La distancia me impide besarte pero no quererte con todas mis fuerzas
No quiero olvidar las veces que hemos intentado calcular juntos cuál era la distancia a la que se encontraba el horizonte. Ni los momentos en los que lo di todo por perdido y evitaste que perdiera lo que habría dejado, si no fuera por ti, al capricho de la gravedad y al deseo del viento…
No quiero olvidar los momentos que pasamos jugando a pesar de que ya nos conocimos mayores y con las suficientes manías como para conquistarnos todos los días, para siempre. Me quedo con cómo me gustaba chincharte las pocas veces que te pude ganar, con cómo te tapaba la boca para que no lo hicieras eso conmigo y sí otras maldades. También me quedo con cómo te comía a besos para que no cogieras aire y se te olvidara.
Confieso que hay momentos en los que no te soporto en la distancia. Pero son momentos que no borraría porque entiendo que en ese dulce fastidio de no poderte cambiar vive también aquello, una gran parte en realidad, de lo que estoy enamorada.
“La distancia no es un problema. El problema somos los humanos que no sabemos amar sin tocar, sin ver o sin escuchar. Y el amor se siente con el corazón, no con el cuerpo”.
-Gabriel García Márquez-
Las mariposas que se transforman en cosquillas
Hablan de mariposas los poetas, digo que poco saben de lo nuestro. Creo que son más bien cosquillas, como las que te hago cuando no encuentro otra manera de calmarte (y, entre nosotros, cuando me apetece también). Y tú te dejas hacer, y yo sonrío porque en esos momentos me siento la dueña del tiempo. De tu tiempo, porque te quedas quieto, salvo tus labios, que se estiran perezosos y traviesos para sonreír.
Mira que hemos pasado dificultades, que ha habido veces que, ni siendo tan glotones, parecía que nos pudiéramos comer el mundo. Sin embargo, lo estamos haciendo… Digo “lo estamos” porque eso es lo mejor, que ni pasó ni pasará porque; te cuento un secreto, la distancia hasta el horizonte es infinita…
Por eso me gustan los matemáticos, porque inventan y se lo creen. Igual que nosotros, que nos lo hemos inventado y nos lo hemos creído. Vale, puede que me digas que no somos tan elegantes pero también estarás de acuerdo en que somos más valientes, porque entre nosotros no hay asíntotas que no se toquen.
No quiero olvidar ni un segundo de nuestra historia
No quiero olvidar ni un segundo de nuestra historia porque gracias a mi memoria te llevo conmigo ahora que nos separa la distancia. Es cierto que me ayudan canciones, imágenes y frases perdidas escritas a la tenue luz de un bar de madrugada. Pero sin la memoria no sería capaz de unirlo todo y hacer una entrada propia en el diccionario para la palabra magia.
Ni sería capaz de darle un sentido propio a otras muchas que has invadido a fuerza de paciencia. Si Bécquer no sabía qué dar por un beso y era un romántico, yo no tengo ni idea qué dar por los recuerdos que cubren nuestra espalda y por aquellos que nos quedan, no lo olvides, hasta que nos convirtamos en viejos.
En un momento entrarás por esa puerta, la misma que traspasas todos los días con una cantidad de energía que desconcertaría a cualquier físico y yo dejaré de trastear en el baúl de mi memoria para invitarte a crear nuevos recuerdos. Con la idea de “por si acaso alguna vez olvidamos” vivo cada momento contigo, aunque sea echándote de menos.
Empezaré preguntándote por el precio de ese beso que tanto inquietaba al poeta romántico. Después te taparé los ojos y escribiré en tu cuerpo, letra a letra, aquello que no quiero que olvides.
Llegará un momento en el que sentirás que voy despacio, pero acuérdate cómo escribían en la Edad Media. Con esas plumas que iban del papel al tintero poniendo a prueba la habilidad del que las asía. Espera, déjame un segundo que me detenga en esta imagen, porque me hace mucha gracia el hecho de que en las películas rara vez saquen cómo el papiro se emborronaba de tinta.
Voy a seguir pero no haré como estos directores, yo pondré en el guión lo bueno y lo malo, lo piadoso y lo impío, a la alegría y a la tristeza porque de todo nos queda hasta el horizonte. ¿Por qué? Porque el camino es muy largo y quiero hacerlo contigo…