Pautas para aceptar una enfermedad crónica
Las enfermedades crónicas tienen importantes implicaciones a nivel emocional. Saber que nos tendremos que enfrentar de manera continuada a determinados desafíos con los que no contábamos, y frente a los que podemos pensar que no tenemos recursos, puede comprometer nuestra salud mental de manera muy seria.
Si el dolor o la limitación ya es de manera aislada una fuente de sufrimiento, asumir que no tendrá término puede resultar devastador. El contrapeso, y la buena noticia, es que los seres humanos tenemos una gran capacidad de adaptación y podemos ayudarnos de varias herramientas psicológicas para construir un relato que nos permita seguir adelante, sin más limitaciones que las físicas.
Una enfermedad crónica es un problema de salud de larga duración y, por lo general, de progresión lenta. Así, puede no tener cura (o al menos no una cura conocida aún) y causar un importante deterioro en nuestra calidad de vida.
Estas afecciones pueden ser muy variadas: desde asma, diabetes o artritis, hasta enfermedad de Crohn, migrañas o lupus. También diversos trastornos mentales pueden considerarse crónicos; por ejemplo, la esquizofrenia, el trastorno límite de la personalidad o la depresión.
¿Cómo impacta la enfermedad crónica?
Más allá de los síntomas propios de cada patología concreta, el diagnóstico de enfermedad crónica también nos afecta a nivel mental. Puede ser el origen de una amplia gama de emociones negativas; desde el miedo, hasta la ira, la tristeza y la desesperanza. Aceptar que nuestra realidad ha cambiado para siempre y que hemos de aprender a vivir en ella suele demandar la gestión de varios procesos de duelo.
Aquí entra en juego el concepto de calidad de vida, como una valoración que la persona hace, en base a sus propios criterios, de su situación personal presente y esperada. En general, esta valoración incluye factores físico-biológicos, pero también factores emocionales y sociales. Así, vemos que esta percepción de bienestar/malestar puede ser más sencilla gracias a la intervención psicológica.
En otras palabras, aprendiendo a manejar el dolor, a gestionar las emociones y a optimizar la funcionalidad de la persona, podemos facilitar la adaptación al cambio, interviniendo directamente en la gestión de la pérdida.
Pautas que alivian el impacto psicológico de una enfermedad crónica
Si has recibido un diagnóstico de enfermedad crónica, las siguientes son algunas pautas que pueden ayudarte a aceptar esta nueva realidad:
1. Busca fuentes fiables para informarte sobre la enfermedad
El miedo es una de las primeras emociones que surge en estas situaciones, y es que padecer una enfermedad crónica nos hace sentir vulnerables y expuestos ante lo impredecible. Aprender acerca de la dolencia puede reducir la incertidumbre y ayudar a generar una mayor sensación de control.
Entender los síntomas esperables, las variaciones en ellos, los tratamientos disponibles, los hábitos que pueden ayudar… Todo esto nos coloca en una posición activa, en la que podemos participar para incrementar nuestro bienestar y no únicamente ser víctimas pasivas de las circunstancias.
2. Fortalece tu autoimagen
Muchas personas con una enfermedad crónica pueden llegar a identificarse tanto con su diagnóstico que lo incorporen a la raíz de la definición que manejan de ellas mismas. Es entonces cuando la atención se centra en lo que ya no pueden hacer, en la ayuda que van a necesitar o en los planes a los que van a tener que renunciar.
Así, uno de los puntos que más suelen trabajarse en terapia es precisamente la amplitud del foco atencional y los pensamientos recurrentes e invalidantes que la persona tiene que gestionar como consecuencia de la enfermedad, y de los elementos asociados, como el diagnóstico.
3. Gestiona tus emociones
De forma inevitable aparecerán diversas emociones negativas asociadas al proceso. Pero gestionarlas adecuadamente evita mucho sufrimiento. Y, ¿cómo lograr esto?: permitiéndote sentirlas, expresarlas y canalizarlas. Tienes derecho a sentir ira, ansiedad o tristeza y tratar de reprimir estas emociones y adoptar una positividad tóxica no es recomendable.
En cambio, prácticas como el mindfulness pueden ayudarte a permitir que esas emociones sean sin sobreidentificarte con ellas y sin quedar atascado en las mismas. Igualmente, la escritura terapéutica ha mostrado ser de gran ayuda para procesar esta realidad a nivel psicológico.
4. Participa en una vida activa
Cuando la enfermedad y el dolor aparecen suelen limitarnos y con frecuencia paralizamos nuestra vida. Es posible que debamos abandonar el trabajo y varias actividades diarias, pero es necesario mantenernos activos en la medida de lo posible. Y es que, de lo contrario, el impacto psicológico y emocional de la enfermedad será mayor.
A este respecto, se ha encontrado que eliminar las conductas de dolor (gestos, posturas corporales, quejas verbales…) puede resultar muy positivo. Así como también dejar de evitar determinadas situaciones o actividades por la enfermedad. Siempre que sea posible, añade la actividad física a tu rutina diaria, no abandones tus tareas cotidianas y procura mantenerte funcional.
5. Trabaja con tus valores y propósito
A la hora de aceptar una enfermedad crónica también resulta muy importante encontrar un propósito y marcarse objetivos relacionados a los valores personales. Esto ayudará a aliviar esa sensación de estar perdido y de no encontrar un sentido a la vida ahora. Reconocer los propios valores, metas y objetivos y trabajar con ellos aporta significado y dirección.
6. Participa en actividades reforzantes
Por último, es fundamental que la persona siga recibiendo refuerzos de distinta índole, a fin de prevenir la aparición de un trastorno depresivo. Practicar hobbies o aficiones, mantener un círculo social amplio y nutritivo e impregnar el día a día de estímulos positivos resulta de gran ayuda. Si toda la atención se centra y se limita a la enfermedad, estos refuerzos no se reciben y el estado de ánimo puede resentirse profundamente.
Busca ayuda profesional para aceptar una enfermedad crónica
Las anteriores pautas pueden ayudar a aceptar el diagnóstico y a evitar que la calidad de vida se vea tan afectada. Sin embargo, no es sencillo ponerlas en práctica por uno mismo y el acompañamiento psicológico puede ser de gran ayuda.
Un profesional cualificado puede diseñar un plan individualizado y acompañar en su aplicación logrando mejores resultados. Por ello, no dudes en buscar apoyo para gestionar las emociones asociadas al diagnóstico y establecer un plan que maximice tu bienestar.
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