La excepción ayuda a ver la solución del problema
Generalmente, cuando acudimos a una terapia, nos centramos en profundizar o en conocer los problemas o las emociones negativas, porque generalmente son la motivación por la que acudimos a consulta. Pensamos que cavar hondo en el pozo de los problemas puede acercarnos a la solución y olvidamos ver la parte buena, la excepción que no confirma la regla y que es parte de la solución del problema.
Por ello, desde el modelo de Terapia Breve Centrada en Soluciones de De Shazer se busca dar mayor protagonismo a la excepción del problema. Ya que cada excepción es una parte fundamental para conocer las fortalezas del paciente y aplicarlas en la terapia.
Esto quiere decir que, la base de la terapia va a ser conocer qué comportamientos del paciente funcionan y son eficaces, porque es así como los pacientes nos comunican lo que pueden hacer, y de hecho hacen bien, ante sus problemas. Nos dan referencias, a nosotros como terapeutas, sobre lo que a ellos les funciona y no les funciona, y además, ellos mismos pueden utilizar el espejo para ver que son capaces de solucionar sus propios problemas.
“Si no sabes dónde vas, ningún camino te llevará allí”
-Lewis Carrol en ‘Alicia en el País de las Maravillas’-
Buscando pepitas de oro en el lodo de los problemas
Cuando hablamos de buscar la excepción y no indagar en los problemas no nos referimos a no dejar que el paciente se desahogue. Al contrario, escuchar su relato del problema, comprenderlo y hacer que se desahoguen es importante, pero teniendo siempre en cuenta que lo que de verdad va a ayudarles de forma efectiva es cambiar la situación presente.
“Lo más importante es la llave que abre la puerta, y no la naturaleza de la cerradura”
-De Shazer-
Una vez empatizamos con el paciente, escuchando su relato y permitiendo su desahogo emocional, resulta muy útil comenzar a introducirnos suavemente en una perspectiva de cambio. Dicho de otra forma, hay que buscar las “pepitas de oro” de los recursos de los que dispone el paciente para enfrentarse a sus problemas.
Para obtener estas “pepitas de oro” se utilizan las preguntas de afrontamiento. Su objetivo es identificar recursos en situaciones especialmente negativas, sin minimizar ni quitar importancia a las dificultades que atraviesa el paciente. Además, con ellas, les transmitimos a los pacientes que lo están haciendo lo mejor que pueden dadas las circunstancias que están atravesando, proporcionándoles un punto de vista menos pesimista sobre su situación.
Estas preguntas remarcan esas situaciones en las que han “sobrevivido” al problema, no han “tirado la toalla” a pesar de todo, es más, han conseguido salir a delante. Algunas de ellas podrían ser: ¿cómo fuiste capaz de encajar eso?, ¿de dónde estás sacando fuerzas para resistir todo esto?, ¿cómo es que no has tirado la toalla ante tantas dificultades?, entre otras.
La mirada a la excepción: el foco hacia el empoderamiento
Una vez que el paciente ha entendido que es más fuerte de lo que en realidad estimaba y que ya está haciendo cosas para afrontar los problemas, nos centramos en las excepciones. Estas excepciones, según De Shazer, podemos definirlas como las situaciones en las que se espera que aparezca el problema y este no se da. También se considera como excepción cualquier avance en el sentido del objetivo terapéutico.
Para poder trabajar con ellas muchas veces hay que hacerlas conscientes, es decir,
elicitarlas. Elicitarlas es “dar pie” a hablar de las excepciones o de aquellos momentos en los que las cosas van bien o menos mal. En ocasiones, el paciente no reconoce ninguna excepción, para ello, se utilizan las “pepitas de oro” obtenidas de las preguntas de afrontamiento, entre otras.
A continuación, debemos marcar esas excepciones, es decir, hacer notar la diferencia sobre ellas al paciente. Que este se dé cuenta de que hay momentos en los que ya no convive con el problema, sino que hay excepciones y que, basándonos en ellas, llegaremos a su solución.
Después, el trabajo del terapeuta consiste en ampliar la excepción hablando sobre ella el máximo tiempo posible. Consiste en reconstruir su visión de la excepción con todo lujo de detalles para poder describirla en términos conductuales, en positivo y de manera interaccional. Esto se hace para lograr el punto más importante, dotar de control al paciente sobre la excepción.
Para ello se usa la conocida como “pregunta milagro”: “Suponga que esta noche, mientras está durmiendo, sucede una especie de milagro y los problemas que le han traído aquí se terminan de resolver del todo, no como en la vida real, poco a poco y con el esfuerzo de todos, sino de repente, de forma milagrosa. Como está durmiendo no se da cuenta de que este milagro se produce. ¿Qué cosas va a notar diferentes mañana que le hagan darse cuenta de que esta especie de Milagro se ha producido?”
Al dotar al paciente de control sobre la excepción se les dice que hicieron ellos mismos para encontrarse mejor. Les da a conocer “la receta” que ellos mismos poseen para poner fin a sus dificultades, les da el control sobre el devenir de su propio problema.
Y en este momento el paciente deja de ser una fuerza pasiva que sufre pidiendo soluciones a un terapeuta, porque es él mismo el que tiene la llave de su propio bienestar. Hemos conseguido rápidamente lo que en términos cognitivos se conoce como promover un locus de control interno sobre el problema. Así el paciente sabe que tiene el control y la solución está al alcance de su mano, ahora puede dejar de sufrir y centrarse en lo que hace bien, que es siempre más de lo que cree.
Artículo basado en:
Beyebach, Mark (2006): 24 ideas para una psicoterapia breve. Barcelona: Herder.