La metáfora de la pelota en la playa para regular las emociones
La metáfora de la pelota en la playa es un recurso muy útil para regular las emociones, en especial la ansiedad. Se trata de una estrategia que hace uso de la visualización y que además demanda rendimiento en otra dimensión: la creatividad. Si esto es así se debe a que cada uno de nosotros manejamos nuestros problemas de un modo particular y, este original ejercicio, nos lo demuestra.
Para valorar la relevancia de este tipo de herramientas en la práctica psicológica, es necesario comprender primero qué entendemos por metáforas terapéuticas. Se trata de una serie de construcciones, relatos o figuras retóricas donde el paciente debe encontrar una relación entre un concepto inicial y algún tipo de realidad personal asociada.
Un ejemplo, una de las metáforas terapéuticas más conocidas es la de las arenas movedizas. En este ejercicio el objetivo es poder entender que a veces, cuanto más batallamos ante nuestros problemas, más nos hundimos. La solución en muchos casos está en detenernos y tomar contacto con eso que tanto hemos estado evitando.
Por tanto, en este tipo de recursos, el paciente debe llevar a cabo una serie de procesos psicológicos que le serán de gran ayuda durante el proceso terapéutico. Es necesario, en primer lugar, que entienda la metáfora. Debe, asimismo, sentirse identificado y establecer una correspondencia entre lo que se explica y lo que le ocurre.
Por último, y no menos importante, es necesario que la persona pueda, por sí misma, pensar en algún tipo de estrategia que pueda ayudarle en su vida basándose en ese recurso que le ha presentado el psicólogo. Este último, actuará en todo momento como facilitador, pero nunca resolverá por el paciente el pequeño reto sugerido en este ejercicio.
La metáfora de la pelota en la playa ¿en qué consiste?
Para que la metáfora de la pelota en la playa tenga efecto y nos sirva de ayuda recurriremos a la visualización. Tal y como nos explican los psicólogos McCurry y Hayes, S. C (1992) –en su trabajo de investigación Clinical and experimental perspectives on metaphorical talk– crear imágenes mentales favorece el posterior recuerdo de las metáforas. De este modo, podemos hacer uso de ellas cuando lo necesitemos.
Por tanto, veamos en qué consiste este ejercicio.
Visualiza en tu mente la siguiente situación…
Estás en la playa, es un día tranquilo, despejado. La luz satura cada rincón de ese escenario perfecto. Sin embargo, tú no te sientes bien. Estás ansioso, en ti se acumulan un gran número de emociones, todas juntas, todas revolviéndose de manera casi dolorosa: sientes miedo, vergüenza, angustia, rabia…
- Todo ese universo emocional se contiene en una pelota. Este objeto simboliza lo que hay en tu interior, aquello que sientes y que te turba de manera desesperada. Es tan molesta esa sensación que lo único que deseas es que desaparezca. ¿Y cómo lo haces? Acercándote hasta la playa y hundiendo esa pelota en el agua.
- Visualiza con definición esa imagen: imagínate esforzándose en sumergir ese objeto. No quieres que nadie lo vea ni lo perciba. Lo único que ansías es que desaparezca para siempre, que las corrientes del océano se la lleven para siempre. Ahora bien, cada vez que lo sumerges, la pelota vuelve a ascender. Es más, cuantas más fuerza ejerces, esta vuelve a emerger con mayor impulso, golpeándote incluso a ti mismo y haciéndote perder el equilibrio…
La metáfora de la pelota en la playa, ¿y tú, como lo resolverías?
El siguiente paso en la metáfora de la pelota en la playa requiere un esfuerzo por tu parte. Tal y como hemos señalado al inicio, este recurso exige cierto toque de creatividad. De este modo, y para resolverlo mejor, ten en cuenta estos factores:
- La pelota simboliza tus emociones: tu ansiedad, tus miedos, tu rabia, tu vergüenza… Dimensiones que llevas tiempo escondiendo. Sin embargo, ya sabes qué efecto tiene hacer esto último, todo empeora aún más y se escapa de tus manos.
- ¿Qué podrías hacer siguiendo el recurso metafórico de la pelota?
Veamos a continuación cuál es la respuesta más común (a la vez que útil) a esta propuesta.
La estrategia más adecuada es dejar de sumergir este objeto. Debemos dejar de perder la energía, de luchar contra lo que no es posible ni saludable: esconder las emociones o sumergirlas no sirve. Como tampoco es adecuado, acumular aún más ese malestar.
Debemos coger la pelota e ir hasta la orilla para sentarnos tranquilamente con ella. ¿El objetivo? Desincharla. Hay que lograr que todo el aire interno que hay en ella desaparezca. De ese modo, nos sentiremos mucho mejor, más aliviados. No obstante, primero hay que saber dónde está la válvula, ese botón que está conteniendo el aire.
Aquí, la metáfora de la pelota en la playa debe servirnos para que cada uno de nosotros hallemos nuestra estrategia particular para lograr que nuestra ansiedad, miedo o vergüenza encuentre su salida. Hay que encontrar ese «mecanismo» que nos permita comprender por qué nos sentimos así, facilitándonos el acceso al sendero que nos libere de ese malestar.
Lograrlo no es fácil, pero al menos, con esta herramienta recordaremos que el ovillo de nuestros emociones no puede ocultarse ni sumergirse. El mundo emocional se acepta, se entiende y se libera.
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- McCurry, S., & Hayes, S. C. (1992). Clinical and experimental perspectives on metaphorical talk. Clinical Psychology Review, 12, 763-785.