Los 4 tipos de abrazos y sus beneficios según la ciencia
Dentro de la comunicación humana, el lenguaje no verbal aporta más de la mitad de la información que recibimos. En este contexto, los abrazos son elementos significativos en nuestras interacciones diarias: nos permiten fortalecer los vínculos afectivos y expresar mucho con muy poco. Sin embargo, ¿sabías que existen numerosos tipos de abrazos?
Cuando escuchamos esta palabra por lo general se nos viene a la mente un intercambio íntimo y afectivo. Pero, realmente, un abrazo puede tener lugar en contextos muy diversos y albergar significados muy diferentes. Así, en cada caso, los beneficios derivados de abrazar a alguien varían. Si quieres explorar este tema más en profundidad, continúa leyendo.
¿Qué tipos de abrazos existen?
Abrazos amistosos
Dentro de los abrazos amistosos pueden incluirse todos aquellos que denotan camaradería, compañerismo o simpatía. El contacto físico no es excesivamente estrecho y el nivel de intimidad tampoco es elevado. De esta forma, las emociones que se transmiten son predominantemente de reconocimiento, apoyo o agrado mutuo.
Suelen ser abrazos que incluyen algún tipo de componente “agresivo”, como agarrar al otro por la nuca o darle palmaditas en la espalda. Algo que ocurre especialmente entre los hombres. También es el caso de los denominados “abrazos laterales” que se dan pasando el brazo por encima de los hombros del otro mientras ambos miran en la misma dirección.
Abrazos afectivos
Los abrazos son uno de los elementos esenciales para expresar afecto fraternal o amor romántico. En este contexto, el contacto físico es mucho más cercano, íntimo e intenso. Generalmente los cuerpos de ambas personas se unen y las cabezas se colocan una junto a la otra. Los brazos estrechan al otro con fuerza y la duración del intercambio es mayor que en el caso anterior.
Este tipo de abrazos están reservados a las relaciones más significativas y que cuentan con un componente emocional. Transmiten amor, complicidad y afecto genuino. También entran en esta categoría los abrazos por la espalda; que, además de todo lo anterior, denotan también un deseo por proteger y cuidar al otro.
Abrazos con connotaciones eróticas
Dada la cercanía física y corporal que se produce en el abrazo, este también forma parte de las interacciones con connotaciones sexuales que tienen lugar entre personas que se atraen. Pese a que sean los besos los que estén asociados al erotismo y los abrazos más asociados al amor, estos últimos juegan un papel importante.
Aquellos abrazos que se dan mientras una persona está sentada en una superficie elevada y la otra se encuentra de pie, son un buen ejemplo. También lo son los que se producen cuando un miembro de la pareja sostiene el peso del otro con sus brazos, mientras este rodea su cintura con las piernas. Son contactos muy íntimos que reflejan pasión, deseo, incluso lujuria.
Abrazos incómodos
No obstante, no todos los tipos de abrazos son positivos. Hay momentos y circunstancias en que esta interacción se produce por compromiso, con desgana o con desagrado. Por ejemplo, al saludar a alguien con quien no tenemos confianza o al abrazar a una persona sobre la que albergamos sentimientos de rencor o enfado.
Estos abrazos se caracterizan porque, pese a que los cuerpos estén unidos por su parte superior, de la cintura para abajo la distancia es considerable. O, por el contrario, uno recibe el abrazo de forma pasiva y poco implicada mientras el otro lo rodea con sus brazos.
Beneficios de los diferentes tipos de abrazos
Los abrazos tienen claros beneficios en nuestras relaciones interpersonales. Cuando conocemos a alguien, nos ayudan a “romper el hielo” e iniciar un contacto amistoso. Si abrazamos a ser querido o a cualquier persona significativa, esos lazos se fortalecen y la cercanía emocional aumenta. Y, del mismo modo, las relaciones de pareja se ven sumamente enriquecidas por los abrazos frecuentes entre sus integrantes.
Pero, además, a nivel personal dar y recibir abrazos repercute en positivo sobre nuestra salud. Se ha demostrado, por ejemplo, que los abrazos son capaces de reducir la presión arterial y la frecuencia cardiaca (efecto calmante). Disminuyen el nivel de cortisol en el organismo y potencian la secreción de oxitocina, por lo que se reducen el miedo y el estrés, aumentando a la vez las sensaciones placenteras, la autoestima, la generosidad y el sentimiento de pertenencia.
Los abrazos son capaces de aliviar el dolor, mejoran el sistema inmunitario e incluso potencian las capacidades cognitivas. En definitiva, se trata de un recurso sencillo pero extremadamente poderoso que se encuentra al alcance de todos. Hagamos un buen uso del mismo.
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