No vuelvas a los lugares de los que tanto te costó salir
Si has tenido la valentía de embarcarte en el viaje de la sanación y el crecimiento personal, habrás comprobado que no se trata de un proceso sencillo, rápido ni de evolución lineal. La perseverancia es imprescindible con los viejos patrones prestos a atraparte de nuevo en cuanto bajas la guardia. Sin embargo, si tu yo del futuro pudiera dirigirte un mensaje sería el siguiente: no vuelvas a los lugares de los que tanto te costó salir.
Ante todo, es importante que te liberes de culpas y comprendas que los cambios no suceden de un día para otro. Es normal que en más de una ocasión hayas sentido la tentación de ceder y tirar la toalla, de regresar al sufrimiento conocido para, por ejemplo, recuperar la sensación de control.
No estás haciendo nada mal, simplemente te encuentras a mitad del puente que te conduce a tu nueva vida. Por eso, hoy queremos dedicar unas líneas para alentarte a continuar.
Los lugares de los que no podemos salir
Todos tenemos una situación o una vivencia que ha resultado dolorosa y que se ha prolongado en el tiempo más de lo deseado. Patrones de pensamiento negativos, relaciones de dependencia emocional, fobias y miedos irracionales…
Tú mejor que nadie sabes cuál ha sido para ti esa cárcel mental. ¿Recuerdas cuando estabas allí? ¿Recuerdas lo que sentías?
Cada caso es diferente y la experiencia emocional de cada persona puede variar. Sin embargo, es posible que tus recuerdos contengan sensaciones similares a las siguientes.
Impotencia y frustración
Las cadenas mentales pueden llegar a sentirse tan sólidas y firmes como las físicas. Así, aunque fueras consciente de lo que ocurría, de los cambios que debías realizar y las acciones que tenías que implementar, simplemente no podías.
Culpa
Aún existe mucha desinformación y cierto estigma respecto a la salud mental. Quizás por ello te sentías culpable de no poder salir de aquella situación en la que te encontrabas.
Tal vez tu entorno te acusaba de falta de determinación, te tachaba de débil y tú llegaste a interiorizar esa sensación de que, verdaderamente, tú eras el culpable de tu estado.
Miedo
Lo más aterrador de sentirse atrapado es pensar que esa realidad será permanente. ¿Lograré alguna vez salir de esta relación que me causa tanto dolor? ¿Seré capaz de vencer mi timidez y establecer vínculos significativos con alguien? ¿Esta tristeza profunda me acompañará para siempre? Si estas reflexiones te resultan familiares, no vuelvas a los lugares de los que tanto te costó salir.
Soledad
Quizá la emoción más dura de todas. La incomprensión, el aislamiento, el juicio externo… probablemente todas estas variables formaron parte de tu experiencia. Y es que es realmente duro comprobar cómo otras personas son capaces de desenvolverse en situaciones que para uno resultan insalvables.
¿Por qué sientes ganas de volver?
Ahora que has recordado lo que significó vivir en ese pasado, seguramente sentirás un gran alivio de no encontrarte allí, y un gran orgullo por el trabajo que has realizado hasta ahora.
Sin embargo, tal vez te preguntes de dónde vienen entonces esos deseos de regresar a los viejos patrones que a veces te asaltan. Te contamos los principales motivos para que puedas comprenderte y reforzar el camino que vienes transitando.
- Es más cómodo. El cerebro es un órgano que no busca la felicidad sino la supervivencia; por lo mismo, prefiere la rutina, la repetición, lo conocido y lo familiar. Así, para seguir actuando como antes lo hacías no tienes que esforzarte: ya sabes cómo se hace y cómo se siente. En cambio, para actuar diferente has de vencer la resistencia.
- Tu mente necesita tiempo. Es necesario que recuerdes que llevas décadas implementando los mismos patrones y que se necesita tiempo para aprender un nuevo modo de pensar, sentir y comportarse. Si sientes ganas de volver es porque aún no has reprogramado tu mente por completo. Cuando esto suceda, lo natural para ti será lo que ahora tanto te esfuerzas por lograr.
- Ahora que estás bien, has perdido la perspectiva. Es muy común que cuando avanzamos y mejoramos tendamos a pensar que la situación pasada no era tan grave. Olvidamos parcialmente el dolor y el sufrimiento y recordamos los aspectos más confortables. No obstante, no te dejes llevar por este sesgo, trata de tener presente por qué quisiste salir de allí y no vuelvas.
- Crees que ahora puede ser diferente. Tal vez pienses que tu expareja ha cambiado, que por un día que te hables mal a ti mismo no pasa nada porque ahora sabes cómo hablarte bien, o que puedes ceder al miedo de vez en cuando porque ya lo has enfrentado algunas veces. Sin embargo, estas concesiones aparentemente inocuas pueden tirar por tierra todo tu trabajo: se firme y perseverante en tu propósito.
No vuelvas a los lugares de los que tanto te costó salir
En suma, queremos recordarte lo valioso que es el trabajo que has realizado hasta ahora. Queremos alentarte a que mires atrás y observes cuánto has avanzado.
Tal vez aún no has llegado a donde te diriges, pero sin duda ya no estás donde empezaste. Por ello, por la versión de ti que tanto sufrió en el pasado, y por la versión que disfrutará de esta nueva realidad que estás construyendo: no vuelvas a los lugares de los que tanto te costó salir.
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