No subas la voz, mejora tu argumento

No subas la voz, mejora tu argumento
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 09 marzo, 2022

No por alzar más la voz nos haremos entender mejor. El grito agrede y humilla, convirtiéndose así en un tipo de comunicación agresiva bastante común en muchas dinámicas familiares. El grito no educa ni edifica una relación de pareja saludable, al contrario, el grito se convierte a menudo en el tipo de maltrato invisible más común.

Albert Mehrabian es un psicólogo experto en comunicación no verbal. En la mayoría de sus trabajos sobre este tema, destaca la relevancia del tono a la hora mantener un diálogo empático a la vez que asertivo. Tanto es así, que en cualquier proceso comunicativo, solo el 7% del significado se debe las palabras, el resto, depende del tono de voz y el lenguaje corporal.

Una voz cargada de ira y desprecio jamás entenderá el dominio sutil de esa voz clara que sabe darse a entender con respeto y delicadeza. La comunicación es un arte que no todos saben utilizar.

Lo creamos o no todos cometemos errores a la hora de comunicar. Las ironías, los dobles sentidos, los gritos y la incapacidad de hacer uso efectivo de la comunicación emocional, suelen ser sin duda los hechos más comunes. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

Mujer alzando la voz

Nunca debemos levantar la voz a un niño

El estilo comunicativo con el que se educa un niño suele tener una gran implicación en su desarrollo personal y emocional. Es común, por ejemplo, encontrarnos en las aulas con alumnos retraídos caracterizados por una baja autoestima a causa de unos padres que ejercen de forma habitual una comunicación agresiva basada en mandatos y amenazas.

No es lo correcto. Ahora bien, un hecho que debemos tener en cuenta es que muchas veces, podemos perder la paciencia y acabar subiendo el tono a los más pequeños. No hace falta “ser unos padres autoritarios” para cometer el error de recurrir a un grito para que el niño obedezca. Todos lo sabemos y procuramos siempre que algo así no ocurra.

Niña tocándose el pelo

Consecuencias de gritar a los niños

Expertos en terapia de conducta infantil nos indican la necesidad de no gritar a nuestros hijos o alumnos por las siguientes razones:

  • Cada vez que vayas a realizar una conducta, párate a pensar las consecuencias que esta puede provocar en el niño. Nosotros somos su modelo a imitar.
  • Educar con gritos hará que al principio el niño se asuste y obedezca, pero poco a poco se generará una “tolerancia” a los mismos. Tendremos que gritar más y, lo más probable, es que también ellos nos griten a nosotros.
  • El grito acaba convirtiéndose así en un modelo de comunicación que nuestros hijos asumirán con el tiempo.
  • El uso abusivo del grito trae otras consecuencias: el niño dejará de relacionar ese tono elevado con un enfado, dejará pues de empatizar con las personas y de entender cuándo alguien está enojado o cuándo le habla con normalidad.
  • Los gritos son un tipo de maltrato, hemos de tenerlo claro. Una comunicación persistente basada en el grito genera en muchos casos baja autoestima y depresión en adolescentes, tal y como nos reveló un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
Diente de león

 

Baja el tono, mejora tu argumento

A nivel de pareja los gritos pueden ser auténticas agujas que se clavan en nuestro interior para herir nuestra integridad y desangrar la autoestima. Es una conducta destructiva que no debemos tolerar. Porque quien te ama te respeta, quien te quiere no te agrede y la comunicación agresiva es un maltrato real. El volumen con el que le hablamos a nuestra pareja corresponde a la característica “paralingüística” del factor asociado al lenguaje verbal. Normalmente, un volumen alto suele relacionarse con la autoridad, aunque esto no signifique que llevemos razón.

También es cierto que en ocasiones hay quien se ha acostumbrado a alzar la voz. Piensan que solo por gritar van a imponer siempre su verdad y su razón. Por ello, es necesario que reflexionemos sobre la necesidad de bajar el tono, mejorar el argumento y hacer uso de la comunicación emocional. Estos serían los pilares básicos:

Describe comportamientos y no personas

El simple hecho de que nos comparen con otras personas es sin duda una falta de habilidad emocional y comunicativa: (eres como la prima del pueblo, igual de tonta; eres como mi compañero de trabajo, igual de falso)

No es lo adecuado, no lo hagas ni permitas que lo hagan contigo. Es más constructivo el saber argumentar y definir comportamientos: “no veo bien que no seas sincero conmigo, tienes que intentar decirme la verdad”. Cuando hablamos de una conducta nos referimos tan solo a un acto de la persona. Sin embargo, cuando la atacamos a ella directamente lo primero que obtendremos será que se ponga a la defensiva y nos ataque también a nosotros.

Imaginemos un caso sobre alguien un poco desordenado. No es lo mismo decir: “¿podrías colocar tus cosas en su lugar? Así todo está más ordenado”, que decir, “eres un desastre, siempre lo dejas todo por medio, no tienes remedio”. Si atacamos a la persona, también le podremos estar hiriendo y no es la mejor manera de comunicarnos con los demás.

Haz uso de verbos que te permitan conectar emocionalmente

Las emociones se contagian y las palabras son auténticas canalizadoras de emociones positivas que todos tenemos al alcance de nuestra mano. ¿Por qué no hacemos uso de ellas?

  • Me gusta que…
  • Yo pienso, creo…
  • Me gusta cómo
  • Siento que…
  • Me parece que…

Un tono que aporte calma

Con un tono adecuado puedes seducir, calmar, ofrecer confianza y crear una adecuada cercanía. Un grito, por lo contrario, hará que generares rabia, desconfianza y temor en tu interlocutor. No es constructivo ni respetuoso, y por ello, debes gestionar tus propias emociones y tener un control sobre este aspecto. Las palabras tibias, relajadas y dotadas de una buena argumentación y respeto, son lazos que nos unen con las personas que amamos.

La verdadera comunicación no se efectúa hablando o gritando, la comunicación empieza siempre sabiendo escuchar desde el corazón.

mujer-besando-una-margarita

Por el simple hecho de gritar, muchas personas dejan de escucharnos. Perciben que hemos perdido el control de la situación y la única forma que nos queda para intentar imponernos es a través del grito. Sin embargo, lo que no sabemos, es que nuestro interlocutor ya no nos está prestando atención. Estaremos gastando energía y sufriendo emociones negativas para nada. Así pues, no hay nada mejor que un volumen de voz adecuado que permite a la persona que tenemos en frente sentirse cómoda.

 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.