La pereza intelectual, un mal de nuestro tiempo ¿cómo vencerla?
Dicen que la pereza intelectual es un mal de nuestro tiempo. También, que cada vez pensamos menos y nos dejamos manipular mucho más. Esta idea abruma e indigna. ¿Quién dice que nos hayamos vuelto más pasivos cognitivamente? Lo cierto es que fenómenos tan comunes como las fake news y toda la fauna de bulos que habitan en las redes sociales refuerzan esta realidad.
Son muchas las personas que se dejan llevar por lo emocional sin pasar antes por el filtro de lo racional a la hora de dar por cierta una noticia. Aún más, en un contexto en el que los datos, las noticias y la información fluyen de manera constante, la mente se vuelve más pasiva. Al fin y al cabo, razonar requiere tiempo, paciencia y energía, y estas son dimensiones que escasean.
Nos hemos vuelto perezosos porque dependemos cada día más de una tecnología creada, ex profeso, para pensar por nosotros. No necesitamos retener información porque Google busca y responde a todas nuestras dudas. Tampoco es necesario recordar dónde hemos aparcado el coche o dónde se va a tal dirección, porque el GPS nos orienta sin esfuerzo.
Esa es la silenciosa tragedia de nuestros días. Esa que no escribió Shakespeare, pero que figuras como Isaac Asimov o Arthur C. Clark sí imaginaron en su tiempo.
La pereza mental provoca que cada vez nos cuestionemos menos aquello que vemos y leemos.
¿Qué es la pereza intelectual?
La pereza intelectual es un proceso en el que la mente deja de aplicar un pensamiento reflexivo y crítico. En su lugar, aplica un enfoque cognitivo automático que deja de usar tareas tan básicas como analizar y procesar la información que le llega. Este fenómeno se ha hecho patente a medida que las nuevas tecnologías e internet se han asentado en nuestras vidas.
Hace poco más de dos décadas, para buscar cuál es la mariposa más grande del mundo o cuál es la edad aproximada del universo, debíamos acudir a una biblioteca, buscar en una enciclopedia especializada y leer varias páginas hasta dar con el dato exacto que necesitábamos. En la actualidad, basta con hacer la pregunta en el buscador de internet y obtener la respuesta en pocos segundos.
Hemos reducido al máximo nuestro esfuerzo cognitivo a la hora de buscar y procesar la información. No ponemos en duda nada (o casi nada) de lo que nos indica Google. Y la cosa empeora mucho más cuando nos adentramos al caótico universo de las redes sociales. La información fluye a cada segundo y apenas hay tiempo, ganas o interés, de aplicar el necesario filtro del análisis y la mirada crítica…
El teléfono es ahora la extensión de nuestro cerebro. Es él quien piensa por nosotros y el principal culpable de nuestra peligrosa pereza intelectual.
El falso conocimiento y las mentes pasivas, un objetivo de las grandes tecnológicas
Adrian Ward de la Escuela de Negocios McCombs realizó un interesante estudio. Uno de los objetivos de las grandes tecnológicas es proyectar en nosotros una falsa sensación de conocimiento. Mediante el uso intenso y constante del móvil, las personas llegamos a confundir el propio saber con el que nos aporta internet.
El sesgo del falso conocimiento es uno de los desencadenantes de la pereza intelectual. Dejamos de esforzarnos en pensar, razonar, recordar o planificar porque el móvil ya lo hace por nosotros. Es nuestro segundo cerebro, ese que llevamos en la mano de manera constante. Creamos listas de tareas, nos avisa para que no olvidemos las cosas importantes, lo sabe todo de nosotros y nos hace la vida fácil…
Si las grandes empresas buscan generar en nosotros esta percepción, se debe a un hecho muy simple. Volvernos aún más dependientes de la tecnología…
La pereza intelectual y el efecto Dunning-Kruger
Si no tuviéramos bastante con el sesgo del falso conocimiento, hay otra distorsión cognitiva que reforzamos e integramos en nuestro registro mental sin darnos cuenta. El efecto Dunning-Kruger nos hace sobreestimar nuestros conocimientos. Porque la pereza intelectual se alimenta a su vez de la ignorancia y de la falsa percepción de que uno lo sabe todo y que nunca se equivoca.
Ese filtro ultracrepidiano (pensar y opinar sobre cosas que no conocemos) provoca que demos validez a las noticias falsas. Es también el que nos hace vulnerables a la manipulación, los bulos y esos engaños que inundan las redes sociales.
¿Cómo vencer a la mente perezosa?
La tecnología debe ser siempre esa herramienta aliada capaz de potenciar nuestra vida, nuestro trabajo, nuestro tiempo de ocio. Pero no a costa de enlentecer nuestros procesos cognitivos permitiendo que sea ella la que piense por nosotros. En esta sociedad del entretenimiento, de la inmediatez y de estar distraídos con cualquier cosa, se está perdiendo la capacidad de reflexión. También la mirada crítica.
Es responsabilidad nuestra procurar que estas competencias no se pierdan, sino que se desarrollen desde bien pequeños. Las escuelas ya ponen el foco de atención en la necesidad de enseñar a los niños un buen uso de las tecnologías. No creer en todo lo que les llega y desarrollar un pensamiento crítico es clave.
Por otro lado, tampoco descuidemos un aspecto esencial: la necesidad de seguir usando y activando la inteligencia fluida. Tareas como ejercitar la atención, la creatividad o la deducción son procesos que fortalecen nuestra mente, y que nos hacen menos dependientes de Siri o Alexa.
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- Justin Kruger and David Dunning. “Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments.” Journal of Personality and Social Psychology (Fist published: December 1999) DOI: 10.1037//0022-3514.77.6.1121
- Ward AF. People mistake the internet's knowledge for their own. Proc Natl Acad Sci U S A. 2021 Oct 26;118(43):e2105061118. doi: 10.1073/pnas.2105061118. PMID: 34686595.