Narcisismo conversacional o "talkaholism": ¿de qué se trata?
El narcisismo conversacional no define ningún trastorno psicológico. Aun así, cuesta convivir con alguien que evidencia esta característica. Son adictos al habla, “comunicadores en serie” que, aunque no matan, agotan a cualquiera. Por tanto, no es de extrañar que muchas de estas personas terminen alejando a la gente y quedándose cada vez más solos.
Las investigaciones nos dice que cerca del 4 % de la población podría evidenciar talkaholism, es decir, una adicción al habla. Son hombres y mujeres que, a pesar de ser conscientes de que hablan en exceso, no consideran esto un problema. Por lo general, se autoperciben como figuras asertivas y competentes, con buenos recursos para informar sobre temas interesantes.
Sin embargo, su charla no es más que un soliloquio sobrecargado de detalles sin trascendencia. Y lo que es más importante… Olvidan que una conversación es un intercambio respetuoso y recíproco de información entre dos o más personas. Por ello, es fácil deducir que este tipo de adictos a escuchar su propia voz evidencian un tipo de personalidad muy particular.
La autoexpresividad irresponsable o la logorrea no es fácil de controlar por parte de quien la evidencia. Hablan sin parar, a pesar de saber que quien está delante no le escucha.
¿Qué es el narcisismo conversacional?
Algo que es propio de la conexión genuina es una descentralización del yo. Es decir, en este tipo de vínculo salimos de nosotros mismos para situar la atención en el otro y entonces, justo desde ese punto, creamos un lazo, un puente de ida y vuelta entre dos personas. Ahora bien, la persona caracterizada por el narcisismo conversacional se ha quedado anclada en la etapa egocéntrica del niño de 3 años.
Es esa fase en la que los pequeños se sienten el centro del mundo e incluso autorizados para reclamar toda atención. Si hay algo seguro es que todos nos hemos cruzado en alguna ocasión con alguien definido por el talkaholism. A veces, al subir a un metro o haciendo cola en cualquier centro comercial, está esa persona desconocida que parece estar esperándonos para entablar conversación.
Al principio nos chocan su desparpajo y su facilidad para revelar cosas que pertenecen al ámbito de lo privado. Nosotros, casi sin escapatoria, nos limitamos a asentir con la cabeza intentando ser respetuosos ante tal “diarrea conversacional” o logorrea. Ahora bien, el tema es mucho más serio cuando el verbalizador compulsivo es alguien cercano, un amigo o un familiar.
La mal entendida “locuacidad”
Vivimos en una sociedad que percibe a la persona locuaz y comunicadora como asertiva, segura de sí mismo y con buenas dotes de liderazgo. “Cuanto más hables y más rápido lo hagas, más inteligente pareces”. Sin embargo, es muy común encontrarnos a líderes que en realidad venden humo y comunican durante horas sin emitir un solo mensaje útil para la organización.
Por otro lado, una investigación de la Universidad de Kentucky, destaca algo interesante. El narcisismo conversacional define a personas discutidoras, controladoras y con una alta autoestima. Además, se insiste en la importancia de saber diferenciar a la persona “habladora” de aquella que lo hace de manera compulsiva.
Tan destacable es esta característica que disponemos incluso de la Escala Talkaholic, elaborada en 1993 por James C. McCroskey y Virginia P. Richmond. Gracias a ella, podemos detectar al auténtico adicto a la verborrea y la conversación compulsiva. E insistimos, tal y como hemos señalado al inicio, este rasgo puede estar presente en el 4 % de la población.
Cómo se manifiesta el narcisismo conversacional
El narcisismo conversacional se define por un hambre profunda no solo por hablar, sino por comunicarse con alguien. Quien sea. Necesitan a una persona que les escuche y que le sirva como “volquete” para arrojar en ella todo razonamiento al azar, anécdota insignificante, pensamiento absurdo y experiencia anodina.
- Los hablantes en serie no comprenden el sentido básico de la palabra comunicar. Pasan por alto el arte de escuchar al otro, de intercambiar información, de practicar la reciprocidad con el interlocutor.
- Son plenamente conscientes de que pueden saturar a los demás con su verborrea. Pero les da igual. Tanto es así que pueden disculparse y continuar hablando.
- Algo llamativo de los conversadores compulsivos es que se autoperciben como buenos comunicadores. Sin embargo, no lo son. Se van por las ramas, pierden el hilo de su monólogo, dan detalles sin sentido ni trascendencia y pueden contar lo mismo varias veces.
- Otra característica es que muchas veces ni tan solo miran a los ojos a su interlocutor. Se quedan suspendidos en un punto imaginario mientras dejan fluir su logorrea.
¿Cuál es la causa de este estilo de comunicación tan monopolizador?
Tal y como ya hemos señalado, el narcisismo conversacional no es un trastorno psicológico. No obstante, esta característica es recurrente en determinadas personalidades. La Universidad de West Virginia realizó una investigación en la que determinó que el hablador compulsivo suele presentar una personalidad con una estructura extrovertida, psicótica y neurótica.
No estamos ante simples parlanchines. Son personas adictas al habla, que faltan el respeto, que suelen ser discutidoras y con quienes rara vez se puede llegar a un acuerdo o, simplemente, disfrutar de una conversación.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Bostrom, Robert N.; Grant Harrington, Nancy (1999). "An Exploratory Investigation Of Characteristics Of Compulsive Talkers". Communication Education. 48 (1): 73–80. doi:10.1080/03634529909379154
- McCroskey, James C.; Richmond, Virginia P. (1993). "Identifying Compulsive Communicators: The Talkaholic Scale". Communication Research Reports. 10 (2): 107–114. doi:10.1080/08824099309359924
- McCroskey, James C.; Heisel, Alan D.; Richmond, Virginia P. (2001). "Eysenck's BIG THREE And Communication Traits: Three Correlational Studies". Communication Monographs. 68 (4): 360. doi:10.1080/03637750128068