¿Padeces un trastorno de evitación experiencial?

Este trastorno se refiere cuando, de forma patológica, una persona rechaza en su totalidad pensamientos, recuerdos o percepciones que asume como dañinos.
¿Padeces un trastorno de evitación experiencial?

Última actualización: 25 enero, 2024

Las clasificaciones de trastornos psicológicos y los abordajes terapéuticos para los mismos van cambiando, evolucionando. Un modelo de terapia de tercera generación, la Terapia de Aceptación y Compromiso explica que buena parte del sufrimiento psicológico es la consecuencia última del trastorno de evitación experiencial.

El trastorno de evitación experiencial queda ejemplificado, para comprenderlo, de manera sencilla. Una situación propicia para que se manifieste es aquella que es valorada como indeseable por la persona que sufre este trastorno, de manera que para no entrar en contacto con ella va a tratar de evitarla o de escapar.

En este sentido, es bueno hacer un apunte: no querer entrar en contacto con el malestar, o bien querer escapar del mismo en lugar de aceptarlo, no es un trastorno; más bien se trata de una respuesta normal que se observa en todos los animales, humanos y no humanos. El trastorno se da cuando aparecen pensamientos rígidos como “tengo que estar bien para poder hacer cosas“, “necesito sentirme feliz para poder volver al trabajo“, o “no soporto estar nervioso, necesito que esto se acabe ya“, que son una fuente de malestar que no nos da tregua.

¿Cómo identificar si tienes un trastorno de evitación experiencial?

Los criterios diagnósticos para el trastorno de evitación experiencial serían:

  • Encontrarse constantemente inundado por pensamientos y sentimientos que giran en torno a “encontrarse mal”, “estar triste” o “luchar para estar bien”.
  • La mente realiza un constate bombardeo con pensamientos que buscan luchar contra cualquier tipo de malestar, incertidumbre o duda.
  • Dedicar mucho tiempo de tu día a día a controlar esos pensamientos o sentimientos.
  • El día a día gira en torno a “eliminar el malestar” como paso previo para recuperar tu vida. Aparece la sensación de que nos e puede hacer nada, seguir creciendo, hasta que estos pensamientos desaparezcan.
  • Esperar a sentirse bien para retomar las actividades que valoras en tu vida (ejemplo: ir al parque con los niños, quedar con amigas, dar un paseo por la playa).
Mujer encerrada en un bote de cristal

¿De dónde viene el trastorno de evitación experiencial?

El origen de la evitación experiencial es la inflexibilidad psicológica a la hora de manejar el malestar, ya sea evitándolo o escapando de él. Esta falta de adaptación provoca el trastorno de evitación experiencial, haciendo que la vida de la persona que lo padece se mueva en torno a la evitación de las sensaciones o pensamientos dolorosos.

La inflexibilidad psicológica se produce cuando una persona se cierra frente a pensamientos, emociones o recuerdos que son dolorosos. Lo que ocurre es que no se posee flexibilidad como seguir con las actividades diarias que procuran bienestar a pesar de que puedan existir una o varias fuentes de malestar. Existe la idea rígida que hay que “estar bien” como paso previo para poder disfrutar de cualquier tipo de actividad o tarea.

Cuando una persona tiene un problema a nivel psicológico, como por ejemplo ansiedad o depresión, esta inflexibilidad empeora notablemente su situación. No aceptar el malestar que conlleva la ansiedad o la depresión y buscar eliminarlo para poder retomar la vida tienen dos consecuencias:

  • Estar pendiente del malestar e intentar controlarlo lo único que hace es aumentarlo. Recuerda que la mente no para de pensar; en este sentido es como una caldera a la que nunca se le termina el combustible. Si buscamos dejar de pensar en la tristeza o la ansiedad, lo único que hace es utilizar más este tipo de pensamiento como combustible.
  • Convertir el día a día en una lucha contra el malestar empobrece la cantidad de reforzadores o premios a los que podemos “aspirar”. Cada vez se hacen menos actividades que incrementen el bienestar, se descuidan las relaciones interpersonales y la persona se aísla dentro del malestar.

La trampa del “sentirse bien”

Vivimos en una sociedad que promueve el bienestar, el disfrute y mantener lo más lejos posible al sufrimiento. Está mal visto llorar, estar triste o sentirse ansioso, y cuando experimentamos alguna de estas sensaciones o emociones, luchamos a capa y espada contra ellas.

En la medida en que “sentirse bien” se convierte en el elemento clave y central de nuestras vidas, caemos en su trampa. Porque es la búsqueda del perfecto bienestar la que nos hace estar alerta, identificando en nuestro radar emociones negativas que son normales y adaptativas.

Es decir, al estar pendiente de estamos bien o mal, terminamos detectando cualquier tipo de experiencia psicológica desagradable, por más mínima que sea, y engrandeciendo su trascendencia. Así, en un intento de apartar estas experiencias psicológicas negativas (pensamientos y emociones) lo único que conseguimos es hacerlas más fuertes.

Chica con trastorno de evitación experiencial en el suelo

Consecuencias del trastorno de evitación experiencial

A nivel social, las consecuencias el trastorno de evitación experiencial son muy importantes. Se espera estar bien para ir al cine, quedar con amigos, retomar los estudios, tener citas y un largo etcétera. Se desarrollan muchísimas costumbres que buscan evitar las experiencias psicológicas desagradables. Así, con el pasar de los meses y años, la vida solo gira en torno a la evitación.

De esta manera podemos llegar a transformarnos en unos auténticos expertos en lo que no queremos, definiendo exclusivamente nuestros deseos y anhelos a través de la no presencia de aquello que queremos evitar. De esta forma, nuestra identidad y proyección de futuro termina siendo muy pobre.

De este modo, a nivel psicológico, la evitación experiencial no hace más que empeorar la sintomatología asociada al malestar y empobrecer la vida emocional del individuo. Y es por esto que la Terapia de Aceptación y Compromiso (desarrollada para superar el trastorno de evitación experiencial) se orienta a la aceptación del malestar y al establecimiento de metas que aborden los valores personales.

El tratamiento del trastorno de evitación experiencial

En primer lugar, la solución para este trastorno se encuentra en la aceptación, observación incondicional y sin juzgar de las experiencias psicológicas, como los pensamientos, emociones y sentimientos. Para alcanzar este objetivo, la terapia de aceptación y compromiso utiliza diferentes estrategias como el Mindfulness, la de-fusión cognitiva y metáforas terapéuticas.

En segundo lugar, el tratamiento de la evitación experiencial se enfoca a restaura la importancia de los valores personales frente a las emociones y las conductas impulsivas del momento. De este enfoque terapéutico, deriva la connotación de “compromiso”. Es decir, se trabaja para que la persona se comprometa con sus valores, pase lo que pase. Buscando dejar de lado la lucha contra el malestar, para concentrarse en la lucha por llenar la vida de actividades valiosas para el self.

Manos soltando un pájaro para que sea libre

Luchar contra este trastorno es una ardua tarea e implica un camino difícil. Sin embargo, es algo necesario para poder liberarnos de las trampas del pensamiento y de las creencias rígidas que, buscando estar bien, nos llevan a encontrarnos cada vez peor. Orientar nuestras vidas hacia nuestros valores personales, aceptando el malestar que conlleva el día a día, nos hará sentirnos más libres y felices.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.