Los recuerdos que evocan nuestros cinco sentidos
Caminando por la calle distraída por mis pensamientos y los recuerdos he sentido un olor, una pastelería cercana ha invadido mi nariz con un perfume de bizcochos y magdalenas humeantes, mantequilla, huevos y azúcar que me ha transportado a otro momento, a otro lugar.
De repente, en lugar de estar en una calle de mi ciudad estaba en una casa en la sierra con diez años jugando con mi hermano a escondernos por el jardín mientras mi madre cocinaba. A todos nos ha sucedido que un olor, un sonido, un sabor o una imagen nos transportan a un mundo de recuerdos.
Los sentidos pueden evocar de forma muy clara y emotiva recuerdos de nuestro pasado, liberando emociones positivas, como el placer o la felicidad, o negativas, como miedo o rabia. Una canción puede recordarnos a un momento especial con una persona o a un viaje con amigos, un paisaje nos puede llevar a los recuerdos de nuestra adolescencia y a lo que vivimos en un determinado lugar.
“Solía escribir para ti, ahora le escribo a los momentos que se fueron contigo”.
-Víctor de la Hoz-
De los cinco sentidos, el olfato es uno de los más potentes a la hora de evocar recuerdos. Un simple olor, puede desencadenar una cascada de sentimientos, el olor a café, el olor a hierba mojada, el olor de un perfume… Disparan nuestra imaginación y son capaces de transportarnos en un momento a otro lugar y a otro tiempo.
Los recuerdos que huelen
El olfato es el sentido que se encuentra más cerca del hipocampo, una de las estructuras cerebrales responsable de nuestra memoria. A su vez está conectado con el sistema límbico, que es el centro emotivo del cerebro. El resto de los sentidos (la vista, el olfato, el gusto o el tacto) tienen que recorrer un largo camino para alcanzar las partes del cerebro encargadas de la memoria y de las emociones.
Por lo tanto, es la propia estructura de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro la responsable de que un olor nos despierte recuerdos muy vivos y sea capaz de reproducir sensaciones que contienen esa mezcla de sensibilidad y tristeza a la que llamamos nostalgia.
“Hay recuerdos que no voy a borrar, personas que no voy a olvidar, silencios que prefiero callar”.
-Fito Páez-
Un estudio realizado por la psicóloga Silvia Álava llamado “Los olores y las emociones”, demostró que las personas recuerdan el 35% de lo que huelen y sólo el 5% de lo que ven. En el estudio participaron 1.000 personas de ambos sexos entre 25 y 45 años y se llegó a la conclusión de que la memoria es capaz de percibir hasta 10.000 aromas distintos, pero sólo es capaz de reconocer 200 olores.
Según el estudio, cuando olemos un perfume se registra en el cerebro ese olor, pero además se registra asociado a la emoción que sentimos en ese momento. Así, cuando evoquemos el olor también nos vendrá la emoción. Volviendo al estudio, el 83% de los participantes aseguraron que evocan momentos felices con determinados olores y el 46,3% reconoce que volver a disfrutar de un olor familiar les influye más que ver un objeto que les traiga recuerdos.
“Era inevitable: el olor de las almendras amargas, le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”.
-Gabriel García Márquez-
Los recuerdos que vemos
La imagen de un objeto, de una habitación o de un paisaje por ejemplo nos pueden llevar a un momento de nuestra vida que nos resulte agradable. También podemos experimentar la sensación de haber estado antes ahí o haber vivido antes una situación, lo que se conoce como un “dejà vu”.
En cuanto a esa sensación hay dos teorías, una que sostiene que al registrarse un acontecimiento en nuestra memoria a veces una zona del cerebro lo hace con un cierto retraso respecto a las demás y la sensación de que es algo ya vivido ocurre en ese momento en que esa zona procesa con retraso. Otra teoría, sin embargo, supone que a veces un suceso activa en la memoria el rastro de recuerdos con los que tiene una relación real o imaginaria.
El gusto y los recuerdos
En cuanto al gusto, cuando comemos el cerebro integra todas las sensaciones con información almacenada en la memoria y busca datos sobre ciertas preparaciones que relacionamos con esas mismas sensaciones, situaciones anteriores u otros alimentos con los que percibimos estímulos similares. Por lo tanto, el gusto puede transformar sensaciones derivadas de los alimentos en recuerdos.
El oído y los recuerdos
Por lo que respecta a los sonidos, todos hemos pensado e incluso hemos llegado a escuchar una determinada banda sonora en algún momento de nuestra vida. Según el profesor de psicología de la Universidad de California en Davis, Petr Janata: “Nuestro día a día carece de banda sonora espontánea, pero muchos de nuestros recuerdos son películas mentales que empiezan a proyectarse en nuestra cabeza cuando escuchamos una pieza musical familiar, que actúa como su banda sonora”.
Janata explica en su estudio, publicado en la revista Cerebral Cortex, como en una región de nuestro cerebro, relacionada con el almacenamiento y la recuperación de recuerdos, las neuronas trabajan como centro de conexión entre melodías familiares, memoria y emoción.
Por lo tanto, todos nuestros sentidos pueden llevarnos al pasado y evocar nuestros recuerdos en momentos determinados, para hacernos vivir un momento en el que nos sentimos muy bien o fuimos muy felices, es cuestión de dejarse llevar.