Las pataletas de los adultos
Cuando decimos “pataleta” inmediatamente nos remitimos a la imagen de un niño fuera de control, que llora y pide algo a los gritos mientras zapatea contra el piso. Sin embargo, día a día comprobamos que aunque algunos adultos no se tiran en el suelo a zapatear, también tienen sus propias pataletas de vez en cuando. Y a fe que pueden ser peores a las de los niños.
La pataleta puede ir desde una obstinación irracional, que no cede ante ningún argumento, hasta una franca auto agresión o conductas violentas hacia los demás. Es una forma precaria de chantaje emocional que en los niños corresponde a un egocentrismo para medir la autoridad de los padres. En los adultos, implica un déficit en la capacidad para comunicarse y un inadecuado manejo de la frustración.
Lo único que consuela a los hombres por las estupideces cometidas, es el orgullo de realizarlas
-Oscar Wilde-
La lógica de la pataleta
Aclaremos, primero que todo, que las pataletas son una conducta perfectamente normal en los niños. Más del 80% de los pequeños, entre 1 y 4 años, tienen pataletas. Palacios, J. Marchesi, A. Coll, C. (1991) nos señalan que forma parte del desarrollo emocional de todo pequeño.
Después de esa edad, tampoco desaparecen del todo. Es más, se presentan de cuando en cuando, tanto en los niños como en los adultos.
- La pataleta se define como una reacción desaforada de ira y descontrol, frente a una situación frustrante.
- Particularmente se produce cuando alguien no obtiene lo que quiere. En los niños suele incluir llanto, gritos, mordiscos y golpes a sí mismo o a los demás. Tiene diferentes intensidades y frecuencias: esa es la clave.
- El grado de descontrol y el número de veces en que se acude a este recurso determinan si estamos frente a una pataleta normal o a un problema más profundo.
¿Cuál es el la finalidad de las pataletas?
El propósito de la pataleta es manipular. Se busca, en últimas, desesperar a quien puede otorgarnos una gratificación, hasta que por física fatiga o imposibilidad de tolerar la escena, ceda a nuestros propósitos. En otras palabras, es un descontrol que busca descontrolar a otros.
- En los adultos la pataleta adquiere manifestaciones más sutiles.
- Generalmente persisten los gritos, pero el pataleo se convierte en manoteo, el llanto puede ser sustituido por peroratas de victimización; y los mordiscos y golpes también pueden presentarse, o transformarse en conductas menos evidentes.
- Así, es común que puedan adoptar actitudes nocivas como dejar de comer, comer en demasía, beber licor o todo aquello que implique un daño como respuesta ante la negativa a darnos lo que queremos.
Confiar en la razón y en el afecto
Estudios como el llevado a cabo por el doctor Rod. A Martin, de la Universidad de Ontario nos señala lo siguiente: estos comportamientos denotan baja inteligencia emocional y una reducida competencia social.
- Asimismo, cabe señalar algo importante: un niño o un adulto con pataleta, en realidad está sufriendo.
- Puede parecerte que sus motivos son ridículos, pero lo cierto es que esa persona está experimentando una gran frustración.
- Aunque haya elegido un camino inadecuado para obtener lo que desea, eso no anula el hecho de que siente su necesidad como apremiante y se ha quedado sin recursos para satisfacerla.
Si a una pataleta se responde con desesperación creciente, construimos un círculo vicioso altamente negativo, que no ayuda a nadie. El descontrol, de lado y lado, se apodera de la situación y los involucrados quedan atrapados en emociones que los dañan. Lo que sigue son distancias y nuevos rounds en los que no gana nadie.
Tampoco es adecuado ignorar lo que ocurre, como aconsejaban los psicólogos hace unas décadas. Dejar solos a los niños únicamente incrementa su frustración y no resuelve nada. Con los adultos, el retiro equivale a una evasión del conflicto.
¿Cómo actuar ante las pataletas de un adulto?
Así que lo aconsejable es, en primera instancia, no reaccionar. Permanecer en la situación sin decir nada, esperando a que la otra persona recupere el control para poder hablar. El adulto en pataleta no sabe cómo expresar lo que siente, así que es importante ayudarle a decirlo. Indagar cuáles son las razones que lo llevan a pensar que debe obtener eso que tanto desea, sin la menor demora.
- Lo siguiente es ponerse del lado de esa persona y evaluar con ella los posibles caminos para que obtenga lo que desea. O, si es del caso, exponer tranquilamente las razones por las que, a juicio nuestro, debe renunciar a conseguirlo.
En cualquier caso, el desafío que una pataleta nos propone es el de no perder el control. No caer en el juego de agresiones. Y probarle al otro que no es un ser necesitado, sino una persona capaz de reconocer lo que verdaderamente quiere y luchar para lograrlo.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Thayer, RE, Newman, JR, y McClain, TM (1994). Autorregulación del estado de ánimo: estrategias para cambiar el mal humor, aumentar la energía y reducir la tensión. Diario de la personalidad y la psicología social , 67 (5), 910-925. https://doi.org/10.1037/0022-3514.67.5.910
- Kirchsteiger, G., Rigotti, L., & Rustichini, A. (2006). Your morals might be your moods. Journal of Economic Behavior and Organization, 59(2), 155–172. https://doi.org/10.1016/j.jebo.2004.07.004