Pensamiento reflexivo, ¿cómo entrenarlo?

Frente a ese interés social, parcial y predominante en muchos ambientes, que nos quiere pasivos, iguales y manejables, tenemos la capacidad de reflexionar. Así, hoy queremos hablar del análisis y la síntesis de la realidad como una parte muy importante en la definición de la inteligencia de nuestras acciones.
Pensamiento reflexivo, ¿cómo entrenarlo?
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 26 junio, 2020

El pensamiento reflexivo armoniza, deshace nudos y quita vendas. Si lo desarrollas y lo usas como filtro cotidiano, lograrás reducir el rumor de la mente ansiosa y además tomarás mejores decisiones. Ahora bien, hay algo llamativo que nos dicen los expertos: las personas estamos perdiendo nuestra capacidad de reflexión. Cada vez nos cuesta más hacer uso de ese pensamiento analítico y también crítico.

Parece un extraño sortilegio. ¿Por qué nos resulta difícil aplicar este tipo de enfoque mental en el día a día? ¿Es que el cerebro está quizá «involucionando» en materia cognitiva? ¿Somos ya una sociedad hiperactiva e incapaz de detenerse para profundizar en los estímulos, en las experiencias y en la cantidad de datos que recibimos?

En absoluto, las personas no estamos involucionando, estamos distraídas. Es precisamente la infoxicación (exceso de información recibida) y la clara dificultad para focalizar la atención (como señala Daniel Goleman en su libro Focus) lo que merma la capacidad para reflexionar.

Decía Aristóteles que la auténtica sabiduría no está en decir aquello que pensamos, sino en pensar previamente aquello que vamos a decir. Esto es lo que nos falta, esa es quizá una de las grandes carencias que más vemos a día de hoy: la disposición para meditar, la artesanía para trenzar cada hecho a través del pensamiento crítico, la habilidad para poner luz a muchos de esos datos ambiguos que nos encontramos con frecuencia…

Mujer con los ojos cerrados pensando en el pensamiento reflexivo

Pensamiento reflexivo: la mente crítica y consciente

John Dewey fue el primer psicólogo que se interesó en estudiar el pensamiento reflexivo. Lo definió de una manera muy sencilla y trascendente: «es el tipo de pensamiento en el que le damos vueltas a un tema en la cabeza de manera activa para descubrir sus fundamentos y obtener algo útil de ese proceso».

El doctor Dewey, que además era filósofo y pedagogo, concretaba que este tipo de razonamiento debía contar con un elemento esencial: la curiosidad. Sin ella no hay impulso y el pensamiento se vuelve apático y sin sentido.

Por tanto, la reflexión se enriquece por el interés, la curiosidad o lo que podríamos llamar motivación natural. Es como convertirnos en exploradores, en investigadores de todo lo que nos llega, de lo que vemos e incluso de lo que sentimos.

Profundicemos un poco más.

Reflexionar es lo opuesto a dejar que tu mente vagabundee

La finalidad última del pensamiento reflexivo es generar ideas que merezcan la pena. Puede sonar rotundo, pero sí hay un detalle que recalcó John Dewey en sus trabajos sobre este tema es que, por término medio, las personas pensamos en exceso sin terminar de concretar o materializar. Reflexionar no es sinónimo de divagar.

Es decir, no se trata de reflexionar como quien medita, dejando el gobierno de la mente libre. Estos estados tienen otras virtudes, pero difícilmente la de la concreción.

  • El pensamiento reflexivo analiza lo que hemos hecho y cómo. Lo relaciona con nuestra experiencia: analiza, compara, infiere e innova. El objetivo es pensar de manera productiva para mejorar nuestra realidad. Todas estas tareas las llevamos a cabo, además, en esa área prefrontal del cerebro, esa región más avanzada y sofisticada.

Los 5 pasos para reflexionar como un científico

Donald Schön (1983) y John Dewey (1933) enunciaron una teoría con la cual ayudar a las personas a desarrollar el pensamiento reflexivo. Como pedagogos, buscaban sobre todo que se introdujera en las aulas la enseñanza de esta competencia desde edades tempranas.

Veamos en qué consisten esos cinco pasos.

  • Acostumbrarnos a cuestionar muchas de las cosas que nos llegan. El primer paso para ser más reflexivos es la duda interesada y crítica, frente a la cínica y destructiva.
  • El segundo paso es sentirnos como exploradores que necesitan conocer y profundizar en aquello que tienen frente a sí. Debemos despertar el deseo por saber, por comprender, por ver qué hay más allá de lo que vemos.
  • El tercer paso es hacernos preguntas: “¿es esto verdad?”, “¿qué más datos puedo obtener?”, “¿cómo puede beneficiarme?”, “¿qué puedo cambiar?”.
  • El siguiente escalón en el proceso reflexivo es conectar con nuestra experiencia: ¿esto lo he vivido antes? ¿qué aprendizaje obtuve? Asimismo, es necesario también que le añadamos la creatividad y la innovación: ¿qué pasaría si usara esta idea de esta forma?
  • El último paso es comprobar nuestras hipótesis, bien de manera práctica o bien imaginando qué podría pasar.
Hombre con gafas representando el Pensamiento reflexivo

La reflexión es la puerta a la mirada crítica (y todos la necesitamos)

En un presente definido por cambios casi constantes y desafíos innegables en el horizonte, es más importante que nunca despertar nuestro pensamiento reflexivo. Esta competencia abre la puerta a un enfoque crítico que no solo se atreve a cuestionar lo que ve y le rodea. Además, nos permite cuestionarnos a nosotros mismos para dejar atrás creencias caducas, perspectivas que ya no nos sirven.

La reflexión y la crítica nos actualiza, nos alienta a ser exigentes y meticulosos. A medida que asentamos este tipo de pensamiento, dejamos de ser meros contenedores de información. Ya no somos esas personas alienadas por la información, modeladas por una sociedad que nos quiere iguales, pasivos y manejables.

Lograrlo, alzarnos como personas capaces de tomar grandes decisiones de manera valiente e independiente depende de nosotros mismos. Podemos empezar hoy mismo.


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  • Dewey John (1989). Cómo pensamos. Nueva exposición de la relación entre pensamiento reflexivo y proceso educativo. Barcelona, Paidós.
  • Ochoa, y Rodríguez. “La teoría de la acción reflexiva: Algo para reflexionar mientras se acciona”. Revista ciencias de la educación, ISSN 1316–5917, Nº. 26, 2005 , págs. 225–234.

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