La ira tiene un potencial transformador
La ira tiene un potencial transformador, desconocido casi para la mayoría. Si hay algo que siempre nos han indicado sobre ella es que hay que controlarla, alejar su presencia para no caer en comportamientos de los que más tarde nos podamos arrepentir. Ahora bien, algo que deberíamos recordar sobre las emociones es que todas tienen su finalidad y su utilidad.
La ira es posiblemente la emoción más motivadora y favorecedora para el cambio de todas. Aún más, también tiene como virtud oculta, ofrecernos información valiosa sobre nosotros mismos. Con ella, percibimos dónde están nuestros límites, clarificamos qué nos molesta, qué no podemos tolerar o qué comportamientos ajenos no sintonizan con los propios valores.
Ahora bien, queda claro que en ocasiones la ira puede manifestarse de forma irracional como resultado de un mero instinto impulsado por la violencia ciega o el sinsentido. No obstante, esto solo ocurre en muy pocos casos. Darnos la oportunidad de profundizar y entender cómo se manifiesta esta emoción puede permitirnos grandes cosas. Conozcamos más datos a continuación.
“La rabia es un ácido que puede hacer más daño en el recipiente en el que se almacena que en cualquier otra cosa en que se vierte”.
-Mark Twain-
La ira tiene un potencial transformador: claves para comprenderlo
Howard Kassinove es un psicólogo de la Universidad de Hostra, en Long Island, Estados Unidos, que se alza como uno de los grandes expertos en la comprensión de dimensiones como la rabia, la violencia, el miedo, etc. En libros como El manejo de la agresividad nos revela precisamente que la ira tiene un potencial transformador que gran parte de la población desconoce.
Así, en un estudio que él mismo realizó en una muestra de nacionalidad rusa y otra estadounidense, se vio que casi el 55% de las personas admitieron que la ira bien manejada les había ayudado a mejorar su calidad de vida. Veamos por tanto qué beneficios presenta esta emoción a la que nos hemos acostumbrado a evitar o a esconder.
La ira genera cambios y es transformadora
Entre todas las emociones que experimenta el ser humano, la que nos impulsa a la actividad, a la acción y a la transformación es la ira. Esa es su virtud y por ello, es necesario conocer qué quiere decirnos.
- La ira aparece cuando sentimos contradicción, cuando percibimos una injusticia o alguien vulnera nuestros derechos, nuestra verdad o integridad.
- Esta emoción no nos quiere quietos, ni callados ni sumisos. Engullir la rabia día tras día trae consecuencias. Es más, callar durante mucho tiempo lo que duele o molesta acaba generando respuestas inadecuadas, como puede ser ‘estallar’ en el momento menos adecuado con las personas menos indicadas.
- La ira demanda que actuemos en la discrepancia. Pero eso sí, a la hora de hacerlo la serenidad es la aliada adecuada para hacerlo con equilibrio. La emoción nos da la energía, pero para que esta juegue a nuestro favor tiene que ser gestionada.
La ira bien manejada mejora las relaciones
Este dato puede parecer contradictorio, ¿cómo puede la ira mejorar la calidad de nuestras relaciones? Nuevamente debemos recordar lo señalado con anterioridad: esta emoción nos informa de lo que molesta, duele o perjudica para que generemos un cambio. La ira no desea ser contenida, nos quiere activos, dispuestos a transformar la realidad para mejorar nuestra vida.
Por tanto, si recordamos a diario el objetivo de esta dimensión ganaremos en bienestar. Así, pocas cosas son más nocivas en una relación como callarnos lo que molesta o lo que no nos gusta. Porque la ira que se esconde nos enferma y nos vuelve cautivos. Hay que manejarla bien, decir en voz alta y de manera asertiva qué es lo que nos enfada, lo que no queremos, lo que contradice nuestros valores.
Si quieres conocerte mejor escucha la voz de tu ira
Si hay un dato erróneo que nos ha hecho creer esa psicología popular que carece de una base científica, es que las emociones se dividen en buenas y malas. Estas últimas, como lo pueden ser la tristeza, la ira, el miedo la decepción, son (según este enfoque) realidades que uno debería evitar para priorizar las buenas, a saber: la alegría, la felicidad, etc.
Asumir esto mismo al pie de la letra nos conduce a estados problemáticos. Algo así provoca, por ejemplo, que caigamos en ese analfabetismo emocional donde no tolerar y no saber manejar dimensiones tan relevantes como la propia ira. Para empezar, todas las emociones son válidas y cumplen un fin. Aceptar su presencia, tolerarlas, entender su mensaje y saber manejarlas, favorece el autoconocimiento y la madurez personal.
De este modo, ser capaces de descifrar el mensaje de la ira nos ayudará a saber cómo somos, a descubrir dónde están nuestros límites, qué nos enfada, qué nos enerva y qué aspectos deberíamos controlar o trabajar en nuestro día a día. La ira tiene un potencial transformador magnífico que debemos conocer. No dejemos para mañana la tarea emocional que podemos trabajar hoy, porque con ella ganaremos en calidad de vida. Tengámoslo presente.
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- Kassinove, H., Sukhodolsky, D. G., Tsytsarev, S. V., & Solovyova, S. (1997). Self-reported anger episodes in Russia and America. Journal of Social Behavior & Personality, 12(2), 301-324.