Los 3 principios de la reciprocidad
Uno de los principios de la reciprocidad apunta a que las personas tenemos un sexto sentido. Uno donde poder discriminar el altruismo del egoísmo, y en especial, a quienes hacen cosas por nosotros por mero interés, y no por afecto o respecto. Porque la auténtica reciprocidad, recordemos, siempre debe partir de la bondad y la espontaneidad.
Este es un tema tan interesante como complejo. Sabemos, por ejemplo que el campo de la espiritualidad siempre se ha vinculado a esta dimensión que erige por sí misma, lo más noble del ser humano. Sin embargo, cabe señalar que la reciprocidad es un término muy estudiado y analizado por disciplinas como el márketing y la publicidad.
Un ejemplo: dentro de empresas, como las de telefonía, es común que se creen programas de fidelidad. Según este enfoque, lo que busca la marca es crear una alianza emocional con su cliente, y para ello, recurre a ofrecerles determinados regalos o beneficios. A veces pueden ser megas gratuitos y otras veces poder renovar un móvil sin coste alguno.
La idea de que están recibiendo un ‘regalo solo porque sí’ crea siempre una impronta positiva en la persona. Una donde termina apareciendo la relación de fidelidad, favoreciendo la predisposición del cliente a continuar con ese operador en concreto y no con otro. Por tanto, aunque nos resulte llamativo, la reciprocidad impregna gran parte de nuestros escenarios sociales.
Ahora bien, donde de verdad nos interesa comprender la anatomía de la reciprocidad es en el campo de las relaciones humanas. Por tanto, veamos sus características principales.
“Es de bien nacidos ser agradecidos”.
-Anónimo-
Los 3 principios de la reciprocidad
Uno de los mayores expertos en los principios de la reciprocidad es Robert Cialdini. Este profesor de psicología de la Universidad de Arizona escribió un libro titulado Influencia: ciencia y práctica. En este trabajo detalla cuáles son las claves de la sociedad humana, esas que en cierto modo nos ennoblecen y resaltan lo mejor de nosotros mismos.
El capítulo más interesante es sin duda ese dedicado a la reciprocidad, ahí donde se nos recuerda algo importante: siempre habrá quien haga uso de esta dimensión para manipularnos. Es decir, que una persona o una entidad (Ej: una compañía de telefonía móvil) tenga concesiones con nosotros no significa que esté teniendo ese gesto altruista solo porque sí. A veces, hay un interés camuflado. Por ello, es importante que comprendamos los principios de la reciprocidad auténtica, esa que parte de la bondad y la consideración.
“Ingrato es quien niega el beneficio recibido; ingrato es quien lo disimula, más ingrato es quien no lo devuelve, y mucho más ingrato quien se olvida de él”.
–Lucio Anneo Séneca-
1. Actos espontáneos con intencionalidad
El Código de Hammurabi, ese conjunto de leyes babilónicas de la antigua Mesopotamia, recogía también ciertos principios de moralidad donde se entendía que si alguien nos hacía un favor, este debía devolverse. De algún modo, podríamos traducir esta definición como la más antigua que tenemos hasta el momento sobre lo que es la reciprocidad.
Sin embargo, cabe señalar que este término va mucho más allá del simple trueque del “yo te doy porque tú me has dado”. En realidad, integra los siguientes conceptos:
- Espontaneidad. Cuando alguien (conocido o desconocido) elige hacer algo por nosotros lo lleva a cabo de manera voluntaria y espontánea. Es una acción que nace de la bondad.
- Intencionalidad. Esa acción espontánea siempre tiene un fin, y esa meta genera siempre un beneficio real a la otra persona para configurar uno de los principios de la reciprocidad más importantes.
2. El poder de la impronta emocional: devolvemos el favor porque nos sentimos agradecidos e inspirados
Señalábamos al inicio que por término medio, las personas tenemos un sexto sentido con el cual, intuir quién hace algo por nosotros de manera interesada o desinteresada. Esta brújula moral es la que activa el principio de la reciprocidad en muchos casos.
Por ejemplo, imaginemos que hoy en nuestro trabajo surgen complicaciones y no tenemos más opción que quedarnos una hora más. De pronto, un compañero con el que nunca habíamos hablado, elige ayudarnos en esa situación. Se queda junto a nosotros y gracias a él solucionamos el problema.
Ese acto deja una impronta emocional en nosotros. Sabemos que esa acción ha sido voluntaria y noble. Por ello, el segundo de los principios de la reciprocidad nos dice que cuanto más profunda es esa marca emocional, más motivados nos sentimos para devolver el favor. Y lo haremos de corazón y sin ningún tipo de obligación.
3. Principios de la reciprocidad: no midas lo que recibes para ajustar lo que ofreces
Otro de los principios de la reciprocidad más relevantes es el siguiente: no midas lo que te dan para calcular lo que debes ofrecer. Admitámoslo, vivimos en un mundo donde, por término medio, miramos con lupa lo que nos ofrecen para no tener que dar después más de lo que deberíamos.
Es más, en ocasiones hasta caemos en estados de gran indignación cuando vemos que los demás no se comportan con nosotros tal y como nosotros lo hacemos con ellos. Esperamos de quienes nos rodean, como mínimo, lo mismo que les hemos ofrecido. Y si esto no ocurre, sufrimos.
Este enfoque es un gran error y es una fuente inmensa de lamentos. Porque la reciprocidad no es sufrimiento. No es tampoco medir con lupa o pesar con balanza cada cosa que nos dan o que damos para esperar lo mismo de los demás. Hacerlo así empaña todos los principios de la reciprocidad, ya que en ese caso estaremos haciendo uso del egoísmo. Pensemos en ello.
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- Berg, J., Dickhaut, J., y McCabe, K. (1995). Confianza, reciprocidad e historia social. Juegos y comportamiento económico , 10 (1), 122–142. https://doi.org/10.1006/game.1995.1027
- Cialdini, R. B. (2001, February). The science of persuasion. Scientific American, 284, 76-81.
- Falk, A., y Fischbacher, U. (2006). Una teoría de la reciprocidad. Juegos y comportamiento económico , 54 (2), 293–315. https://doi.org/10.1016/j.geb.2005.03.001