La función de las emociones negativas
El deseo de todo ser humano es encontrar felicidad. Ansiamos sentirnos alegres, positivos y llenos de vitalidad todo el tiempo. Sin embargo, la función de las emociones negativas es esencial, pues estas nos ayudan a integrar las vivencias y adaptarnos al entorno.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que nos ayudan a adaptarnos al medio. Nos proporcionan información relevante acerca de lo que nos está sucediendo y nos motivan a actuar.
Nuestros estados emocionales nos ayudan a seleccionar -con la energía y la información que nos aportan- las acciones más adecuadas a cada contexto. A través de ellas, nos comunicamos y nos relacionamos con las personas que nos rodean. Expresamos nuestros deseos, marcamos límites y compartimos nuestro mundo interno.
Si bien es cierto que existen algunas emociones placenteras y otras desagradables, todas son la reacción natural de nuestro organismo ante distintas situaciones vitales. Por tanto, hemos de hacer de ellas nuestras mejores aliadas para conocernos y salir airosos de cualquier circunstancia.
Emociones sin lugar
En la actualidad, existe una tendencia a relegar, ocultar y negar la presencia de las emociones negativas. Vivimos en una dictadura de la felicidad: parece no haber lugar para esas emociones igualmente necesarias, pero desagradables.
Desde pequeños, nos enseñan que mostrar miedo, tristeza, enfado o malestar no es aceptado ni deseable. Nos enseñan, de forma más o menos intencionada, a ocultar, ignorar o dejar al margen esas sensaciones, relegándolas a los rincones más oscuros de nuestro ser.
A medida que crecemos, observamos que la sociedad espera de nosotros un perpetuo estado de felicidad y satisfacción que no es, en absoluto, realista. Esta obligación de sentirnos bien, en ocasiones, genera en nosotros un gran conflicto interno y nos lleva a la frustración. Esa sensación de que las piezas no encajan, donde lo que debería actúa como una especie de tiranía.
Nos sentimos culpables y torpes por no ser capaces de controlar nuestros estados emocionales y adecuarnos a lo que se espera de nosotros. No tenemos la opción de expresar y compartir con otros nuestras vivencias negativas porque lo percibimos como un fracaso personal.
La función de las emociones negativas
Hemos de ser conscientes de que las emociones negativas son ciudadanos de pleno derecho en nuestra mente. Son naturales, necesarias y beneficiosas. Nos aportan un mensaje y nuestra mejor opción es escucharlas atentamente.
- La tristeza es la reacción emocional natural ante una pérdida, una decepción o un engaño. Nos recluye del exterior y nos conecta con nosotros mismos. Nos ayuda a integrar lo sucedido y aprender de la experiencia. Además favorece la obtención obtener apoyo y consuelo por parte de los demás.
- La ira y el enfado activan nuestro sistema nervioso y nos proveen de un gran caudal de energía inmediata. Nos alertan de que nuestros límites se han sobrepasado y nos impulsan a defender nuestros derechos.
- El miedo aumenta nuestra vigilancia y nuestra capacidad de analizar la situación. Nos prepara para evitar situaciones de riesgo y nos ayuda a mantenernos a salvo.
- El asco previene que nos intoxiquemos y caigamos enfermos por alguna sustancia nociva. Nos ayuda a evitar o expulsar de nuestro organismo cualquier elemento dañino.
No reprimas las emociones negativas, atraviésalas
Si deseamos salir de un estado emocional desagradable, relegarlo, ignorarlo, ocultarlo o negar su presencia no nos será de ayuda. El mejor paso a tomar consiste en reconocer la función de las emociones negativas y permitirnos sentir y atravesar dicha emoción.
Tratar de luchar contra una emoción solo la intensifica y nos priva de la oportunidad de aprender lo que viene a decirnos. Acostúmbrate a aceptar y respetar tus sensaciones, a entender que son útiles y pasajeras.
Sé compasivo y amable contigo mismo y comprende que es natural sentir tristeza ante una pérdida o enfado tras una traición. No te exijas una felicidad perfecta y fingida y permítete sentir lo que es necesario en el momento.
Para poder tomar conciencia y sacar provecho de nuestras emociones el paso previo es conocerlas. Es muy recomendable dedicar tiempo a tratar de identificar y poner nombre a lo que sentimos. Buscar adjetivos precisos y específicos y aprender a ir más allá del “bien” o “mal”.
Conocer, aceptar y escuchar todas nuestras emociones nos facilitará el tránsito por las situaciones inesperadas, difíciles y cambiantes que se nos presenten. Tus estados emocionales son tu mejor brújula.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Bresó, E., Gabriela, M. R. Y., & Andriani, J. (2013). La inteligencia emocional y la atención plena (mindfulness) como estrategia para la gestión de emociones negativas. Psicogente, 16(30), 439-450.
- Goleman, D. (2010). La práctica de la inteligencia emocional. Editorial Kairós.