Los vacíos emocionales
Seguro que has oído la expresión “carencias emocionales” en alguna ocasión. Es una expresión muy usada que describe estados emocionales concretos, que engloban actitudes y conductas determinadas. Más que hablar de carencias, es más preciso hablar de vacíos emocionales. Estos vacíos metafóricos son comunes, teniendo por norma más influencia cuando se dan en la infancia.
Desde la Psicología, utilizamos metáforas para tratar de describir fenómenos que resultan complejos. No todas las metáforas son igual de beneficiosas. Los vacíos emocionales sí conforman una de las metáforas que ayudan más que dificultan.
El vacío, en este caso, no sería descrito como un espacio con una presión inferior a la atmosférica, tal como lo describe la Física a través de la Sociedad Estadounidense del Vacío. Más bien, el significado de este vacío va más en la línea de describir un espacio que tiende a ser llenado. Es decir, cada vacío va a generar la necesidad de ser llenado por la persona que lo tenga.
Con lo cual, los vacíos emocionales son espacios de nuestro ser que tienden a ser llenados. Y les llamamos emocionales porque su creación y su llenado se dan en el plano emocional. Así, todos y todas tenemos nuestros vacíos, y estos van cambiando de tamaño de acuerdo con lo que acontece – y aconteció- en nuestras vidas.
¿Por qué los tenemos?
Quizá haya gente que piense que son necesariamente el producto de algún trastorno o problema. Nada más lejos de la realidad. La mayoría de vacíos emocionales surgen a partir de la constante adaptación al entorno.
La vida es cambio, y los cambios que se dan en el plano de las relaciones alteran nuestros vacíos. Ya sea creando vacíos, agrandando los que existen o llenándolos total o parcialmente, nuestras experiencias vitales condicionan nuestro estado emocional.
Es más, los vacíos guardan relación con las interacciones que tenemos, pero no solo con los demás, sino con nosotros mismos. La autoestima, pero sobre todo el autoconcepto, son claves para que estos vacíos nos afecten más o menos, u optemos por llenarlos de una determinada forma.
¿Cómo pueden ser llenados?
Los vacíos emocionales generan, a su vez, la necesidad de ser “llenados”. Obviamente, es una necesidad emocional. Así, hay muchas formas de llenar estos vacíos, pero principalmente, se agrupan en dos:
Llenar los vacíos emocionales a través de otros
Los vacíos pueden llenarse con infinidad de elementos, tales como la atención, la aceptación, la piedad o la sensación de seguridad.
Una forma de llenar estos ‘huecos’ es a través de la búsqueda de estos elementos en otras personas. Es decir, nuestras necesidades emocionales podrían llenarse a través de la aceptación o la atención de otras personas. Pero, esta forma no es la recomendable.
Si nos acostumbramos a llenar estos vacíos a través de los demás, vamos a desarrollar dependencias emocionales en casi cualquier relación que tengamos. Además, si una relación termina, nuestro vacío tendrá que volver a ser llenado por otra persona o personas.
Llenar los vacíos emocionales a través de nosotros mismos
En otra dirección muy diferente, se pueden cubrir estas necesidades a través de los mismos elementos citados anteriormente, solo que aquí no los buscaremos en otras personas, sino en nosotros mismos.
Así, nuestros vacíos pueden ser llenados a través de nuestra propia aceptación. Y de esta forma no necesitaremos que nadie cubra ese hueco, porque nosotros mismos lo podremos cubrir. Eso sí, esta forma de llenar estos vacíos requiere de más tiempo y más trabajo personal.
Utilidades de esta metáfora
El uso de metáforas en psicología es muy útil en muchos ámbitos. Si nos referimos a la presente metáfora, hay varias casuísticas que se pueden beneficiar de ella. Esta puede servir como una potente herramienta de introspección en personas que presentan o han presentado una dependencia emocional y, sobre todo, a aquellas que tienden a presentarlas.
De hecho, los vacíos emocionales pueden ser usados en un ámbito más terapéutico, a modo de herramienta proyectiva. Indicar al paciente cómo dibujaría o describiría su vacío, cómo se encuentra, cuándo fue llenado por última vez o cuando fue vaciado, puede ayudar a que este tome conciencia de estos mecanismos inconscientes que se generan en las interacciones.
Los vacíos emocionales forman parte de nuestro ser. Más que renegar de ellos, conviene observar cómo son, cómo los llenamos y si hay algo que podamos hacer diferente para que no nos priven de nuestra felicidad.