Las 4 nobles verdades del Dharma
Resulta curioso cómo las enseñanzas enmarcadas dentro del budismo o el hinduismo ofrecen una amplia y rica perspectiva para nuestro crecimiento personal. Y entre ellas está el Dharma. Cada uno de nosotros somos libres de asumirla o no, de aceptar conceptos como la reencarnación o esa visión más espiritual de la vida.
Dejando a un lado esos aspectos, posiblemente más controvertidos, nunca está de más tener en cuenta esas enseñanzas para reflexionar, para aceptar que todas las personas compartimos unos mismos miedos y unas mismas necesidades y que, en esencia, podemos valernos de unas estrategias semejantes para alcanzar ese bienestar interior.
Dharma, en sánscrito, tiene diversas definiciones, pero en todas se desprende una misma esencia: es la ley de Buda y también su protección convertida en un propósito, en un principio que debe ejecutarse con nobleza.
El Dharma nos habla de aspectos tan interesantes como la necesidad de tener un propósito en la vida, de actuar honestidad, con humildad. De reconocer talentos propios como forma de reconocimiento interior.
Las personas estamos aquí “envueltas” en un apariencia física para obtener un aprendizaje y acercarnos de nuevo a esa parte espiritual que en verdad, es nuestra auténtica naturaleza. Hablemos hoy sobre las cuatro verdades del Dharma, e intentemos al menos, reflexionar sobre estos interesantes principios.
Las 4 nobles verdades del Dharma
En primer lugar, hemos de recordar que el Dharma se representa siempre en forma de rueda. Esta fue la forma en que, supuestamente, Buda transmitió sus leyes al mundo, adquiriéndose después por parte de las distintas escuelas que a día de hoy, siguen aplicando sus principios y su religión.
Esta rueda simboliza, a su vez, ese movimiento vital de muerte y renacimiento, de inicio y final que nunca se detiene, una rueda donde las enseñanzas de Buda se difunden, se escampan, y donde la humanidad tiene la oportunidad de recibir estos principios para abrir su mente y avanzar. Veamos ahora las 4 verdades que se inscriben en ella.
1. La insatisfacción
La humanidad está inscrita en un sentimiento profundo de insatisfacción. Nacer y morir ofrece sufrimiento, recordar el pasado y los errores cometidos nos somete a un desasosiego continuo.
Parece que hay un acuerdo común en considerar que una de las sensaciones más comunes de la humanidad es un vacío constante donde albergamos nuestros miedos y dolores existenciales. La felicidad parece ser ese bien escaso con el que siempre soñamos pero que raramente alcanzamos.
¿A qué se debe pues esta insatisfacción? ¿Esta angustia vital del ser humano? La segunda de las verdades del Dharma aclara el porqué.
2. La causa del descontento: los apegos
Las personas solemos establecer unos apegos poco saludables con todo aquello que nos rodea. Según la enseñanzas del Dharma, las personas anhelamos, nos aferramos, a los bienes materiales e incluso a otras personas fomentando nuestros propios egoísmos, nuestras propias vulnerabilidades.
Los apegos desmedidos generan en la humanidad pasiones dolorosas, venenos que nos enferman y debilitan. Nos aferramos a cosas transitorias y quedamos heridos cuando las perdemos.
3. El sufrimiento vital puede detenerse
Para el budismo, todos nosotros somos en realidad seres espirituales que buscan un propósito: ascender mediante la sabiduría, mediante la humildad y la búsqueda de la verdad, desprendiéndonos de todos aquellos artificios materiales y aprendiendo a su vez de los errores cometidos.
Y hasta que eso ocurra, la rueda del Dharma nunca dejará de girar, tendremos infinitas posibilidades para corregir nuestras faltas, para sanar ese sufrimiento, ese dolor vital. Para ello tendremos que librarnos de nuestros apegos, comprendiendo a su vez, que toda acción tiene un efecto y una consecuencia.
Todo lo que piensas, haces e incluso declaras en voz alta, genera un resultado en ti y en quienes te rodean. Porque todos somos un todo, porque tú no estás ajeno a ese equilibrio y necesitas llegar al corazón de la rueda del Dharma o de ti mismo para ser virtuoso, para generar un buen kharma.
4. El camino que nos lleva al fin del sufrimiento
Lo que evoca en realidad esta cuarta ley, es la necesidad de ser conscientes de nosotros mismos y de encontrar un propósito en esta vida, un “noble propósito”, algo que te enriquezca a ti y a los demás.
Para acabar con tu sufrimiento o insatisfacción, debes ser consciente de tu propio talento para hacer el bien. Entiende que eres capaz de sanarte a ti mismo, y que a su vez, puedes ayudar a los demás.
Para ello, recuerda siempre que no debes fijar tus necesidades en la ciega obsesión por “poseer” personas o cosas”… Siempre es más adecuado practicar el desapego, o de lo contrario, volverás a sentir los efectos del sufrimiento en cualquiera de sus formas.
La última de las verdades del Dharma nos explica que para llegar a este acto de curación interior, debemos aplicar a nuestro día a día el llamado “Óctuple noble sendero”, y que tendría estos interesantes principios:
- Una comprensión correcta de las cosas y de tu propio interior.
- Un pensamiento correcto que nos ayude a ver la realidad, sin artificios.
- Necesario también saber utilizar las palabras correctas. Aquellas que no hacen daño, aquellas que ofrecen paz, equilibrio y amor.
- Enfocar tu vida en esa acción o propósito que es realmente adecuado: hacer el bien, ser honesto, buscar la verdad de las cosas.
- Ocupación correcta. Una vez entiendas cuál es tu propósito en la vida, ponlo en práctica.
- Esfuérzate en hacer el bien, sé persistente.
- Focaliza tu atención.
- Concéntrate en ese noble propósito. Nunca decaigas.
Como vemos, las cuatro nobles verdades del Dharma son enseñanzas que nos hacen reflexionar sobre las causas de nuestra infelicidad y que de algún modo, nos ofrecen el impulso necesario para seguir creciendo a nivel personal.