La historia de Alex Honnold, o un hombre sin miedo
El caso de Alex Honnold es en sí uno de los episodios de neurociencia más enigmáticos. Él es la excepción a una regla. Uno de los miedos con los que todos venimos al mundo es el miedo a caer. Por eso, incluso bebés recién nacidos experimentan sobresaltos si sienten que son arrojados al vacío.
Este es un miedo instintivo. Viene con nosotros dentro del paquete genético. Las caídas ponen en riesgo nuestra integridad y nuestra vida. Por eso la biología interviene y antepone el miedo como señal de alerta ante el riesgo de caer.
Precisamente lo extraño de Alex Honnold es que no experimenta miedo a caer. Él es un escalador de 32 años, nacido en Estados Unidos. Se volvió famoso porque hace escaladas sin ninguna medida de protección, ni de seguridad. De hecho, escala en solitario. Quienes realizan esta práctica saben que hacerlo solos los pone en un estado de extrema vulnerabilidad. Es casi suicida.
Sin embargo, para Alex Honnold esto es lo más normal del mundo. Cuando sube una pared de roca, sin más ayuda que sus manos, se siente como si estuviera tomando un café. No experimenta temor o nerviosismo de ningún tipo. Esto llevó a que su cerebro fuera estudiado por neurólogos.
“No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo”.
-Giacomo Leopardi-
Así es Alex Honnold
Cada escalada de Alex Honnold es un desafío a la muerte. A él le gustan las superficies que sean casi verticales. Se viste con ropa deportiva básica. Solo lleva en su cintura una bolsa llena de magnesio, para frotarse las manos cuando se le humedecen. Hace la escalada con la sola ayuda de sus manos y sus pies.
Honnold ya tiene varios récords mundiales. Su modalidad es escalada libre en solitario. No es el único en el mundo que lo hace, pero sí el único en hacerlo a grandes alturas, con elevado nivel de dificultad.
Su apariencia es la de un chico normal. Algo desgarbado, en todo caso. Su actitud refleja que no se siente diferente o especial. Se ríe mucho y es muy tranquilo. Sabe que la actividad que realiza es peligrosa. Varios amigos suyos han muerto intentando escaladas como las que él hace. Cuando le preguntan si no siente temor, dice que simplemente él ha aceptado mejor que otros la idea de la muerte.
Su madre dice que fue un niño difícil de educar, pero él lo niega. Desde muy pequeño trepaba por todas partes. A los 10 años comenzó a practicar en un rocódromo. Luego comenzó a hacer pequeñas excursiones a las rocas. Desde los 19 años lo dejó todo y comenzó a escalar a tiempo completo. Vive en una furgoneta y dice tener una ética minimalista.
El cerebro de Alex Honnold
Las hazañas de este joven llamaron tanto la atención, que un grupo de investigadores decidió estudiar su cerebro. Todo comenzó cuando la neuróloga Jane E. Joseph escuchó el testimonio de Alex Honnold. Por lo que contaba y la manera en la que lo hacía, ella pensó que quizás había algo malo en su cerebro. Particularmente en su amígdala. Esta es el “centro del miedo” en el cerebro.
La facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur decidió examinar el cerebro de Alex Honnold. “Escanearon” su cerebro con una resonancia magnética. Lo primero que hicieron los investigadores fue comprobar que el chico tenía amígdala y que esta no presentaba ninguna lesión.
Lo siguiente fue presentarle una serie de imágenes sumamente impactantes y evaluar su reacción. Entonces se dieron cuenta de que la amígdala de Honnold prácticamente no se activaba. Ni se inmutaba siquiera. Como si las situaciones de peligro que se le presentaban no tuvieran ningún impacto emocional en él.
Un interesante panorama
Los investigadores pudieron comprobar que efectivamente Alex Honnold básicamente no siente miedo. Sin embargo, estas conclusiones los llevaron a formular algunas interesantes hipótesis.
Según sus evaluaciones, es probable que el cerebro de Alex se haya adaptado tanto a la escalada sin soportes que se haya habituado a esos estímulos. Por lo tanto, lo que para otros es un entorno de riesgo, para él es una situación completamente normal.
Esta conclusión abre nuevas posibilidades para la investigación en torno al miedo. Básicamente se planteó la tesis de que la habituación es una forma de eliminar el temor. Si alguien se expone gradual y sistemáticamente a un estímulo peligroso, puede terminar sintiéndolo como completamente inofensivo. De ser así, las alternativas en las terapias para tratar los miedos se ampliarían muchísimo.