Si no me despiertas, te debo este sueño
Tienes en tus manos el timón de este sueño y yo solo deseo que me ayudes a mantenerlo vivo, en mí. Para quien te habla eres el demiurgo, el creador de este universo paralelo que me hace tan feliz. Tú eres verdad, unidos somos ciertos y este sueño es sincero.
Por eso, ahora mismo únicamente pienso en que me gustaría vivir en él para siempre y no despertar jamás. Aquí tengo todo lo que podía buscar, todo lo que necesito y más de lo que nunca pude esperar.
Gracias, por componerlo pausadamente
Este sueño surgió de la nada, como si hubiera estado ahí para que nosotros nos encontráramos y comenzáramos a componerlo. Así, de esta manera, la ilusión ha ido apareciendo ante unos ojos llenos de apetito por construir un futuro juntos. Un futuro en el que los dos tengamos voz y voto, pero sobre todo ilusiones compartidas y lazos de unión para cuando la niebla se vuelva densa y las dificultades aparezcan.
“Llegas y no prometes quedarte, pero te quedas.
Llego y no prometo quedarme, pero me quedo”
-Sara Bueno-
Nos hemos cogido de la mano y unidos hemos levantado esto poco a poco. Con miedos y tomándote el tiempo necesario has destruido todas las barreras posibles. Sobre todo, has conseguido que volviera a creer de nuevo.
Así que gracias, gracias por la vitalidad pausada que has hecho llegar a mis días. Gracias por entender cada cicatriz del pasado y no querer borrarla. Por construir con todos los escombros un hogar nuevo en el que siempre había algo distinto. Sorprendente, encantador.
Quédate, ya no quiero que te vayas
Este sueño es único porque nos pertenece y, si en algún momento te marchas, dejará de tener sentido. Por eso quiero que me sigas sorprendiendo, que me dejes tus huellas, que sigas desnudándome. No dejes de conocerme y continúa queriéndome por cada matiz mío que descubras. Que descubramos.
No te vayas ahora
quédate a desterrar los muros de barro,
a tirar las dudas, los daños a terceros,
a hipotecar la casa,
el corazón.
Quédate por lo que soy, pero -como diría García Márquez– también por lo que eres cuando estás conmigo. Y, sobre todo, quédate porque aún nos queda mucho por sentir en este pequeño mundo moldeable. Sostenerlo depende solo de los dos: aquí hay un lenguaje especial, un código que únicamente tu y yo entendemos.
Aunque el mundo del que hablo lo hayamos construido de forma natural y sin esfuerzo, no significa que la inercia nos vaya a acompañar siempre. Cuando tienes algo, cuando te sientes parte de algo que valoras siempre existe la sobra del fantasma, el miedo a perderlo, más o menos alargada.
Ya sabes: perder nuestro primer avión, hacer un viaje largo juntos, adoptar una mascota, compartir las navidades, superar al estrés y a las enfermedades… En definitiva, nos queda seguir pensando en los dos, con amor y sin egoísmo.
Es más que un sueño: mi mundo
Este sueño se ha ido reforzando con cada pequeño detalle que ha surgido sin esfuerzo, tan solo por la bonita intención de hacernos sentir queridos. Y ahora, es más que un sueño: es mi mundo imperfecto, libre y espontáneo que tanto me ayuda a crecer.
Circulas protegiendo mis verdades
haciendo menos hondos mis huecos
creando un puente que me salva
que te salva
que nos une.
Es en este momento y en este lugar es donde quiero estar, no solo por lo que ha hecho de ti, sino también por lo que tú has hecho por mí. Porque en este sueño nos miramos y nos vemos, porque aquí hay confianza, compañerismo y amor propio.
Jamás olvides todo esto. Es muy importante. Deja siempre un buen recuerdo, muchas enseñanzas y bonitos momentos. Y si no me despiertas este sueño te lo debo a ti, pequeña gran revolución.