Sesgos cognitivos: cuando (no) pensamos, nos equivocamos

Utilizamos los sesgos cognitivos como un atajo mental, para influir sobre las soluciones que tomamos. Su función recae en generar intuiciones que pueden ayudarnos, pero también traicionarnos. Indaguemos al respecto.
Sesgos cognitivos: cuando (no) pensamos, nos equivocamos

Última actualización: 16 enero, 2024

En el día a día tomamos muchas decisiones. La mayoría de ellas a gran velocidad, casi sin pensar. Lo cierto es que rara vez llegamos a valorar las consecuencias que implicaría cada una de las opciones que tenemos en mente, en caso de optar por ellas como solución.

En otras ocasiones, sobre todo cuando pensamos que las decisiones son importantes, valoramos la información que poseemos a fin de encontrar la mejor opción. Pero algo que difícilmente tenemos en cuenta al tomar decisiones son los sesgos cognitivos influyen sobre las soluciones que imaginamos y damos. Estos sesgos son peligrosos en cuanto que nos pueden llevar a tomar decisiones poco realistas.

Sin embargo, los sesgos cognitivos y los heurísticos no son malos, de hecho podríamos decir que son una especie de atajos mentales (un tanto traicioneros a veces, eso sí). En este sentido, decimos que son atajos porque los usamos para ahorrar recursos cognitivos (energía mental).

Por ejemplo, si cada vez que voy a un bar, pierdo media hora pensando que bebida será la más adecuada, valorando cada uno de sus componentes por separado y en interacción, acabaré cansado y perderé tiempo que podría invertir en otras cuestiones. Por ello, heurísticos y sesgos cognitivos van a hacer nuestro pensamiento más rápido, ahorrando recursos que emplearemos en otras tareas más importantes.

Dos vías de tren

Dos formas de pensar

Según Daniel Kahneman, existen dos formas de pensar. Este autor recoge las dos formas de pensamiento en dos sistemas a los que denomina “pensar rápido” y “pensar despacio”. El primer sistema, por el cual pensamos rápido, es automático. Este sistema suele operar por debajo de nuestro nivel de conciencia. Las emociones influyen mucho en este tipo de pensamiento y, con frecuencia, conducen a pensamientos estereotipados. Su función recae en generar intuiciones que pueden ayudarnos, pero también traicionarnos.

El segundo sistema se corresponde con el pensamiento lento. Este tipo de pensamiento es menos frecuente y requiere de más esfuerzo. Este pensamiento se realiza de manera consciente, en oposición al pensamiento rápido, lógico y calculador. Su principal función es tomar las decisiones finales, eso sí, tras observar y controlar las intuiciones del pensamiento rápido.

El primer sistema tiende a ser más dominante. Por oposición, el segundo sistema tiende a ser más perezoso. Normalmente, nos dejamos guiar por el pensamiento rápido. Una tendencia que tiene repercusiones, como alcanzar conclusiones precipitadas, exagerar el efecto de las primeras impresiones, confundir las relaciones con causalidad y confiar en exceso en los datos que conocemos (sin tener en cuenta otros datos también disponibles).

Heurísticos del pensamiento

Un heurístico es considerado como un atajo a los procesos mentales activos y, por lo tanto, es una medida que ahorra o reserva recursos mentales. Dado que nuestra capacidad cognitiva (metal) es limitada, repartimos los recursos, dedicando una mayor cantidad a aquellos elementos -preocupaciones, actividades, personas, etc.- que necesiten un mayor trabajo mental.

Podemos andar sin prestar atención, pero si el camino es accidentado y creemos que podemos tropezar y caernos, asignaremos más recursos cognitivos, atención, a mirar por dónde pisamos. Entre los heurísticos existentes, algunos de los más importantes son:

  • Heurístico de disponibilidad: se utiliza para estimar la probabilidad de un que ocurra un suceso, para ello nos basamos en la información previa que tenemos. Las personas que ven mucha televisión, dada la gran cantidad de violencia que aparece, piensan que se cometen muchos más crímenes violentos que las personas que ven menos televisión.
  • Heurístico de simulación: es la tendencia de las personas a estimar la probabilidad de un suceso basándose en la facilidad con que pueden imaginarlo. A lo más fácil de imaginar se le atribuye más probabilidades. Cuando hay un atentado, es más fácil que pensemos que ha sido cometido por yihadistas que por grupos que atentan con menos frecuencia o cuya forma de significarse suele ser distinta.
  • Heurístico de anclaje: se utiliza para aclarar incertidumbres, tomando como referencia un punto de partida, el ancla, que después ajustamos para llegar a la conclusión final. Si mi equipo ganó la liga el año pasado, pensaré que este año tiene más posibilidades de volver a ganarla, aunque en toda su historia solo la haya ganado una vez.
  • Heurístico de representatividad: inferencia sobre la probabilidad de que un estímulo (persona, acción, suceso) pertenezca a una determinada categoría. Si una persona ha sido muy buena estudiante de las asignaturas de ciencias y cuando pasan los años la vemos con una bata blanca, inferiremos que es científica, no carnicera, pero lo cierto es que no lo sabemos realmente.
Niño pequeño pensando

Sesgos cognitivos

Los sesgos cognitivos son efectos psicológicos que distorsionan los pensamientos. Al igual que los heurísticos, los sesgos tienen la función de ahorrar recursos cognitivos. Si bien los sesgos nos pueden conducir a errores que pueden ser graves, en determinados contextos conducen a tomar decisiones más rápidas y eficaces. Algunos de los sesgos más conocidos son los siguientes:

  • Sesgo de confirmación: es la tendencia a investigar o interpretar información que confirma pre-concepciones. Si hemos invertido en bolsa, buscaremos opiniones en prensa, blogs y foros que confirmen nuestras ideas de inversión, ignorando los comentarios que opinan de forma diferente. De igual modo, si hemos comprado un coche, buscaremos aquellos artículos de opinión que destaquen sus características positivas, obteniendo de esta manera refuerzo por nuestra decisión.
  • Sesgo de falso consenso: es la tendencia a creer que las propias opiniones, creencias, valores y hábitos están más extendidos entre el resto de la población de lo que realmente lo están. Si yo estoy en contra de la pena de muerte, pensaré que la mayoría de la gente de mi país también opina como yo.
  • Sesgo de correspondencia: más conocido como error fundamental de atribución es la tendencia de hacer excesivo énfasis en las explicaciones fundamentadas, comportamientos o experiencias personales de otras personas. Si un compañero suspende un examen que ambos habéis realizado, a igual de condiciones, será más probable que lo atribuya a que es perezoso y no está interesado en los estudios.
  • Sesgo retrospectivo o a posteriori: es la inclinación a ver los eventos ya pasados como predecibles. Cuando despiden a un amigo del trabajo le decimos que ya sabíamos que iba a pasar porque la empresa no estaba en un buen momento. Sin embargo, antes de que le despidieran no lo hubiéramos predicho.

Conocer los sesgos cognitivos y los heurísticos va a hacer que a la hora de tomar decisiones seamos más eficientes. Aunque son difíciles de evitar, imposible en ocasiones, los sesgos del pensamiento se pueden reducir desde el conocimiento de cómo operan y la consciencia. Valorar todas las alternativas y buscar información que apoye y que contradiga nuestras creencias iniciales es una forma de reducirlos. Además, evitar los sesgos puede hacer, a nuestro pensamiento, más creativo.


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