¿Conoces la técnica de la parada del pensamiento?
Los pensamientos rumiantes u obsesivos son una serie de ideas gestadas por el miedo y la preocupación a las que les damos vueltas y vueltas sin decidirnos a actuar.
Esta dinámica mental es destructiva para cualquier persona, debido a que la ansiedad y el estrés se incrementan, así como el malestar general. Así, la técnica de la parada del pensamiento puede ser una muy buena opción para terminar con todo esto.
Este tipo de pensamientos obsesivos nunca nos llevan a ninguna parte. Imaginemos que hemos entregado un gran proyecto, pero nos surgen dudas y miedos acerca de su validez y su corrección. Es muy posible que no podamos dejar de pensar en esto, no obstante, ¿nos está ayudando en algo?
No podemos hacer nada ahora, por lo que volver sobre esa idea tan negativa sobre ese proyecto una y otra vez, dándole vueltas, preocupándonos por el resultado que aún no sabemos cuál será, solo está alimentando un miedo y una ansiedad atroces.
Cómo salir con éxito de la rumiación
Las personas que sufren de pensamientos obsesivos creen que estos tienen el control. No son conscientes de que son ellas mismas quienes los están alimentando, las que permiten que continúen girando en su mente sin que haya ningún indicio de que al final se detendrán.
Cuando esto suceda, cuando incluso aparezcan los dolores de cabeza producto de todo esto, la técnica de la parada del pensamiento puede ayudar. Lo ideal es que sepamos identificar el inicio de una posible rumiación para así poner esta técnica en marcha.
De esta manera, evitaremos ese crecimiento de la ansiedad y ese malestar creciente. También, es posible que al principio esto nos cueste o que la técnica de la parada del pensamiento parezca que no nos funcione (requiere de un entrenamiento sistemático). Vamos a ver cómo la podemos entrenar.
La técnica de la parada del pensamiento
La técnica de la parada del pensamiento es un ejercicio que muchos psicólogos recomiendan. Lo recomendable es que, cuando estemos en el inicio de una rumiación, nos aislemos en un espacio en el que no nos vayan a molestar.
Más adelante, cuando hayamos adquirido práctica esto ya no será necesario y podremos poner en práctica la técnica en casi todos los entornos o contextos. Pues bien, solos, sin nadie y a poder ser con la única iluminación de la luz natural, vamos a dedicarnos a pensar en ese pensamiento que tanto nos perturba.
Nos vamos a centrar mucho en él en vez de intentar evitarlo, ignorarlo o huir de él. ¿No quiere atención? Pues vamos a dedicarle toda y, aunque nuestra ansiedad o miedo se incremente, vamos a mantenernos así al menos durante un minuto.
En el momento en el que ese pensamiento esté en su momento culmen y la ansiedad o miedo nos inunde, tanto que resulte insoportable, vamos a gritar bien fuerte y sin vergüenza alguna “stop” o “basta”.
Podemos escoger cualquier otra palabra que nos sirva. Lo importante es que al decirla nos demos cuenta de que todos esos pensamientos de nuestra mente se detienen. Una vez realizamos esto, salimos de la habitación.
Aunque la diferencia sea sutil al principio, notaremos que ya estamos más relajados. Pero esto no ha acabado, tenemos que volver a entrar en la habitación.
Cuando volvamos a hacerlo, repetimos el mismo proceso. Además, cuando digamos la palabra, lo haremos en un tono más bajo.
A medida que vamos entrando y saliendo de la habitación, más o menos por la cuarta vez, es probable que ya seamos capaces de detener el pensamiento sin pronunciar la palabra en voz alta. Llegará el momento en el que lo hará nuestra mente y tendrá el mismo efecto que si la hubiéramos gritado.
La práctica hace al maestro
Este ejercicio debe ser practicado con frecuencia hasta que lo dominemos. Así, llegará el momento en que seremos capaces de llevarlo a cabo de manera automática, rodeados de personas y sin que nadie se dé cuenta.
Gracias a la técnica de parada de pensamiento, además, podremos poner este ejercicio en práctica cuando lo necesitemos. En una cena con unos amigos, en una reunión, cuando estamos conduciendo…
De hecho, no tendremos que hacerlo de manera consciente. Será nuestra mente, “sin que le digamos nada”, la que reaccione así cuando entienda que ha comenzado un bucle de pensamiento.
De esta manera, el coste cognitivo de emplearla será muy bajo y podremos seguir centrados en la conversación que estamos manteniendo o en el entorno sin sufrir colapsos o parones.
Los pensamientos obsesivos que afectan a algunas personas pueden limitarlas hasta el grado de impedir que se concentren en el trabajo, que disfruten de la vida, que realicen ejercicio sin pensar en eso que les está haciendo sentir tan mal.
Así, con la técnica de la parada del pensamiento, puede que no consigan eliminar del todo sus pensamientos obsesivos, pero sí acortar su duración o hacer que sean menos intrusivos. Así pueden seguir disfrutando, haciendo cosas y trabajando sin que esos pensamientos les perjudiquen, nos perjudiquen.