No permitas que lo imprevisto te paralice

Cuando un suceso desagradable nos sorprende, fácilmente podemos sentirnos desbordados y paralizados. Si deseas evitarlo, continúa leyendo.
No permitas que lo imprevisto te paralice
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 31 octubre, 2019

Los cambios, aunque inevitables, no siempre son bien recibidos. Mientras algunas personas los ven como oportunidades para salir de la rutina, para otras pueden suponer un verdadero choque emocional. Si este es tu caso, te compartimos algunas pautas que puedes poner en práctica para que lo imprevisto no te paralice.

Nuestra manera de reaccionar cuando nos vemos empujados fuera de nuestra zona de confort está determinada tanto por la genética como por nuestras experiencias vitales. No obstante, modificando nuestras actitudes y conductas podemos reducir el impacto de los imprevistos en nuestra vida. 

No permitas que lo imprevisto te paralice

1. Acepta

El primer paso consiste en aceptar que lo imprevisto forma parte de la vida. No podemos controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor y no es sano intentarlo. La preocupación por un futuro incierto no modifica lo que ocurrirá, pero sí nos impide disfrutar de lo que está ocurriendo.

Sin embargo, es imprescindible diferenciar aceptación de resignación. Cuando te resignas asumes el papel de víctima y te posicionas en el sufrimiento, la impotencia y la indefensión. Sentimientos de amargura y resentimiento se apoderan de ti mientras te preguntas constantemente por qué te ha ocurrido esto. En definitiva, al resignarte te centras en el problema y en tu incapacidad de hacer nada al respecto.

Por el contrario aceptar significa centrarse en la acción. Cuando acepto dejo de pelear contra la corriente y me dejo fluir. Entiendo que frustrarme y maldecir de forma incesante únicamente agotan mi energía y hunden mi estado de ánimo. En su lugar decido, desde la calma, encontrar alternativas de acción para solucionar el problema y para mantener mi equilibrio emocional.

2. Mejora tu autoconfianza

Un dicho popular afirma que un pájaro posado en un árbol nunca teme que la rama se rompa porque su confianza no radica en la rama, si no en sus alas. De la misma forma una persona que confía en sus propias capacidades de afrontamiento no sentirá miedo ante el cambio. Trabajar nuestra autoestima será clave, pero para desarrollar nuestra autoconfianza hemos de pasar a la acción.

Cuando enfrentamos una situación y la superamos la confianza en nosotros mismos se eleva considerablemente. Sienta un precedente en el que fuimos capaces de salir airosos de circunstancias difíciles, y recurrimos a él cuando volvemos a encontrarnos un suceso similar. Por ello, la confianza no se desarrollará si nunca nos ponemos a prueba.

3. Mantén la calma

Algunas personas cuentan con una mayor capacidad de regular sus emociones, en cambio otras pueden verse fácilmente desbordadas por las mismas. Cuando un suceso desagradable nos sorprende la ansiedad, la ira o la tristeza pueden inundarnos y los síntomas cognitivos, emocionales y fisiológicos asociados pueden ser tan intensos que nublen nuestro juicio.

Esto nos lleva a comportarnos de un modo reactivo y descontrolado. En tal situación no somos dueños de nuestros actos y es posible que lleguemos a arrepentirnos. Por el contrario, si somos capaces de mantener la calma podremos actuar de una forma consciente y deliberada. Desde esta posición nuestras acciones estarán dirigidas a un propósito.

Practicar con asiduidad técnicas de relajación puede ser de gran ayuda en este objetivo. Igualmente la meditación o el mindfulness son herramientas que nos acercan a un mayor control sobre nuestros estados emocionales.

4. Encuentra el equilibrio entre procesar y actuar

Cuando un imprevisto nos sorprende es importante que dediquemos tiempo a procesar el choque emocional y los sentimientos asociados. Sin embargo igualmente importante resulta ponerse en marcha y actuar. Una falta de procesamiento emocional puede conducir a negativas consecuencias a largo plazo, pero una actitud pasiva puede llevarnos a estancarnos en el malestar. Tratemos de encontrar el equilibrio entre ambos aspectos.

Cuando lo imprevisto te paralice, toma distancia

En suma, cuando ocurran acontecimientos que escapan a tu control trata de respirar profundo y ampliar la perspectiva. Recuerda que no está en tu mano cambiar lo sucedido pero si decidir cómo sentirte, qué acciones tomar y qué aprendizaje sacar de la experiencia. 

Trabaja en tus propias capacidades y aprende a regular tus emociones. Si tienes paz en tu interior, la capacidad de lo externo para perturbarte se verá significativamente reducida. Por último, una vez te veas inmerso en el cambio, no entres en negación. Permítete sentir y ponte en marcha, todo irá a mejor.


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