Magda B. Arnold y la valoración emocional

Magda B. Arnold y la valoración emocional
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 28 agosto, 2018

Según William James (1842-1910), las emociones son el resultado de la valoración de los cambios a nivel corporal que tienen lugar al recibir la persona cierta estimulación o encontrarse en una situación concreta. De esta forma, la emoción no sería posible sin la producción ni la percepción de estos cambios, que estarían relacionados especialmente con el sistema nervioso simpático. Sin embargo, Magda B. Arnold (1903-2002) proporcionó una visión diferente sobre este fenómeno a través del concepto de valoración emocional o appraisal.

Arnold sugirió que la emoción no sigue al cambio físico, sino que es necesaria una valoración directa sobre si el objeto o la situación nos afecta de un modo u otro. Esta evaluación produciría un sentimiento de atracción o de aversión y esto generaría el acercamiento o la retirada del objeto o situación. La secuencia sería la siguiente: percepción – evaluación – emoción. Profundicemos.

Según Magda B. Arnold las emociones dependen de las apreciaciones que tenemos de los objetos y las situaciones.

Cuatro aspectos de la valoración emocional 

Así, Magda B. Arnold resaltó cuatro aspectos fundamentales a la hora de valorar una situación. Estos cuatro puntos todavía hoy siguen gozando de una gran relevancia para comprender la valoración emocional en nuestras vidas.

  • Diferencia entre percepción y evaluación.
  • Inmediatez de la evaluación emocional.
  • Tendencia de acción.
  • Constancia.
Mujer con mecanismo en la cabeza

1. Diferencia entre percepción y evaluación

Percibir un objeto significa saber cómo es el objeto que percibo. Evaluarlo es ponerlo en relación conmigo y en esta valoración tendemos a clasificarlo en dos categorías: agradable o desagradable. Si un día nos encontramos un león rugiendo en mitad de la calle lo evaluaremos como algo desagradable y nos producirá miedo. Si lo vemos en un zoológico (sin representar peligro alguno para nosotros) posiblemente lo califiquemos como una experiencia agradable.

2. Inmediatez de la evaluación emocional

La evaluación emocional implica no solo que algo nos resulte gratificante o aversivo, sino también la emisión de juicios sobre la situación u objeto. Estos juicios tienen como características principales que son inmediatos, automáticos, directos y no reflexivos.

Cuando nos encontramos al león en mitad de la calle, casi con total seguridad, echaremos a correr. Esta reacción de supervivencia ha sido provocado por el miedo, una emoción inmediata, directa y automática, es decir, hemos actuado “sin pensarlo dos veces”. No nos paramos a pensar sobre las consecuencias de ver a un león justo delante de nosotros en la calle porque esto implicaría perder tiempo. Un tiempo muy valioso teniendo en cuenta que podemos acabar siendo su alimento.

Al mismo tiempo, al ser juicios no reflexivos, implican una respuesta igual o similar a la anterior. Pero en lugar de miedo pongamos una situación alegre. ¿Qué nos ocurre a muchas personas cuando aprobamos el último examen de la carrera? ¿O cuando vemos a un ser querido después de mucho tiempo? Lloramos de alegría. Y lo hacemos sin un procesamiento mental intelectual ni reflexivo, esto implica que no detenemos todo aquello que hacemos y nos ponemos a pensar sobre la situación, sino que lo hacemos de forma espontánea.

3. Tendencia de acción

Cuando evaluamos un objeto o situación como agradable o desagradable, iniciamos una tendencia de acción que sentimos como una emoción que va asociada a cambios corporales y que puede llevar a una acción concreta. Esto es, comenzamos a sentir cambios fisiológicos que nos impulsan a actuar. Cuando estamos enfadados, no solamente sentimos calor y agitación en nuestra respiración, sino que también podemos llegar a querer golpear una puerta o lanzar un objeto al suelo.

Estas dos variables desencadenan dos conductas. Cuando valoramos algo como agradable tendemos a acercarnos, física o emocionalmente. Por otro lado, si consideramos que algo es desagradable, nuestra conducta será de rechazo y alejamiento. Así pues, nuestra valoración emocional determina nuestra conducta sobre aquello que hemos evaluado.

Según Magda B. Arnold, cuando los estados fisiológicos están muy activados y no van seguidos de una acción, podemos llegar a sentir una gran incomodidad y frustración. La autora defiende que primero actuamos y después pensamos en el objeto que hemos percibido y que ha desencadenado la acción.

Mujer corriendo mirando hacia atrás

4. Constancia

Solemos pensar que todo permanecerá igual. Por lo general, cuando conocemos a alguien pensamos que siempre se comportará del mismo modo o que nuestros seres queridos siempre estarán ahí. Solemos atribuirle una constancia a todo aquello que nos rodea casi sin posibilidad de cambio. Sin embargo, esto no es así. En este punto la autora pretende resaltar el contraste entre nuestras expectativas con respecto a la realidad y lo que realmente ocurre.

La creencia de que todo permanecerá igual nos lleva al sufrimiento. También pensamos que los demás actuarán con nosotros como lo han hecho hasta el momento presente, y esto, puede cambiar. Magda B. Arnold resalta la importancia de conocer el concepto de constancia para que los cambios que se produzcan en nuestra vida no nos causen grandes malestares.

Magda B. Arnold fue, sin duda, una personalidad influyente dentro de la psicología y, concretamente, en el ámbito de las emociones. Sus trabajos permitieron el desarrollo a Richard Lazarus de una de las teorías más extendidas entre la comunidad científica sobre la valoración cognitiva, el estrés y la emoción. Por último, es importante resaltar que no solamente existen hombres de renombre dentro de la disciplina, sino que también gozamos de la presencia de grandes mujeres que han aportado conocimientos fundamentales en el desarrollo de las diferentes teorías.


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