punto. O te das cuenta de que finalizado algún proceso el alimento no tiene la textura o la consistencia que querías. Todos esos pequeños problemas exigen solución. Y ese ejercicio de resolver dificultades, implica un estímulo para tu inteligencia.
En lo anterior está implícito el hecho de que debes tomar muchas decisiones, durante la preparación de un plato. La receta puede decir que el horneado dura 10 minutos, pero ves que no es suficiente. Eso exige que debas analizar la situación y resolver lo que vas a hacer. La cocina incrementa tu capacidad en la toma de decisiones.
Relaja y divierte
Cuando tienes una actitud positiva, la cocina se vuelve una actividad relajante. Lo importante es no cocinar con nervios, ni esperando obtener resultados perfectos. Lo ideal es que puedas hacer todo con calma y que tengas la mente abierta a la experiencia.
Cocinar en pareja, o con amigos, puede ser una experiencia muy divertida y amable. Igual, servir un plato preparado con nuestras propias manos puede tener mucho de amoroso. Si así lo quieres, la situación puede ser de lo más divertida y gratificante.
No tenemos que ser unos expertos para meternos en la cocina. Basta con tener buena voluntad y un plan básico previo. Es una actividad que se realiza en casa y que está al alcance de cualquiera. Además, sus beneficios psicológicos y sociales son innegables. Vale la pena intentarlo alguna vez.