Los gigantes de la adolescencia
La historia de David y Goliat es la historia de un adolescente que se enfrentó a un gigante cuando el resto de su pueblo temblaba ante su presencia. Esta narración es de alguna manera una metáfora de la adolescencia. Los adultos representamos al pueblo, tenemos miedo al gigante y no nos enfrentamos a él, mientras que David representa a nuestros hijos adolescentes que deben enfrentarse al gigante Goliat, quieran o no.
La adolescencia es un momento de transición y de cambios. Si nuestros hijos logran superarla, veremos como resultado unos adultos más capaces de enfrentarse a este mundo, de solucionar las dificultades que vengan y de disfrutar la vida. Pero antes, existen algunos gigantes a los que deben plantar batalla.
“La adolescencia es el conjugador de la infancia y la adultez”.
-Louise J. Kaplan-
El gigante del cuerpo
Es uno de los gigantes más ruidosos. Los adolescentes experimentaran cambios en los huesos, en la altura y la talla, en el peso y la masa muscular, también crecen los órganos internos y se desarrollan los caracteres primarios y secundarios. Les ocurren una gran cantidad de cambios en un periodo muy corto de tiempo. En parte por esto se sienten torpes e inseguros. Sienten su cuerpo como nuevo y extraño, necesitan tiempo y paciencia para hacerse a él.
Actualmente, la mayoría de los pre-adolescentes tienen asignaturas donde les hablan de sexualidad y de los cambios que sufrirán. Por otro lado, es importante que nosotros también nos sentemos con ellos y hablemos de esto, dándole un recorrido fuera del ámbito escolar y respetando siempre sus tiempos: no queremos que no descarten como una fuente de consulta válida, sino todo lo contrario.
Este gigante tiene que ver con el cuerpo, las hormonas, la fantasía. Enfrentarse a este gigante implica que probarán su atractivo, idealizarán al amor, sufrirán decepciones y se enamoraran y desenamoraran con mucha intensidad. Otra cara de este gigante es el de la identidad sexual.
El gigante de la definición
En la adolescencia nuestros hijos sufrirán una crisis en esta identidad y necesitarán definirse de alguna manera y sentirse reconocidos en esa definición. De esta definición, una parte será el autoconcepto, y las emociones que este despierte (autoestima). Dentro de esta definición también se encuentran los valores, para los que comprobará que hay circunstancias en las que, sean los que sean, no es fácil ser fiel a ellos.
Necesitan encontrar diferentes aspectos de su identidad:
- Identidad ocupacional: el trabajo o profesión que van a desarrollar
- Identidad social: las amistades y personas de las que se van a rodear
- Identidad sexual: su rol como mujer u hombre así como sus preferencias sexuales.
En esta etapa nuestros hijos empiezan confiar sus problemas y dudas en otros: profesores, hermanos o incluso jóvenes de su misma edad o un poco mayores con los que es probable que se sientan más cómodos para hablar; por nuestra parte, como padres, es importante que intentemos entender y respetar esto. Generar un clima abierto en nuestro hogar hace que se sientan seguros que no los vamos a bombardear a preguntas o regaños, que les oiremos cuando nos lo pidan y les ayudaremos como mejor podamos.
“Puedes saber cuando un niño está creciendo cuando deja de preguntar de dónde viene y comienza a dejar de decir a dónde va”
-Anónimo-
El gigante de la familia
La batalla con este gigante puede ser muy complicada cuando se suceden los grandes conflictos, las peleas y los cambios. Muchos padres se quejan de que han perdido a sus hijos/niños, que ahora son rebeldes y que discuten y manifiestan dudas sobre rutinas y pensamientos muy instaurados en la dinámica familiar y que hasta ese momento no habían cuestionado.
Los hijos siguen viviendo en casa pero de alguna manera comienzan a dar pasos de gigante hacia su independencia. Una dependencia que a menudo ganarán experimentando y equivocándose, por muchas advertencias que reciban. Es un periodo de transición donde ya no aceptan los mandatos de los padres, cuestionan y buscan nuevas identificaciones y su propio rol en el mundo. ()
Para poder ayudarlos es importante tener paciencia y ofrecerles un ambiente al que puedan y se sientan seguros de regresar. Confiar en la educación que hemos dado hasta ese momento y reforzar su autonomía, dejándolos hacerse cargo de diversas tareas o confiando en que vayan a sitios y sabrán comportarse adecuadamente.
“Los jóvenes siempre han tenido el mismo problema; cómo ser rebelde y conformarse al mismo tiempo”.
-Quentin Crisp-
El gigante de los amigos
Los amigos para los adolescentes son fundamentales. Son aquellas personas con las que pueden sentir empatía ya que ellos también cuestionan el mundo de los adultos y están experimentando los mismos cambios. Con los amigos se puede hablar abiertamente de todos los temas, sin temor a sentirse ridiculizados o fuera de lugar. En esta época las amistades son más intensas y sientan las bases de la intimidad en la vida adulta.
Los adolescentes son bastante influenciables y tienden a adoptar tendencias como formas de vestir, música, actividades e incluso posturas políticas. Tener amigos resulta tan importante que muchas veces hace que pierdan su voz y su personalidad, prefieren seguir la corriente y no dar su opinión con tal de no estar solos, algo que puede causar problemas para encontrar la propia identidad.
Dentro de los grupos, también se pueden propagar las adicciones debido a la presión social. Los grupos juegan mucho con la capacidad de aislar o rechazar a aquellos que no quieran seguir las “reglas del juego”. Los jóvenes tímidos o con problemas de carácter pueden tener muchos conflictos y ser muy dependientes. El grupo les imprime valor y les impide reflexionar de forma individual, los presiona y puede hacer que se diluya la responsabilidad personal.
Como padres hay que fomentar las relaciones sociales de nuestros hijos enseñándoles habilidades para relacionarse mejor . Facilitar que se vayan a casa de sus amigos o que vengan a la propia para así conocerlos mejor. Conocer de quien se rodean y otorgarles la confianza de que pueden elegir bien a sus amistades. Ser tolerantes cuando algún amigo no nos guste del todo, siempre y cuando no veamos actitudes de riesgo.
“El conflicto entre la necesidad de pertenecer a un grupo y la necesidad de ser visto como único e individual es la lucha dominante de la adolescencia”.
-Jeanne Elium-
Aunque David tuvo que librar su batalla solo frente a Goliat, no es necesario que nuestros hijos lo hagan. Es importante confiar en ellos y en nosotros y en que contamos con las herramientas para ayudarles a librar esta y mil batallas más.