La laboriosidad aprendida, cuando estás listo para afrontar problemas

La laboriosidad aprendida es una actitud que se aprende desde la infancia y que le permite a una persona sentirse capaz de resolver problemas. También implica confianza en que el trabajo bien hecho tiene también buenos resultados.
La laboriosidad aprendida, cuando estás listo para afrontar problemas
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 01 agosto, 2022

La laboriosidad aprendida es un concepto que debe ser matizado para que se pueda comprender de forma adecuada. Tiene que ver con esa tendencia natural a esforzarse y ponerse en acción, en contraste con la inacción o la tendencia a seguir el camino que mejores resultados nos puede dar a corto plazo.

El primer matiz, entonces, es este: nuestra naturaleza no es estática, como lo veremos más adelante. Así pues, hay laboriosidad aprendida, pero esta es también una fuerza presente en nuestra propia naturaleza y que nos anima a evolucionar.

Aún hay algo para aclarar: laboriosidad aprendida no es la autoexplotación que ha impuesto el mundo moderno. Ser laborioso no es tener tres trabajos. No tiene que ver con esa tendencia a estar ocupados en algo, de forma compulsiva, sino que se trata de una actitud saludable hacia el esfuerzo y la acción.

Si quieres que tu pueblo se pelee, dale cosas. Si quieres que se unan, proponle una meta brillante”.

-Antoine de Saint-Exupery-

Persona caminando

El ser humano no quiere holgazanear

Quizás echemos de menos esos momentos en los que no tenemos nada que hacer, pero lo cierto es que permanecer en este estado por mucho tiempo, tampoco suele sentarnos bien. Anhelamos la tranquilidad y la pausa porque en el mundo moderno casi no existe, es un privilegio al que a veces renunciamos de manera obligada, pero otras también voluntaria.

Existe, de hecho, un experimento curioso al respecto. Es una famosa prueba llevada a cabo por la Universidad de Virginia, en Estados Unidos. Los responsables del estudio dejaron a las personas que participaban en él solas durante 15 minutos en una habitación con electrodos en los tobillos.

También tenían acceso a un botón. Al oprimirlo, se producía una descarga eléctrica en los tobillos. Lo obvio es que estos voluntarios no quisieran tocarlo y, sin embargo, no fue así. El tiempo vacío y en solitario llevó a que el 71 % de los hombres y el 25 % de las mujeres se dieran al menos una descarga. La situación era tan estática que sólo jugar con el botón podía romper con la ausencia de estímulos.

La laboriosidad aprendida

Los seres humanos llevamos siglos tratando de inventar aparatos que hagan el trabajo por nosotros. Desde el punto de vista evolutivo, ahorrar energía es una forma de estar mejor preparado para luchar por la supervivencia , si es del caso. Sin embargo, esto no quiere decir que el estado ideal sea el de permanecer sin hacer nada, mientras las máquinas trabajan.

La laboriosidad aprendida es un concepto propuesto por Robert Eisenberger y podría definirse como la realidad opuesta a la indefensión aprendida. Tiene que ver con una actitud en la que se espera ser capaz de solucionar problemas y enfrentar adversidades, basados en experiencias previas. Así, alguien que resuelve dificultades espera volver a lograrlo en situaciones nuevas.

Quien ha desarrollado esta actitud no teme a las situaciones complejas o adversas. Confía, sobre todo, en que su capacidad de trabajar por descifrar o solucionar las cosas va a triunfar al final. Por eso, también es constante y persevera. Lo usual es que esto mismo lleve a que lo logre.

Hombre pensando

La paradoja en el esfuerzo

Aunque son muchos los que desean tener tiempo para no hacer nada, este no es un deseo completo o contrastado. La paradoja del esfuerzo consiste en que solemos valorar más aquello que nos cuesta conseguir que aquello que obtenemos de una manera fácil. Determinados grupos conocen muy bien esta regla y por eso ponen unos criterios muy exigentes de inclusión.

Correr una maratón, irse al fin del mundo a explorar tierras extrañas o estudiar por cinco años para obtener algún resultado son también ejemplos de esfuerzos que muchas personas hacen de manera voluntaria. De hecho, no solo no requieren de presión para hacerlo, sino que lo disfrutan como niños en muchas ocasiones.

Sin embargo, no todo el mundo experimenta estos placeres. También hay personas que han aprendido a darle valor a lo fácil, aunque esto no les provoque mayor entusiasmo. Erich Fromm habla de la “holgazanería aprendida” en casos como estos. No es fruto de la naturaleza, ni del instinto de supervivencia, sino de la educación que han recibido.

Erik Erikson opone la laboriosidad a la inferioridad. Coincide entonces con la oposición entre laboriosidad aprendida e indefensión aprendida. En el primer caso existe una convicción en torno a la capacidad y al resultado del trabajo; en el segundo existe una convicción de lo opuesto. Ambas son actitudes que se construyen a partir de las experiencias y que pueden determinar la forma en que una persona vive.


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