Los 5 tipos de procrastinación
El refranero español no siempre lleva razón en todos los dichos que nos regala, pero algunos muy acertados sí que podemos encontrar. De hecho, raro es quien no ha escuchado alguna vez aquello de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Así que no dejaremos para mañana el conocimiento de los 5 tipos de procrastinación.
En función de dónde mires, puedes encontrarte con diferentes clasificaciones referidas a la procrastinación que difieren entre sí. Nosotros nos vamos a centrar en la que hace el psicólogo Neil Fiore, autor de libros como Despierta tu yo poderoso y fundador de la compañía Fiore Productivity.
¿Qué es la procrastinación?
Antes que nada, debemos tener en cuenta en qué consiste la procrastinación, pues muchos los confunden con la holgazanería o pereza. Según la coach y periodista Aldara Martitegui, se trata de « aplazar para último momento alguna tarea que tenemos pendiente y sustituirla por otra u otras que nos resulten gratificantes».
De hecho, una persona procrastinadora puede estar con la agenda full de actividades, pero la mayoría de ellas solo están ahí para evitar las tareas realmente importantes. Por tanto, así como señala Matt Brauning en 3 Ways To Cure Procrastination, «mantenerse ocupado todo el tiempo no equilave a productividad».
Dicho esto, veamos qué tipos de procrastinación suelen desarrollarse.
Los 5 Tipos de procrastinación
Conocer los tipos de procrastinación que existen es importante porque no todos tienen las mismas consecuencias. De hecho, al contrario de lo que puede parecer, la tan mal vista procrastinación puede ser muy positiva cuando en el tiempo de espera entre propósito y acción se produce una incubación de la idea. Si os parece, vamos con esos cinco tipos.
1. Procrastinador perfeccionista
En este caso, según Neil Fiore, la persona es perfeccionista hasta el máximo por miedo a ser juzgado o avergonzado. Son tan exhaustivas con cada fase, que consumen demasiado tiempo en los detalles, de manera que muchos de sus proyectos los terminan a la carrera.
Así, al final, en lugar de evitar errores, los cometen en exceso, provocando más miedo al juicio ajeno. Es decir, logran justo lo que se quiere evitar, el ser avergonzado si algo no está bien.
“Tú podrás retrasarte, pero el tiempo no lo hará”
-Benjamin Franklin-
2. Procrastinador impostor
Este es uno de los tipos de procrastinación que se da en entornos con perfiles de difícil complacencia. En este caso, pospone o evita sus tareas porque cree que no va a estar a la altura o porque no va a aportar buenos resultados, de manera que este atributo quede adherido a su imagen. Sin embargo, esta actitud puede acabar en indefensión aprendida, un sentimiento muy vinculado a los estados depresivos.
3. Procrastinador desmotivado
Este perfil pospone constantemente sus tareas u obligaciones por el hecho de que se enfrenta a un trabajo que le resulta desagradable o aburrido. Esta tendencia, por su parte, está muy relacionada con la falta de motivación en empleos que se vuelven repetitivos o en los que el trabajado no recibe ningún tipo de feedback sobre la calidad de su trabajo.
4. Procrastinador abrumado
Otro de los perfiles del procrastinador. En este caso, el individuo tiene tanto por hacer, y tantas tareas en mente que no sabe por dónde empezar con ellas. Finalmente, es común que desemboque en un bloqueo mental que le impida siquiera comenzar con el trabajo.
En este caso de procrastinación, el estar abrumado por la cantidad de tareas puede ser una decisión personal, o también por parte de una persona en un puesto superior, como un jefe, por ejemplo. Sea como fuere, este exceso es muy negativo, ya que supone un obstáculo para cualquier avance.
5. Procrastinador afortunado
¿Se puede ser procrastinador y afortunado? Según Neil Fiore, sí. En este caso, el perfil se identifica con personas que consideran que solo trabajan bien cuando están bajo presión. Así que posponen sus tareas hasta que se hace tarde y se encuentran en el límite para hacer lo que tienen o pretenden hacer a tiempo.
Curiosamente, los individuos con este perfil, suelen lograr buenos resultados, por lo que tienden a repetir la actitud. Es decir, posponen sus tareas hasta estar entre la espada y la pared. Después, aprovechar la descarga de adrenalina que les da el pico de ansiedad de verse contra las cuerdas y se ponen en marcha. Por supuesto, en muchas ocasiones llegan, pero en otras muchas no lo hacen.
Si queremos, ¿podemos terminar con la procrastinación?
Este tipo de comportamiento, como hemos observado, puede tener consecuencias nefastas. En muchos casos la persona termina viviendo en picos de estrés constantes que ponen en peligro su equilibrio emocional y perjudicando, sin querer y de manera indirecta, a su entorno.
Así, Según Fiore, podría derivar en un desequilibrio que afectará a todas las facetas de la vida, más allá de la profesional.
Por eso, los profesionales recomiendan una sabia gestión de los tiempos para realizar una tarea, de manera que la ansiedad no termine tomando el control. En este sentido, algunas de las recomendaciones serían:
- Realizar un estudio de la tarea concreta a realizar. Si es muy elevada en volumen, podemos intentar delegar o simplificar.
- También es importante dedicar un tiempo a la organización o planificación, en la que se incluyan los recursos que vamos a necesitar y cómo y cuándo los vamos a obtener en caso de no disponer de ellos.
- También es necesario cuidar el apartado motivacional y asumir compromisos que después vayamos a poder cumplir. En este sentido, si no tenemos claros los motivos de lo que hacemos, quizás sea mejor dejarlo.
- Ir paso a paso, dividir el trabajo en pasos o entidades más pequeñas, también es una buena idea.
- Finalmente, para no caer en un bucle de procrastinación infinita es necesario poner fechas límite. Así, si alcanzada una determinada fecha no nos encontramos en la posición que querríamos tendremos un toque de atención que nos ayude a revaluar la situación. No obstante, procuremos que esas fechas límites no estén muy alejadas en el tiempo pues, según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Otago, los plazos largos eliminan la urgencia de actuar.
“Nunca pospongo hasta mañana lo que puedo hacer… E l día después”
–Oscar Wilde-
Pautas para vencer la procrastinación según el tipo
Por su parte, existen algunas técnicas que podemos aplicar para superar la procrastinación, según se el caso. Estas son:
- Perfeccionistas: para los procrastinadores perfeccionistas es ideal la fijación de metas realistas antes de empezar a desarrollar el proyecto, estableciendo plazos de entrega para cada una. Y si el proyecto es demasiado grande, lo ideal será dividirlo en partes e ir estableciendo fechas limites para cada una. Por su parte, es importante modificar el dialogo interno, en el cual se valoren los logros del trabajo (por más pequeños que sean) sin enfocarse en los defectos del mismo. En este caso, es importante asumir que es normal cometer errores y que debemos permitir equivocarnos para seguir creciendo.
- Desmotivado: en este caso la persona debe sumir su responsabilidad y ser consecuente. Si se comprometió con determinadas tareas o labores, lo ideal es cumplirla. Y si no está conforme con las mismas, entonces es momento de buscar otras funciones o desafíos que se alineen mejor con sus deseos y le ayuden a estar más motivada.
- Impostor: este tipo de procrastinador debe ser consciente de que por mucho miedo o malestar que le genere tomar una decisión, debe empezar a actuar. Pues, no dar el primer paso es ya de por sí una conducta que generará efectos negativos. Así que lo importante es dejar de lado la visión apocalíptica y empezar a trabajar en la autoconfianza. Para ello, puedes empezar a marcarte pequeños hitos que resulten menos abrumadores e ir incrementando después de cada logro.
- Abrumado: en este caso la persona debe aprender a establecer límites apropiados. Para ello, es esencial conocer cuál es la propia capacidad y hasta qué punto puede realizar tareas sin sobrecargarse.
- Afortunado: este tipo puede reflexionar los pros y los contras que le aporta dejar para último momento una tarea, en lugar de hacerla de forma progresiva. Recordemos que, aunque haya tenido éxito en gran parte de ellas, este método de trabajo conlleva mucho estrés, posibles retrasos, más posibilidad de errores, etc. Además, puede terminar quemándose antes de tiempo.
Para tener en cuenta
Ahora que ya sabes los tipos de procrastinación existentes, estás en posición de poder evitarlos. Si te identificas con alguno de ellos, deseamos que las recomendaciones profesionales de Fiore te puedan ayudar a superarlo. Por otro lado, no podemos terminar este artículo si resaltar el apunte que hacíamos antes, no toda procrastinación es mala ni compromete la productividad.
Es más, muchas veces las personas que nos rodean pueden tener la sensación de que estamos procrastinando cuando en realidad lo que estamos haciendo es barajar otras opciones o intentar ampliar nuestro punto de vista. En este sentido, compartimos con vosotros esta interesante conferencia (podéis activar los subtítulos en español).
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- Knowles S, Servátka M, Sullivan T, Genç M. Procrastination and the non-monotonic effect of deadlines on task completion. Economic Inquiry. 2022; 60(2): 706-720.