Las personas más bonitas que conozco
“Las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada.”
Elisabeth Kübler- Ross
Las personas más bonitas que conozco son las que se han enfrentado a la vida, a su dureza y a su injusticia. Son las que se han sentido vulnerables y sin esperanza, las que han sufrido en su piel verdaderos desgarros y problemas.
La gente bella no es necesariamente la más linda por fuera pero disfrutan de una belleza especial. Son personas bonitas las que han sabido perdonar, seguir hacia adelante y tender una mano aunque les acompañase la derrota, descubriendo así la grandeza de su ser.
Las personas somos maravillosas pero es que las hay que son verdaderamente extraordinarias. Son esas personas que han tocado fondo, que han sido golpeadas con dureza por destino o por casualidad. Verdaderamente están a otro nivel.
Son mujeres y hombres que en algún momento perdieron aquello que les daba la vida, la alegría y las ganas de seguir pero que encontraron en su interior el impulso que necesitaban. Esta es la mayor belleza que conozco porque eclipsa lo banal, lo superfluo, lo trivial y esas pequeñeces que tan importantes nos parecen a veces.
Han impedido que el sufrimiento les quite de forma prematura la vida y no quieren hacer de lo ocurrido su pesar. Quizás es ese equilibrio lo que les proporciona otro aura que les hace dignos de admirar. Conocen el miedo y la desesperación tan de cerca que no han tenido más opción que confrontarlos.
Estas personas son conscientes de que, ante un problema, hay una infinidad de maneras de afrontarlo. No es que sean mejores o peores, es que han desarrollado una capacidad única para hacerles frente. Eso, sin duda, los hace especiales.
En un primer momento es probable que, como todos nosotros, se nieguen a aceptar lo ocurrido y no sean capaces de medir el alcance de lo que les viene encima. Como es lógico, también se enfadan, se entristecen y, en ocasiones, estarían dispuestos a pactar con el diablo con tal de que eso no les ocurriese a ellos. En lo que se diferencian es en su extraordinaria capacidad de amanecer.
En verdad son héroes, la única realidad que contemplan es la importancia de la vida y, por eso, no ven el sentido a complicársela más allá de los miles pensamientos que desanudan cada día.
Precisamente sorprende de ellos su riqueza emocional y la capacidad para cuadrar las cuentas con sus sentimientos. Estas personas no ven el vaso ni medio lleno ni medio vacío, ven en él algo que pueden beber y utilizar.
Ellos saben que no eres rico hasta que no tienes algo que el dinero no puede comprar. Conocen la importancia de empatizar porque entienden la necesidad de que alguien se preocupe por cómo nos sentimos y no por juzgarnos.
Conocen la importancia de ser leales y de apreciar a quien, en su sufrimiento, no se separó de ellos. Comprenden que cualquier cosa puede desaparecer en un instante y es por eso que conocen lo importante que es ser amable, mantener el buen humor y disfrutar de la vida cada día.
Todo el mundo sufre contratiempos en la vida. Cuanto más numerosos son, más aprendemos y maduramos. Se suele decir que cuando se aprende la lección el dolor desaparece, aunque queden cicatrices en nuestro cuerpo y nuestro alma. Es por esto que, las personas más bellas que conozco son las que no han tenido fácil recorrer los caminos de su historia. No es que hayan vencido al miedo y al dolor, es que ellos saben que no se puede sanar lo que te niegas a afrontar.
Imagen cortesía de Annette Shaff