¿Sabes cuáles son los 6 problemas sexuales más frecuentes?
La sexualidad es tridimensional: se compone de lo biológico, lo psicofisiológico y lo socio-cultural. Por ello, la satisfacción o insatisfacción que se derive del acto sexual viene determinada por un gran número de factores, como la ansiedad, la imaginación o la falta de confianza. Son ellos los que dan forma a las diferentes disfunciones conocidas que afectan a la vida sexual de las personas. ¿Cuáles son los problemas sexuales más frecuentes?
Factores promotores de problemas sexuales
Como hemos visto, el acto sexual no es una práctica aislada del entorno. En él influyen una gran cantidad de elementos biopsicosociales. Desde expectativas y experiencias vividas, pasando por la disposición genética, anatómica y hormonal. Así, hasta un sinfín de aspectos culturales, educativos, éticos y religiosos.
De ahí que la efectividad de la estimulación sexual esté determinada por factores sensoriales u orgánicos, psicológicos, atencionales, emocionales, motivacionales y cognitivos. Por ello, es tan importante la adecuación de todos los órganos y sistemas sensoriales, la interacción entre los participantes del acto o la capacidad que tengamos para centrar la atención en ese momento.
Igualmente, influye nuestro estado emocional y motivacional. Si estamos cansados o padecemos ansiedad, es frecuente que nuestra libido disminuya. De la misma manera, la fatiga o aspectos cognitivos, como las fantasías sexuales, también determinan la satisfacción a raíz de esa estimulación.
Disfunciones y desviaciones sexuales
Aunque ambas son patologías de conducta sexual, es necesario establecer una diferenciación entre ellas.
- Las desviaciones son respuestas sexuales apropiadas en presencia de estímulos sexuales inapropiados. Por ejemplo: fetichismo, masoquismo, travestismo o zoofilia.
- Las disfunciones sexuales son alteraciones de la respuesta en presencia de estímulos sexuales apropiados. Así, dependiendo del nivel de deseo sexual, el de excitación o la experimentación del orgasmo se pueden diferenciar distintos tipos. Profundizaremos a continuación.
Problemas sexuales en ellos…
Disfunción eréctil
Es uno de los más frecuentes. Se produce cuando el hombre no es capaz de lograr o mantener una erección como para llevar a cabo una relación sexual. Es también conocida como impotencia y generalmente no afecta al impulso sexual.
Se estima que entre un 20% y un 30% de los casos tiene un origen psicológico. Por ejemplo, una educación moral muy estricta, información sexual inadecuada o experiencias traumáticas anteriores que no han sido elaboradas de la manera adecuada. Además, existen fármacos que pueden causar la disfunción como efecto secundario. Enfermedades como la diabetes y la hipertensión, problemas cardíacos u hormonales, así como el tabaco y el alcohol también contribuyen a su aparición.
Eyaculación precoz o tardía
La eyaculación prematura es la incapacidad para poder controlar la expulsión de semen en el grado deseado. Aunque a menudo suele asociarse con el fin de la relación sexual, con la eyaculación ésta no tiene por qué terminar. Por su parte, la eyaculación tardía es la demora o la ausencia de la misma. O aparece retardada o es completamente inexistente. Se convierte en un problema si se produce de manera demasiado frecuente.
El origen de ambos problemas sexuales suele atender normalmente a factores psicológicos. Por eso, la intervención suele ir dirigida al control de la excitación, ya sea interviniendo directamente sobre los estímulos que la producen o entrenando ciertos resortes mentales que la inhiban en algún grado. Dos de los protocolos más pautados en este sentido son el de “parada y arranque” y “compresión”.
En ellas…
Vaginismo
Se refiere a la dificultad para realizar el coito, debido a la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina. Es decir, se producen espasmos en estos músculos que cierran la vagina e impiden que se lleve a cabo la penetración. En función de su origen existen dos tipos de vaginismo: el vaginismo primario (la mujer nunca ha sido capaz de mantener relaciones sexuales sin dolor) y el vaginismo secundario (la mujer sí ha sido capaz de mantener relaciones sexuales sin dolor antes de la aparición del vaginismo).
Obedece a factores físicos, psicológicos o a una mezcla de ambos. Además, es uno de los problemas sexuales que no suele empeorar si no se trata. Solo se agrava si la mujer sigue intentando la penetración a pesar del dolor que le produce: en estos casos la mujer “aprende” a aumentar la contracción involuntaria para evitar la penetración y con ello el dolor.
Anorgasmia
Nos referimos a la incapacidad para alcanzar el orgasmo. Las personas con este problema no consiguen llegar a alcanzar este punto culminante en la relación sexual.
Es uno de los problemas sexuales más comunes en ambos géneros, aunque ocurre sobre todo en mujeres. Es más común en ellas por su morfología, dada la mayor cantidad de estructuras nerviosas y musculares que tienen. En hombres, es más difícil de detectar porque normalmente se tiende a asumir que si él eyacula, es que ya ha logrado el orgasmo.
Así, algunas personas, especialmente pre-adolescentes, refieren orgasmos sin eyaculación. Por otro lado, algunas parálisis ocasionan que algunas personas alcancen el orgasmo sin eyacular, otros hombres experimentan la sensación orgásmica unos segundos después de eyacular, hay quienes perciben multiorgasmos justo antes de la eyaculación definitiva y, por último, quienes eyaculan de forma anhedónica o anestésica sin sentir orgasmo.
La anorgasmia suele ser fruto de factores psicológicos, como algún tipo de trauma sexual, depresión, ansiedad, miedos o falsas creencias en torno al sexo y la sexualidad. Tiene tratamiento y solamente el 5% de los casos no encuentra solución.
Dispareunia o coitalgia
Es el coito doloroso o molesto antes, después o durante la unión sexual. Se produce tanto en mujeres como en hombres, pero su prevalencia es mayor en ellas. Se caracteriza por la existencia de molestia genital asociada a la penetración. En los varones, este dolor suele producirse durante la eyaculación. Una causa muy probable para esta sintomatología es la infección urinaria.
En las mujeres, la dispareunia puede ir asociada a vaginismo y acarrea ardor, quemaduras, contracciones y dolores cortantes. Si no se produce al comienzo del acto sexual, sino tras la fase meseta, puede ser fruto del descenso de lubricación. Sus causas son más de corte orgánico que psicológico.
Pérdida del deseo sexual
Esta disfunción afecta a ambos sexos por igual. En el caso de las mujeres, su causa puede ser hormonal, debido a un nivel bajo de estrógenos, fruto, entre otros posibles orígenes, de la menopausia. En este sentido, también suele descender el deseo durante el embarazo o la lactancia. En el caso de los hombres, el 70% de los casos de pérdida de deseo sexual se debe a un déficit de testosterona. El otro 30% responde a causas relacionadas con el estrés o problemas de pareja.
Por otro lado, la pérdida de deseo la podemos situar en dos clasificaciones diferentes:
- Primaria-Secundaria: la primaria alude a la falta de deseo que experimentan aquellas personas que no lo han experimentado nunca o que lo han experimentado a niveles muy bajos. La secundaria sería la que afecta a aquellas personas que sí tuvieron deseo sexual y han visto como este se ha reducido de manera sensible hasta afectar de manera negativa a su vida sexual.
- Generalizada-Situacional: por otro lado, hablaríamos de una pérdida de deseo generalizada cuando la persona ha perdido el deseo sexual en todas las situaciones y con todas las personas. Por el contrario, hablaríamos de una pérdida de deseo situacional o circunstancial cuando este deseo solo se ha reducido en determinadas situaciones o con determinadas personas.
Resumiendo, podríamos decir que el acto sexual es un comportamiento que responde a unos mecanismos más complejos de lo que se suele considerar. La estimulación sexual es susceptible de ser alterada por multitud de factores. Por eso, son fundamentales los aspectos que puedan rodear a la sexualidad, como la comunicación, la sensación de seguridad o la intimidad.