Nuestro encuentro era inevitable
“El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman”.
(Jung)
A lo largo de nuestra vida conocemos a muchas personas. Unas nos enseñan muchas cosas útiles para el resto de la vida, otras no nos enseñan nada o al menos eso creemos.
También conocemos a muchas personas que aún estando en nuestro momento más bajo, saben sacar nuestra esencia sin esforzarse, sin esmerarse. Quizás no tenga ese mismo efecto en otros, pero en ti sí.
Otras pasan por nuestra vida sin que haya una amistad y conocimiento mutuo, pero su labor y obra dejan mella en nuestra forma de entender el mundo.
Alguna vez leí que hay que intentar ser la persona que te gustaría conocer. Eso es difícil, muchas veces dudo de quién soy yo y donde radica la verdad, pero es cierto que cuanto más dudo y más me pruebo, mejor me siento en mi piel.
No puedo negar que mi existencia no está condicionada por una gran espiritualidad, por una gran labor humanitaria o por una fascinación de algún campo concreto de la vida.
Lo que me fascina son las personas que han pasado por mi vida y me han hecho a su vez fascinarme por todo lo que antes parecía inerte.
Porque la felicidad no es real si no es compartida…pero si es compartida con alguien que no nos transmite nada, la soledad entonces es reposo y calma.
Por eso, defino mi historia en base a los encuentros mágicos que personas me han dado a lo largo de ella. Esas que hacen que se te encoja el corazón, se te humedezcan los ojos por la buena nostalgia y que te hacen reencontrarte contigo mismo.
A veces, siento pena por lo diferentes que se volvieron los caminos entre otra persona y yo por influencia de algo ajeno a nosotros.
De todas y cada una de estos pequeños ángeles que han pasado o están en mi vida, he sacado conclusiones. Espero que la transformación para ambas partes haya servido positivamente y que esa exquisita intimidad que compartimos; le haya servido de cobijo en los malos momentos.
Porque a veces sí es bueno mirar atrás para saber que lecciones nos dieron las personas, y qué es lo que esperamos a partir de ahora.
Hay algunas cosas que después de transformarme el alma, me han dejado claro en la mente:
– El sentido del humor debe estar muy alejado de lo aceptable, debe ser tan irreverente como nuestra amistad o nuestro amor.
–El silencio es una cualidad divina, que solo se aprecia y se comparte cuando la comunicación es tan verdadera que no hace falta hablar demasiado. Las personas, a veces, a fuerza de hablar sin parar; nos separamos más.
– Mi intimidad es la que yo te entrego, no hace falta hablar de la que ni yo misma entiendo de mi, ni de la que nunca entendí con otros. Me gusta la intimidad que hemos creado juntos, no interesarme por la que ambos tenemos en separado.
–No me importa su pasado. Si no está fingiendo en el presente, alabo ese pasado de turbulencias porque a mi me ha hecho tocar tierra mirando al cielo.
-Me gusta seguir conservando mis hábitos y rarezas, y que la otra persona haga lo mismo. Lo maravilloso radica en compartir lo que a ambos nos apasiona.
–No basta con que me sepa que soy importante, hay que demostrarlo.
– No me interesa la moral. Me interesan los valores pero sólo si alivian el sufrimiento y quitan penas. No me interesa el dinero…la clase sí, que está en peligro de extinción.
– Y me interesa que la otra persona no niegue la reacción asombrosa que hemos tenido al encontrarnos, dure lo que dure, porque lo que vive en el corazón nunca caduca.
Así que nunca lamentes ver a alguien partir de tu vida si es esta la sensación que te ha dejado. Sea como fuere, ya os habéis transformado para siempre.
“Necesito los pequeños detalles, son el reflejo de cada uno de nosotros. Es lo que echo de menos constantemente. Por eso no se puede reemplazar a nadie, porque todos estamos hechos de pequeños y preciosos detalles.”
(Antes del atardecer)