Heurísticos, los atajos de la mente

Los heurísticos, aunque nos ayudan a procesar la realidad de forma eficiente, merecen un buen repaso para que no nos impidan hacer juicios correctos.
Heurísticos, los atajos de la mente
Alejandro Sanfeliciano

Escrito y verificado por el psicólogo Alejandro Sanfeliciano.

Última actualización: 11 septiembre, 2023

Durante mucho tiempo se ha considerado al ser humano como un animal racional que juzga su ambiente de manera exhaustiva y precisa. Pero, según las palabras de S. E. Taylor, somos «indigentes cognitivos». Una metáfora para representar al ser humano como un máximo optimizador de los procesos mentales. La estrategia cognitiva para conseguirlo son los heurísticos.

Podemos encontrar varios tipos de heurísticos en los procesos cognitivos que realizamos en el día a día. Pero en este artículo vamos a hablar de aquellos que empleamos más a menudo. Estos son el heurístico de representatividad, el heurístico de disponibilidad, el heurístico de anclaje y ajuste y el heurístico de simulación.

Qué son los heurísticos

Son atajos mentales que utilizamos para simplificar la solución de problemas cognitivos complejos. En un artículo de 1974 publicado en Science, Tversky y Kahneman sostienen que estas operaciones mentales se emplean para el juicio bajo incertidumbre.

Son reglas inconscientes para reformular problemas y transformarlos en operaciones más sencillas y casi automáticas. Gracias a ellos, no tenemos que hacer un razonamiento profundo cada vez que se nos plantee un problema. Eso sí, estos atajos no son del todo precisos y a veces nos llevan a error.

Aunque los heurísticos son muy económicos, Tversky y Kahneman afirman pueden llevar a la persona a cometer errores sistemáticos. Al incrementarse la velocidad con que se toman las decisiones, predisponen a la mente a cometer distintos sesgos cognitivos.

Historia de los heurísticos

Según un artículo de la Encyclopedia Britannica, el concepto de heurística tiene sus raíces en la palabra griega heuriskein, que se traduce como ‘descubrir’.

Por su parte, Herbert Simon fue una de las primeras personalidades en profundizar en el estudio de la heurística. Su contribución fue tan significativa que en 1978 obtuvo el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones.

Simon introdujo el concepto de «satisfactorio» para referirse a la tendencia de las personas a optar por soluciones que, aunque no sean perfectas, son satisfactorias. Además, destacó la idea de que la mente humana opera bajo una «racionalidad limitada».

Durante la segunda mitad del siglo XX, la heurística recibió una atención considerable gracias a los esfuerzos de Daniel Kahneman y Amos Tversky. Juntos, exploraron los mecanismos mentales que las personas utilizan al tomar decisiones de manera inconsciente.

El trabajo de ambos no solo dejó una marca en la psicología, sino que también influyó en la economía, el derecho y las ciencias políticas. Su enfoque sobre la heurística y la racionalidad limitada presentó un desafío a la visión tradicional que veía a los seres humanos como entidades racionales que toman decisiones basadas en evaluaciones bien fundamentadas.

Por otro lado, en 1990, Gerd Gigerenzer lanzó una fuerte crítica a las investigaciones de Kahneman y Tversky. Él sostuvo que la «caja de herramientas adaptativa» compuesta por heurísticas «rápidas y frugales» puede producir decisiones «ecológicamente racionales».

Con su concepto de «racionalidad ecológica» argumentó que la eficacia de una heurística debe juzgarse en función de cómo se desempeña en el entorno real en el que se emplea, en lugar de compararla con algún estándar ideal de racionalidad.

Tipos de atajos mentales

Existen diferentes tipos de heurísticos, los cuales afectan nuestras decisiones de varias maneras. A continuación, examinaremos los más comunes junto con los sesgos que con frecuencia vienen asociados a ellos.

1. Heurísticos de representatividad

Este atajo mental consiste en efectuar inferencias acerca de la probabilidad de que un estímulo (persona, suceso, objeto…) pertenezca a una categoría determinada.

A través de las características superficiales y con ayuda de nuestros esquemas previos, hacemos dicha categorización. Sin embargo, que la información disponible se ajuste a estos esquemas previos no quiere decir que sea cierta.

Un ejemplo de heurístico de representatividad se puede dar en la siguiente situación: imagínate que te presentan a tres personas nuevas y previamente te habían dicho que una de ellas era profesor de infantil. Después de una pequeña conversación, dos de ellas han mencionado que no le gustan los niños y la otra ha dicho que sí. Si haces uso del heurístico de representatividad, pensarás que quien ha afirmado que le gustan los niños es profesor.

Según el artículo Judgment under Uncertainty, algunos sesgos asociados a este tipo de atajos mentales son los siguientes:

Insensibilidad a las probabilidades previas

Consiste en considerar la información representativa de un suceso, sin considerar las probabilidades previas a este. Por ejemplo, en una pueblo el 0.2 % de las personas practica alpinismo. Supongamos que te encuentras a alguien que por su apariencia (abrigo, botas, aspecto atlético) parece alpinista. Lo más probable es que, tomando en cuenta esa información, asumas que lo es, aunque la probabilidad diga que no es tan posible, ya que solo un 0.2 % de las personas de ese pueblo lo son.

Insensibilidad al tamaño de la muestra

Es la tendencia a hacer conclusiones sobre una población grande partiendo de una muestra muy pequeña y poco representativa. No se considera el tamaño de la muestra a la hora de hacer una inferencia. Por ejemplo, llegar a la conclusión de que el 20 % de la población mundial tiene problemas auditivos cuando el estudio que lo «confirma» solo se realizó en 1000 personas.

Conceptos erróneos sobre el azar

Es la tendencia a buscar patrones en situaciones azarosas. Un ejemplo perfecto de este sesgo es la falacia del jugador: si una moneda se lanza y cae cruz tres veces seguidas, creeremos que en el siguiente lanzamiento saldrá cara.



Insensibilidad a la previsibilidad

Alude a no contemplar la previsibilidad al evaluar la incertidumbre. Es decir, no se adecuan las predicciones a la información disponible. Por ejemplo, podemos pensar que dos estudiantes obtendrán calificaciones altas en un examen, a pesar de que uno ha tenido un alto rendimiento durante todo el año y el otro ha tenido un desempeño bajo. La previsibilidad diría que el que tiene el mejor promedio sacará un mayor puntaje.

Ilusión de validez

Es la propensión a confiar de manera excesiva en las propias creencias, intrusiones y juicios, incluso cuando no hay evidencias a su favor o los juicios sean incorrectos.

2. Heurísticos de disponibilidad

Este heurístico se utiliza para estimar la probabilidad de un suceso, la frecuencia de una categoría o la asociación entre dos fenómenos. Esta estimación se hace a través de la disponibilidad o de la frecuencia de los casos que vienen a nuestra mente a través de la experiencia. Sería equivalente a una inferencia estadística intuitiva, empleando como muestra los recuerdos de nuestra experiencia.

Un ejemplo de esto puede ocurrir cuando nos hacen preguntas del estilo: ¿hay más psicólogas o psicólogos? Para responder a ello, podemos hacer uso de este heurístico y ver cuál de los dos casos está más disponible. Así, si nos vienen más psicólogas a la mente que psicólogos, responderemos que hay más psicólogas.

Veamos algunos sesgos asociados según Tversky y Kahneman (1974).

Sesgos debidos a la recuperabilidad de instancias.

Si evaluamos el tamaño de un grupo de acuerdo con la cantidad de elementos que podemos recordar, es probable que asumamos que ese grupo es más grande en comparación con otro del cual solo recordamos unos pocos elementos.

Por ejemplo, si en el salón de clases A conocemos a 10 personas, mientras que en el B solo conocemos a 3, es más probable que concluyamos que en el A hay más estudiantes que en el B.

Sesgos debidos a la efectividad de un conjunto de búsqueda

Se refieren a cómo las percepciones y juicios se ven influenciados por la facilidad con la que podemos buscar y recordar ejemplos o información en la memoria.

Sesgo de imaginabilidad

A veces no es posible recordar elementos de un suceso para hacer conclusiones sobre él. En estos casos, se apela a la imaginación; es decir, evaluamos la frecuencia o la probabilidad de acuerdo con la facilidad con que podemos imaginar los elementos propios de un evento.

Por ejemplo, si estamos planeando hacer un viaje, pero no conocemos qué tan probable es que suframos un accidente, podemos imaginar diferentes riesgos y a partir de ellos concluyamos si es o no posible que ocurra.

Correlación ilusoria

Es la percepción de una relación entre dos o eventos que no están vinculados. Por ejemplo, pensar que el tráfico es más lento cuando vamos tarde para el trabajo.



3. Heurísticos de anclaje y ajuste

Cuando nos encontramos en una situación de incertidumbre y no tenemos conocimiento experiencial acerca del suceso, podemos tomar un punto de referencia. Si hacemos esto, estaremos dando uso al heurístico de anclaje y ajuste. En este, el punto de referencia sería el ancla de donde partir y a través de unos ajustes intuitivos, solventar esa situación de incertidumbre.

Por ejemplo, imaginemos que nos preguntan si el río Nilo es más largo que 700 kilómetros. Esa cifra actuará como un ancla. Luego, si nos piden que estimemos la longitud exacta, es probable que nuestra respuesta esté alrededor de ese valor, aunque no esté nada cerca de la extensión real.

El falso consenso

Un error que deriva de este heurístico es el efecto del falso consenso, un sesgo cognitivo por el que sobreestimamos el grado de acuerdo que los demás tienen con nosotros. Inferimos sus creencias, opiniones y pensamientos acordes a los nuestros y creamos ese falso consenso. En este caso, nuestra opinión actúa de ancla para inferir el pensamiento de los demás.

Sesgo de anclaje

Es la tendencia que tenemos de basar nuestras decisiones o estimaciones en una información inicial. Aunque obtengamos información adicional después, las decisiones suelen estar influenciadas por este valor inicial.

Por ejemplo, en una negociación, si un vendedor inicia con un precio alto, cualquier precio que se negocie por debajo de ese valor inicial nos parecerá una buena oferta, incluso si sigue siendo alto.

Sesgo del costo hundido

Es la inclinación que tenemos a considerar inversiones pasadas, sean de tiempo, dinero o esfuerzo, a la hora de tomar una decisión. Por ejemplo, cuando llevamos viendo más de media hora una película, pero no dejamos de verla a pesar de que hemos notado que su trama no es tan buena como esperábamos. La inversión de tiempo que hemos realizado afecta la decisión de renunciar a la película.

Sesgo de confirmación

Ocurre cuando recordamos o interpretamos la información de tal manera que confirmen nuestras creencias o hipótesis. En este caso, lo que ya sabemos o creemos funciona como un ancla alrededor de la cual se ajusta el resto de los datos.

4. Heurísticos de simulación

Es la tendencia a estimar la probabilidad de un suceso basándose en la facilidad con la que podemos imaginarlo. Cuanto más fácil sea producir una imagen mental del mismo, más probable será suponer que ese suceso sea posible.

Este heurístico está asociado con el pensamiento contrafáctico, un modo de pensar a partir del cual buscamos alternativas a hechos o circunstancias pasadas y presentes con el objetivo de mitigar nuestro dolor (aunque bien es cierto que a veces lo único que conseguimos es aumentarlo).

Un ejemplo de pensamiento contrafáctico son los típicos «¿y si…?», es decir, el planteamiento de qué podría haber ocurrido si hubiera cambiado algo. Otro ejemplo es el hecho de que, a veces, el segundo en el podio se muestre menos contento que el tercero. Esto se debe a que para el segundo es muy fácil simular la situación de haber quedado primero, y ahora se encuentra en peor situación.

En cambio, para el tercero es fácil imaginarse la situación de que algo hubiera fallado y haber quedado fuera del podio. Ahora está en mejor situación, lo que deriva en mayor satisfacción del tercero que del segundo.

Otros sesgos asociados a los heurísticos

Como curiosidad, en este apartado vamos a repasar algunos sesgos mentales más que se identifican en la vida diaria.

  • Ilusión de control: creencia de que se puede influir en acontecimientos que, en realidad, están fuera del radio de acción del sujeto. Por ejemplo, rituales previos que algunos deportistas efectúan antes de un partido importante.
  • Efecto Dunning-Kruger: sesgo que modifica la autopercepción de las personas con escasas habilidades o conocimientos en un campo, haciéndoles creer que saben más que los expertos en la materia.
  • Efecto halo: este sesgo se ejemplifica muy bien con las personas famosas. Cuando alguien destaca por un rasgo en concreto, se tiende a atribuirles otros también positivos, pero sin tener información real sobre ello. Por ejemplo, de las personas atractivas se suele pensar también que son simpáticas, aunque no se trate con ellas.
  • Sesgo de proyección: tendencia inconsciente a asumir que las personas que nos rodean son parecidas a nosotros en pensamientos, creencias o valores.

Ahora que conoces los heurísticos, seguro que se te vienen a la cabeza gran cantidad de ejemplos donde los utilizas. A pesar de no ser precisos y basarse en la intuición, son nuestras «armas» evolutivas para enfrentarnos a ciertos problemas de manera rápida y eficaz.

Eso sí, no podemos caer en el error de usar estos atajos mentales a la hora de tomar decisiones relevantes en nuestras vidas. Mucha precaución.


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