¿Qué nos depara el futuro? El arte de reducir la incertidumbre
¿Qué pasara mañana? ¿Qué sucederá en una semana? ¿Y en un año? ¿O dentro de veinte? ¿Qué nos depara el futuro? Difícil pregunta, por no decir imposible de conocer. Por definición, el futuro es aquello que no ha sucedido. Y, por tanto, está cargado de incertidumbre, esa duda general que nos impide estar seguros de algo. Pero, ¿se puede reducir esta incertidumbre?
Por supuesto, la incertidumbre se puede reducir aunque no siempre se puede eliminar por completo. Si bien existen pseudo-ciencias y otras artes que aseguran conocer el futuro, estas suelen usar vagas interpretaciones del futuro con el fin de no equivocarse. Si nos aseguran que mañana va a ser un buen día, es más probable que sea un buen día dado que nuestra actitud va a ser positiva ante la incertidumbre. Pero esto, aparte de cambiar nuestra actitud y reducir la incertidumbre, no es una predicción realista del futuro.
Reducir la incertidumbre con un plan B
Si partimos de que el futuro es impredecible, no sabemos a ciencia cierta qué va a ocurrir -porque el futuro es todo incertidumbre-, la mejor opción para conocerlo es reducir esa incertidumbre. Para ello, una opción es hacer diferentes predicciones. Imaginemos que no sabemos qué tiempo va a hacer mañana, pero basándonos en nuestra intuición llegamos a la conclusión de que hará sol. Incluso aunque no llueva desde hace muchos meses, justo ese día puede llover y arruinarnos nuestros planes de ir a la playa.
Si hubiéramos tenido un plan B: si hace sol, voy a la playa; si llueve, al museo; nuestros planes no se habrían estropeado (no tendríamos esa sensación). Imaginar diferentes opciones de futuro es una forma de reducir la incertidumbre. Al reducir la incertidumbre, estaremos más preparados para afrontar lo desconocido, pase lo que pase.
Para predecir el futuro, y reducir la incertidumbre, no hay que averiguar qué va a pasar. Lo que tenemos que hacer es pensar qué podría pasar. Imaginar todas las opciones posibles que podrían darse y descartar aquellas más improbables basándonos en la evidencia. Por ejemplo, podríamos pensar que puede hacer sol, llover, nevar, estar nublado, etc. Aun así, basándonos en la temperatura actual, en la humedad, la situación geográfica, etc., podríamos descartar alguna de las opciones y atribuir más o menos probabilidad a las demás.
Crear patrones para reducir la incertidumbre
Una práctica habitual, a veces inconsciente, que usamos para reducir la incertidumbre es el uso de patrones. La experiencia nos enseña que determinados eventos tienden a repetirse cuando se dan las circunstancias propicias para ello. Y, cuanta más experiencia, más se confirman estos patrones.
Normalmente estos patrones son útiles. Sobre todo cuando conocemos las causas y los efectos. Sabemos que si tiramos una piedra a otra persona, le haremos daño. Pero si, además, sabemos que el daño va a depender del tamaño de la piedra y de la fuerza con que la lancemos, podremos modular estas variables en función de nuestros intereses. Por supuesto, como norma no hay que tirarle piedras a nadie, es solo un ejemplo.
“Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida”.
-Woody Allen-
Asimismo, estos patrones también sirven para explicar nuestra conducta. Sin embargo, esta es tan variada y tan influenciable que es difícil conocer todas las variables que la modulan. Gastar una broma a otra persona puede hacer que la otra persona se ría o que se enfade. Si hacemos el chiste y la persona se ríe, es probable que con chistes similares también lo haga. Pero, ¡cuidado! ¿Qué pasa si ha tenido un mal día? Quizás no se ría. Los patrones pueden no ser buenos predictores, ya que los heurísticos y los sesgos nos pueden jugar una mala pasada.
La prospectiva como reductor de la incertidumbre
Ante la problemática para predecir el futuro, surgió una disciplina, la prospectiva. La prospectiva es la disciplina que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él. De todo lo que podemos llegar a saber sobre el futuro, lo menos interesante es el qué pasará, lo realmente importante es el cómo y, sobre todo, el por qué. La prospectiva puede entenderse como una herramienta de gestión de la incertidumbre, de reducción de la incertidumbre.
La prospectiva busca entender cuáles son las causas y la secuencia de hechos que puede llevar a que sea una, de entre todas las posibilidades, la que en el futuro se termina dibujando. Es por ello que la prospectiva no hace predicciones, no sirve para predecir el futuro, sino que se usa para explicar. No qué va a pasar, sino por qué va a ser de una forma y no de otra. Y, en última instancia, cambiarlo antes de que suceda. Aunque el futuro sea incierto, siempre se puede reducir la incertidumbre para que, al menos, no nos pille desprevenidos.