La pirámide de la resistencia al cambio
Todos sabemos que la vida es dinámica. Lo que ayer era, hoy ya no es. Lo que hoy no está, mañana sí. Por más rutinaria y estable que sea nuestra vida, siempre hay transformaciones. Pese a todo, la mayoría de las personas tienen grandes problemas para cambiar. La pirámide de la resistencia al cambio es un modelo que intenta explicar el por qué.
Somos como somos y organizamos nuestra vida muchas veces sin saber por qué. En todo esto influyen multitud de factores, la cuestión es que no somos plenamente conscientes de muchos de ellos. Ahora bien, también logramos puntos de equilibrio en lo que hacemos, pensamos y sentimos que nos proporcionan una sensación de tranquilidad . Por eso nos acomodamos y nos quedamos ahí. El problema es que cuando necesitamos avanzar, también tenemos que movernos y, obviamente, cambiar. Sin embargo, no siempre estamos preparados para hacerlo.
“Un pequeño cambio hoy te lleva a un futuro radicalmente diferente”.
-Richard Bach-
La pirámide de la resistencia al cambio nos permite entender por qué en ocasiones resulta tan difícil introducir modificaciones en nuestra vida. De hecho, nos ocurre a todos e incluso a veces, nos sumerge en un conflicto con nosotros mismos, pero tampoco logramos evitarlo porque a veces no nos damos cuenta. Inventamos argumentos o excusas para seguir como estamos y solo a mediano o largo plazo nos hacemos conscientes de lo que pasó y nos lamentamos de ello.
La pirámide de la resistencia al cambio y el saber
Muchas veces se dice que quien no cambia es porque no quiere. Es cierto que la voluntad juega un importante papel en este terreno, sin embargo, no es lo único. A veces llamamos a esa voluntad y no acude, pero no entendemos por qué. La cuestión es que en la base de la pirámide de la resistencia al cambio no está la voluntad, sino el saber.
Por lo tanto, lo primera barrera a vencer es la falta de conocimiento . Muchas veces no tenemos suficiente información sobre las razones que motivan el cambio, pero tampoco sobre la mejor manera de adelantarlo, ni respecto al conjunto de beneficios que podemos obtener.
Lo primero es informarnos de manera prolija sobre todo ello. Cuando contamos con una información abundante y valiosa, nuestra conciencia se nutre y se abre a las nuevas posibilidades. El cambio primero se lleva a cabo en la mente y luego en la práctica. El conocimiento contribuye a formar convicciones y de ellas nacen las grandes transformaciones.
El segundo elemento: poder
En el segundo escalón de la pirámide de la resistencia al cambio está el poder. Se sabe que hay que cambiar, pero se cree que no es posible hacerlo. No confías en las capacidades que tienes para lograrlo o presumes que las dificultades que van a aparecer en el camino son mayores que tu propósito de transformación.
Para lograr un cambio es necesario trabajar a fondo la confianza en nosotros mismos. Sabemos que la mente tiene un gran poder y si pensamos que no vamos a lograr algo, con toda seguridad no lo lograremos. Este tipo de programaciones son las que hay que rediseñar.
Conviene recordar logros pasados. También momentos difíciles por los que hemos atravesado y que finalmente, de un modo u otro, hemos superado. A veces también vale la pena proponernos objetivos de cambio más pequeños y que estemos convencidos de poder lograr. Esto incrementa la autoconfianza.
El tercer elemento: querer
La mayoría de las veces terminamos haciendo y logrando lo que queremos. Lo que sucede es que muchas veces no somos conscientes de ello, principalmente porque no admitimos lo que realmente deseamos. Nos parece imposible, por ejemplo, que nuestro deseo sea el de fracasar. Pero si examinamos nuestros fracasos fríamente, seguramente nos damos cuenta de que hemos contribuido decisivamente en ellos.
A veces lo que realmente deseamos no coincide con lo que creemos desear. Este tema no es tan obvio. Podemos creer que deseamos comprar muchos vestidos, cuando en el fondo lo que queremos es compensar una autoestima herida. O pensamos que conseguir un nuevo título académico es nuestro objetivo, cuando tal vez solo buscamos sentir mayor respeto por nosotros mismos.
Nuestros deseos también deben ser motivo de examen concienzudo, ya que no son tan fáciles de identificar como parece. Tal vez, en realidad lo que queremos es no enfrentar nuestros miedos y por eso, obviamente, no lo hacemos. O preferimos no exponernos al fracaso, aunque el precio sea una vida sin mayores emociones.
Los tres elementos de la pirámide de la resistencia al cambio (saber, poder y querer) corresponden a las tres barreras que debemos encarar. También a los tres procesos que tendríamos que adelantar: informarnos, empoderarnos e identificar nuestro deseo. Si los realizamos, con toda certeza, ese solo ejercicio nos va a cambiar para bien.
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- Báez, M. G., Grant, M. G. A., Jiménez, A. H., & Espinosa, J. S. Resistencia al cambio. Estrategias competitivas organizacionales con, 405.